El Celta cae al final en un partido loco

Celta - Villarreal

En el último segundo, pierde en Villarreal (4-3) un partido en el que se adelantó dos veces. El equipo vigués tuvo la victoria en sus manos en el tramo último y acabó con un penalti “infantil”

Publicado: 27 ago 2024 - 02:15 Actualizado: 27 ago 2024 - 09:46

Giráldez, dando instrucciones en la banda, con Mingueza a su lado, el mejor: un gol y una asistencia.
Giráldez, dando instrucciones en la banda, con Mingueza a su lado, el mejor: un gol y una asistencia.

Una maravilla de dolor. Perder es desagradable para todos, pero sobre todo para quien sólo compite. Quien también disftuta es capaz de encontrar cierta satisfacción en la manera en que le infligen el dolor. Nada sadomasoquista. Todo lo contratio. Ser capaz de vivir un partido placentero -de placer- en muchos momentos y de recordarlos cuando se te viene encima una derrota en el descuento tras errar claras ocasiones para ganar. Perder como ayer en Vila-Real también suma.

El eterno equilibrio -o desequilibrio- entre el funcionamiento colectivo y la calidad individual. Descifrar los planteamientos del rival para romperlos con apenas el movimiento de una pieza. Confiando en que el nivel de tus futbolistas no se apague dentro del trabajo grupal, sino todo lo contrario. El Celta tiene una forma de jugar en la que confía; el Villarreal sólo conoce un camino. La idea celeste era igualar esa pelea y confiar en acertar más que un contrincante plagado de grandes futbolistas que, técnica y físicamente, está un paso más adelante.

Lo mejor del Celta en este momento es su alegría. Tener la cabeza limpia de pecados en este arranque de Liga libera las piernas, las cabezas y los atrevimientos. Se atrevió desde el banquillo Claudio Giráldez variando en gran medida su once y cambiando toda su línea de ataque, con la osadía de sentar a un Iago Aspas en racha. Atreverse cuando la vida te sonríe debe ser casi una obligación.

Agradeció el gesto Alfon González, titular después de no haber tenido ni un solo minuto en los dos primeros partidos. El albaceteño era la sorpresa del entrenador celeste, que apostó por aprovechar su capacidad para encontrar metros para correr. Lo hizo enseguida con un pase bombeado de Ilaix Moriba, otra de las novedades en el planteamiento inicial, que apuró tras driblar al portero. Su disparo fue rechazado entre los palos y el rebote lo aprovechó Borja Iglesias, otras de las novedades, para marcar. A Giráldez le encanta que los planes salgan bien.

Empezar con ventaja no es norma en los célticos. Y el Villarreal tiene calidad para hacer temblar a cualquier área rival de muy diferentes maneras. Empezó a forzar muchos saques de esquina, al hacer recular a un Celta que se siente incómodo encerrado cerca de su portería. Y en uno de ellos, Gerard Moreno prolongó en el primer palo y Cardona cerró en el segundo.

El empate parecía dar la razón al juego del Villarreal para empujarlo. Pero resulta que esa calidad villarrealense también acompaña a alguno de los célticos, como el actualmente bendecido Óscar Mingueza. Como Giráldez se atrevió en el once, su pupilo se atrevió a buscar el disparo directo y el balón entró ajustado a un palo. Cuando el fútbol sonríe, hay que devolverle la sonrisa.

Los dos equipos mantuvieron su pasión, su estilo. Alfon, de nuevo, apareció para intentar culminar una gran acción de juego colectivo celeste. Pero esta vez Albiol impidió el tanto. Y en ese intercambio de impresiones, el descanso no llegó sin que antes Yeremy Pino cabecease a la base del poste un buen centro de Álex Baena.

Los dos entrenadores tenían una sensación rara. No les gustaba todo lo que estaban viendo en sus equipos, pero les gustaba el espectáculo. Apenas un retoque en el Villarreal en el descanso, con la salida de un Gerard Moreno que escancia su fútbol hasta donde su físico le deja. No fue un arranque tan vibrante como había dejado en herencia la primera parte, así que los técnicos se movieron. A la vez, dos cambios del Celta y tres del Villarreal. Con efecto inmediato estos últimos, ya que Barry cabeceó el 2-2 nada más salir y Pépé generó el 3-2 por banda apenas cuatro minutos después.

En un visto o no visto, el poderío físico y la calidad técnica del Villarreal se había apoderado de todo. A punto estuvo de zozobrar el Celta, que precisó de las intervenciones de Iván Villar para mantenerse. Agotó las balas Giráldez, con Aspas, Swedberg y Douvikas sobre el campo para buscar el empate. Llegó, pero de un centro de Mingueza que encontró un poderoso cabezazo de Starfelt tras la continuación de un córner.

Y en ese momento, en esa recta final, el partido fue del Celta. Porque no se conformó y encontró la manera de hacerle daño al rival. Mucho. Pero Swedberg, siempre tan fino en la finalización, dispuso de tres balones de gol y no acertó con ninguno. O, mejor dicho, acertó el portero local, Diego Conde. El triunfo parecía aparecer en el horizonte cuando se fraguó la derrota. Hugo Álvarez quiso frenar a Barry con un agarrón que comenzó fuera del área pero acabó dentro. Se pitó penalti; Parejo tiró; Iván Villar paró; y Parejo recogió el rechace para marcar el 4-3 en el descuento. Una maravilla de dolor.

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