Opinión

De como un fraude electoral salvó la vida a Castelao. 75 años del plebiscito sobre el Estatuto Gallego

El 28 de junio de 1936, hoy hace 75 años, se celebró en Galicia el referendum del Estatuto de Autonomía. Aunque muchos valoran aquella jornada con condescendencia, resulta un buen ejercicio de honradez política que reconozcamos que el Partido Galleguista y el FP orquestaron un gran fraude: aquello no fue verdadera democracia. La historia es maestra que ayuda a que hechos como ese no vuelvan a suceder.

La Constitución Republicana de diciembre de 1931 abría la puerta a los estatutos autonómicos. En septiembre del 32 Cataluña ya tenía aprobado su Estatut. En Galicia el nacionalismo político estaba recién nacido, y el Partido Galeguista (PG) se puso a trabajar en la elaboración del Estatuto Gallego. Pero las elecciones de 1933 supusieron un doble fracaso: por un lado el PG no obtuvo ningún diputado, y por otro, de esas elecciones generales surgió un gobierno de radicales y derechistas. La orientación conservadora del nuevo gobierno de la República provocó la gran huelga general del otoño del 34, y que el Gobierno de la Generalitat se rebelara y se auto-proclamara Estado Catalán. El sometimiento de los insurrectos conllevó la suspensión del Estatut y la prisión del presidente de Cataluña. El Gobierno derechista tomó medidas para limitar el poder de las autonomías: Castelao y Bóveda, líderes del PG, fueron destinados, como funcionarios que eran, a Badajoz y a Cádiz.

Un año después, tras su regreso, el Partido Galeguista decidió presentarse a las elecciones coaligado con el Frente Popular (FP), que se comprometía a cambio a apoyar la aprobación del Estatuto Gallego. En las elecciones de febrero de 1936, aprovechándose de la desunión de los partidos de derechas, el FP obtuvo una ajustada mayoría (que fue mayor que la real al cometerse bastantes ilegalidades, como llegó a reconocer más tarde el presidente de la República, N. Alcalá Zamora). En Galicia, el Frente Popular obtuvo un 31% de los votos, y el PG consiguió 3 diputados.

Con el cambio de gobierno en la República llevado a cabo en mayo se restauró la autonomía Catalana, y se reiniciaron los trabajos para aprobar los estatutos vasco y gallego. El Comité encargado en Galicia, liderado por Bóveda, se dio mucha prisa y fijó la celebración del referendum para el día 28 de junio de 1936.


El principal escollo para la aprobación era que la Constitución de la República exigía que más un tercio del electorado de la autonomía votara 'Sí' para aprobar el Estatuto. A pesar del clima de crispación política y social que se respiraba en España, donde se temía un alzamiento militar, los galleguistas, apoyados por el Frente Popular, se volcaron en la campaña. Las derechas y el centro se mostraron indiferentes y defendieron la abstención, lo que implicaba la no aprobación del estatuto. El joven Ramón Piñeiro recuerda una conversación con Bóveda pocos días antes de la fecha y escribe en sus memorias: “a miña postura naquel momento era pesimista, pois consideraba que o Estatuto ía chegar prematuramente, cando aínda non había un movemento galeguista vigoroso que o soportase”.


El resultado oficial del plebiscito, proclamado por el Comité Central da Autonomía, fue que 993,351 gallegos, el 73% de los censados, votaron a favor del estatuto. Oficialmente sólo se registraron 6,161 votos en contra. Dada la premura de la organización de la jornada, la dispersión de población rural, la cantidad de emigrantes censados que no pudieron votar, y las comparaciones con datos históricos de otras consultas, resulta un resultado muy sorprendente. Nadie duda de que los datos se manipularon a voluntad de los defensores del Estatuto para superar el alto quorum legal exigido.

En el libro de P. Viveiro titulado O estatuto galego durante a II República se afirma: “A ampla vitoria do Estatuto debeuse en grande medida á manipulación electoral”. Ya le había escrito Castelao a Bóveda: “para ganar o plebiscito compre dar pucheirazos, como se deron en Cataluña”. El galleguista histórico Pousa Antelo califica el falseamiento de los resultados electorales del plebiscito gallego como “santo pucherazo”. Los medios de comunicación, salvo los controlados por el PG y el FP, también mostraron su disconformidad con el fraude, pero fueron controlados por el poder político. M. Casás escribe en sus memorias (citado por Viveiro): “¿Y qué decir de la famosa jornada de la votación del Estatuto? Fue la más escandalosa farsa, el más vergonzoso agravio contra la iniciativa del sufragio electoral que se recuerda en Galicia, donde tantas trapacerías de este género se han realizado por las organizaciones caciquiles”.

Unos días después Castelao se trasladaba a Madrid, y el 17 de julio presentaba el resultado positivo del Plebiscito del Estatuto de Autonomía de Galicia al Presidente de la República, N. Alcalá. Pero al día siguiente el general Franco se levantaba en armas, y la revuelta impidió que en el Parlamento Español se sancionase nuestro primer Estatuto.

Al menos nos queda el consuelo de saber que aquel fraude electoral sirvió para salvar la vida a Castelao, pues la “aprobación” del Estatuto fue la causa de que se encontrara en Madrid cuando dio comienzo la Guerra. Alexandre Bóveda no tuvo esa suerte, ya que fue apresado y asesinado unos días después en Pontevedra.


Pedro Larrauri. Profesor asociado de la Universidad de Vigo.

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