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Hablar un buen "vigués"

La bandera de Vigo ondea sobre la fachada de la Estación Marítima.
photo_camera La bandera de Vigo ondea sobre la fachada de la Estación Marítima.

Vigo es ya un nombre de niño y también un topónimo que se puede hallar más allá de la mayor ciudad gallega. Y además, una jerga propia poblada de palabras sólo comprensibles en el entorno de la Ría.

El Vigo de Galicia es el mayor núcleo de población en todo el mundo que luce el nombre, quizá del latín Vicus, aunque una hipótesis sustentada por una investigación ha abierto una nueva vía: podría llegar del vikingo Wig, que señala un tipo de bahía como la viguesa. El asunto no está claro, aunque por ahora se mantiene el origen romano como la teoría oficial. En Galicia hay pequeños núcleos de población como el Vigo próximo a Coruña, apenas una aldea, o el del Concello de Dodro o el de Sanabria. Sí tiene relevancia el Vigo de Estados Unidos, que no es una ciudad sino un condado, como se denominan en América las comarcas organizadas. Vigo County cuenta con más de 150.000 habitantes, una universidad y un tribunal que se llama así, Corte de Vigo. Se encuentra en el Estado de Indiana y su nombre se debe a Francis Vigo, un explorador italiano al servicio de la corona de España. 
Vigo es un topónimo y también una ciudad donde se habla una curiosa jerga que se sustenta sobre confusiones con otras lenguas o en algunos casos invenciones. Estas son algunas de ellas, puestas al día.
Vitrasa: cualquier autobús urbano, sea en Vigo o en Madrid. Minguela, un peluquero que llegó a alcanzar una fama internacional, se refirió al supuesto aterrizaje de un Ovni al lado de su casa de Mougás, como un objeto “como un vitrasa”. 
Patatillas y manises: quizá lo que más choque a un recién llegado es entrar en un bar y recibir la oferta de acompañar una cerveza con “manises y patatillas”, dos “palabros” forjados en la Ría. Como ya se ha contado, no existen ni en castellano ni en gallego ni las "patatillas" ni los "manises", sino "patatas fritas de bolsa" o "cacahuetes" para el segundo. Al parecer, la palabra "patatillas" nació por pura casualidad, una empresa local que decidió empaquetar las patatas fritas "chips" y colocarles ese nombre genérico, que ha triunfado. En cuanto a los "manises", todo apunta al cruce de culturas y alguna confusión que llevó la palabra tropical "maní" a convertirse en "manises", en general, sin cáscara. 
Croque: en toda Galicia tiene un sentido muy claro como "golpe", de ahí el Santo de los Croques, el Maestro Mateo, en la catedral de Santiago excepto en Vigo, donde también significa "berberecho". La explicación llega en este caso por las industrias de la conserva, uno de cuyos primeros productos envasados serían los berberechos, denominados en inglés "cokels". Es fácil imaginar la confusión entre los operarios entre los "croques" y los "cockels". Sólo en Vigo existen empanadas de "croques", un enigma para el resto de los gallegos. 
Choio: vendría de "job", en inglés, y no hay que confundir con "chollo", palabra muy utilizada en toda España, que se identifica con algo fácil. De forma que sólo en esta ciudad es posible tener un "choio" que es un "chollo". 
Lóbrego: otro fruto de la confusión. Su significado preciso es "oscuro" y se aplica a bajos y sótanos. Y ahí llega el error. Así, en Vigo cuando se habla de un local "lóbrego se refiere a "sin dividir", aunque tenga ventanas y entre mucha luz. 
Multamóvil: la denominación genérica en todas las ciudades donde se implantó del coche controlador del tráfico urbano. Nació en Vigo, en concreto en este diario. 

Palabras que se pierden y verbos que se confunden

 La palabra quizá más utilizada en Vigo de modo informal es "jicho"  y sus derivaciones, que existen en otras partes de Galicia pero en general con carácter negativo. En cambio en la ciudad es sinónimo de hombre o mujer, sin otras consideraciones, incluso con un matiz cariñoso, aunque también puede resultar despectivo. 
Más curiosa sería la palabra "potear", como sinónimo de vomitar. Curiosa, porque en buena parte de España "potear" significa tomar unos vinos, utilizando"potar", sin la "e" para referirse a un emético. En Pontevedra, por ejemplo, siempre se utilizó "potear" para ir de vinos. No obstante, la fuerza de las redes sociales y la televisión está llevando este "viguismo" a la regresión . Los menores de  30 años ya apenas lo emplean y se han inclinado por el  estándar "potar", que tan rato sonaba en Vigo. 
En el ámbito playero destaca la denominación de "faneca brava" o "faneca" a secas para una especie marina más próxima a la escarapota que a la "faneca" comestible. La confusión dio otro neologismo vigués: "fanequera", o sandalia para meterse en el agua sin peligro de pisar un pez peligroso por el veneno que inyecta desde sus pinchos cuando está enterrado. En A Coruña se denominan "escarapotas" al mismo calzado. 
"Colgar clase" es otro viguismo pero quizá la expresión que resume la jerga local sea la confusión permanente entre los verbos "ver" y "mirar", lo que lleva a que en Vigo haya quien no "mire nada" por un ojo y en cambio pida "ver hacia el futuro". Lo más curioso es que ambos verbos se utilizan igual de mal en gallego que en castellano.

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