Presentó su libro “Donde se alzan los tronos” en Vigo

“claro que soy feminista, el que tenga dos dedos de frente y vea lo que pasa tiene que serlo”

Ángeles Caso visitó ayer Vigo con su nuevo libro.
Nació en Gijón, 16 de julio de 1959. Es escritora, periodista y traductora española. Se licenció en Geografía e Historia, pero su rostro se hizo popular al presentar el informativo de Televisión Española y el programa La Tarde entre 1985 y 1986. A los 35 años da un giro radical a su vida profesional, retirándose de la pequeña pantalla para dedicarse a escribir.

Con catorce publicaciones en su haber, Ángeles Caso visitó ayer Vigo para promocionar su última novela “Donde se alzan los tronos”, editada por Planeta. Concierta la entrevista con Atlántico en un céntrico hotel. Llega paseando, “para disfrutar del sol”, apunta.

Informal, muy natural, tan solo pintada de negro la raya de los ojos, da muestras desde el primer momento de su capacidad comunicativa. Sonriente y amable, es sabedora de su valía y no se molesta en disimularlo. Con su último libro como excusa, y casi sin querer, hace una radiografía crítica a la sociedad actual. La conversación duró una hora, podrían haber sido muchas más.


Contextualiza su novela en la guerra de Sucesión española. Salvando las diferencias, una de las grandes crisis de España. ¿Es una coincidencia o existe un paralelismo con la actualidad?

La elegí precisamente por eso. Me permite hacer un repaso al poder y examinar su gobierno. Este libro refleja cosas que después de 300 años siguen igual; pese al tiempo trascurrido, son situaciones cercanas y comprensibles para el lector.


¿Tan poco ha evolucionado la sociedad?

Desde luego que ha cambiado mucho, en principio, en el XVIII no podría haber escrito este libro. Sin embargo, en muchas ocasiones los políticos actúan en contra de los intereses del pueblo; disfrutan del poder con frivolidad como si fuera un privilegio personal. Viven en un teatro de cara al público y alardean de ello. Esto no ha cambiado.


Centra la trama en la figura de la princesa de Ursinos, Mariana de Trèmoille. ¿Qué le atrae de este personaje?

Es fascinante todo el poder que acumuló. Es una mujer que da mucho juego, porque todo lo que consiguió lo logró sola, por su inteligencia y por su sobervia. No necesitó llegar el brazo de un marido o de un amante. Tiene una mentalidad muy moderna, es un personaje más de nuestro tiempo. Frente a ella, sus coetáneos Felipe V y Luis XIV parecen anacrónicos.


Sin embargo, para ser una mujer tan poderosa, su nombre no ha trascendido al gran público.

Es algo curioso, pero normal. La historia está escrita mayoritariamente por hombres, que han tendido a hablar de las acciones de hombres, reservando la otra mitad para las reinas y para las amantes de reyes, que les fascinan a los historiadores. La princesa de Ursino fue la principal valido de Felipe V, pero de ella solo se recalcó que era una intrigante, que lo fue, e incluso hubo quien la convirtió en su amante cuando el monarca quedó viudo; algo improbable porque él tenía 26 años y ella, 70. Todo vale para justificar su poder, menos su inteligencia y su ambición.


Pese a ser licenciada en Historia, se refiere a los historiadores con cierta distancia. ¿No se ve integrada en el gremio?

Me siento historiadora, sobre todo en lo que se refiere a la historia del arte. Me gusta, leo y escribo sobre ella, pero no soy una profesional desde el punto de vista académico. Aunque si lo fuera, tendría la misma opinión que ahora: nos han contado una historia androcéntrica.


¿Es esta la razón que le lleva a decantarse mayoritariamente por protagonistas femeninas?

Como narradora, como historiadora y como observadora de la vida me interesa la historia de las mujeres. Quiero darles la voz que no han tenido. Es cierto que también hay hombres ignorados.


¿Considera que hay una forma femenina de enfrentarse a la vida?

De la misma manera que existe un modo de ser en el siglo XIX y otro en el XX, uno en Galicia y otro en Andalucía. Todo lo que nos sucede nos marca y el hecho de ser mujer hace que vea el mundo como lo que soy, una mujer. Escribo sobre ellas, pero eso no significa que escriba solo para ellas. Me ofenden los hombres que no leen un libro porque está firmado por una mujer.


¿Se considera feminista?

Claro que soy feminista. Todo el que tenga dos dedos de frente y vea lo que sucede tiene que serlo. Lo que pasa que hay gente para la que ser feminista implica ser fea, homosexual y odiar a los hombres.


¿Acepta la idea de que existen muchas historias según quien la escriba?

La historia, al igual que el periodismo, tendría que ser una disciplina casi científica, objetiva, limitándose a describir los hechos. Esto es imposible en el ser humano. Aunque lo intentemos, ya elegimos al fijarnos más en unas cosas que en otras. Es inevitable hacer una interpretación. De esto los españoles sabemos mucho, durante todo el franquismo se convirtió la historia en mito y leyenda al servicio de la ideología, al igual que pasó en los 60 y 70 con las historiografías marxistas o lo que pasa actualmente en ciertas comunidades autónomas. Un ejemplo de esta manipulación es la relación de España con la esclavitud. Parece que aquí nunca existió, pero hubo esclavos hasta 1840.n

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