El Celta cae en barrena

Luca de la Torre marcó un gol, anulado por el árbitro. Es la cuarta vez en lo que va de Liga.
photo_camera Luca de la Torre marcó un gol, anulado por el árbitro. Es la cuarta vez en lo que va de Liga.
El equipo vigués cifró todo en Girona a su trabajo defensivo y a un golpe de suerte que, como siempre, se le volvió en contra 

Amenaza ruina el Celta. Porque cuando intenta reconstruirse desde el juego, pierde; y cuando, como ayer, intenta hacerlo desde el intento de que no suceda nada, también pierde. Una victoria en once partidos y, de nuevo, la sensación de sentirse maltratado, con un polémico tanto anulado. Cuando no propones, están en manos de los hados. Y odian al Celta.

 

 

En el fondo, es comprensible. Todo el mundo, si puede, evita sufrir. Y para el Celta, ahora mismo, jugar es sufrir. O, como poco, temer. Así que si te enfrentas a un rival que, precisamente, vive lo contrario, disfrutando incluso de cuando se equivoca, lo mejor es que pase poco. O nada. A tal objetivo se dedicó el conjunto vigués anoche en Montilivi, aferrándose a esa idea de que el destino acaba siendo justo y que la mala suerte cuando no la mereces debe derivar en buena cuando tampoco la mereces. Trabajo mucho, por supuesto. A destajo.

Sorprendió Rafa Benítez con su once. Lo viene haciendo en las últimas jornadas, concretamente tres, con la esperanza de que tocar una pieza varíe algo sin mover lo sustancial. Entraron Dotor y Tapia por dos de los fijos, Beltrán y Mingueza. Una variación casi ornamental dentro de un bloque que debe mantener su identidad: solidez ante todo. A ser posible, que no sea aparente. Y pedir que no haya brechas en un equipo que no sabe ganar ¿no les parece que sería pedir demasiado?.

No tiene complejos el Celta. El balón es un elemento más del juego, no el protagonista. La posesión engaña, se repite Benítez. El partido se lo iba a jugar el equipo vigués en el área propia, defendiendo más que atacando, ya que este último aspecto del juego quedaba reducido a las transiciones. Es decir, a los contraataques de toda la vida.

Lo cierto es que el primero en tirar a la portería contraria entre los tres palos fue el Celta, aunque fuese una disparo totalmente aislado de Tapia. Un síntoma de que Vicente Guaita no sufría, aunque todos sus compañero sí lo hiciesen. Todo en una primera parte a tirones porque tuvo que ser interrumpida primero por la indisposición de uno de los aficionados celestes presentes en Montilivi y por una lesión en el brazo izquierdo de Renato Tapia. En lo poco que el balón rodaba, el Girona lograba forzar saques de esquina que eran bien defendidos por los vigueses -media docena en la primera parte-. 

En el largo descuento de la primera mitad, llegó la primera acción polémica arbitral. Porque Yan Couto golpeó con denuedo a Bamba después de rozar el balón para detener una contra del costamarfileño. El árbitro consideró que sólo era cartulina amarilla.

Restaba toda la segunda parte y eso era una mala noticia para un equipo vigués que prefería que no se jugase nada. Tocaba volver a remangarse. Y mantener la misma dinámica para ver si la fortuna se apiadaba de un equipo que trabaja con menos fe que esperanza. El Girona aumentó la velocidad de circulación de balón, haciendo daño con los cambios de juego, especialmente los dirigidos hacia Yan Couto por la banda derecha. Trataban los locales de mover las dos líneas de cuatro componentes con los que el Celta protegía su portería. Pero su mejor ocasión se produjo en una de las escasas ocasiones en las que los célticos pisaban el campo rival. Tapia perdió el balón y propició una contra en la que los pupilos de Míchel estuvieron a punto de pagar a Benítez con su misma moneda. Sin embargo, Couto se llenó de balón y tiró alto cuando tenía que marcar.

Tal acción animó al Celta a pensar en que tal vez la suerte se había aliado por fin con él. Desde el banquillo, se tardó en realizar cambios. La teoría de mantener el bloque volvía a imponerse. Que no pasase demasiado. Mientras, Portu y Stuani renovaban el ataque del Girona, que insistía sin demasiada claridad, con un disparo de Miguel desde el borde del área como mejor acción.

Por fin, llegó la primera sustitución en el minuto 74. Se fue Bamba y entró Mingueza, pasando De la Torre a la izquierda. Y cambió ligeramente el juego, porque Aspas encontró con quien combinar. No fue demasiado, pero sí algo. El marcador se mantenía abierto.

Entonces, pareció que aquella esperanza inicial de que los hados cambiasen su designio tomaba cuerpo. Porque Tapia sacó un centro desde la derecha demasiado largo pero a Gazzaniga se le escapó el balón. Dotor lo tocó para que Luca de la Torre marcase. Pero el árbitro consideró que el primero de los célticos había hecho falta al meta local y anuló el tanto.

Fue un golpe duro. Porque el Celta fue consciente de que su suerte no cambiaba. De hecho, todavía fue mucho peor porque justo al pasar el minuto 90, Yangel Herrera ajustó el disparo desde el borde del área y marcó.

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