Presidente del Centro Galego de Barcelona

Manoel Carrete: "Hemos pagado recibos de emigrantes sin recursos"

 Una conversación con Manoel Carrete (L'Hospitalet, 1980) es una clase de Historia sobre la diáspora gallega en Cataluña. Su padre es originario del municipio lucense de Quiroga y su madre, del vecino Bierzo leonés. Dedica horas, esfuerzo y mucha pasión por el Centro Galego de Barcelona, que preside desde hace tres años.

¿Qué hace el Centro Galego de Barcelona (CGB) para adaptarse a los nuevos tiempos y atraer a los jóvenes?
Somos una entidad atípica dentro del mundo asociativo de la emigración gallega. Tenemos la mejor biblioteca de literatura gallega de la Península, sin contar las de Galicia. Ofrecemos cursos de gallego, de música tradicional y de baile. Hemos inaugurado un restaurante donde ofrecemos gastronomía gallega, con productos denominación de origen, para acercar el país a la gente. Somos modernos cuando abrimos las puertas a otras culturas, como la catalana o la argentina. Además, el aire fresco se ve en sus asociados.

¿Cuál es el papel del CGB entre las comunidades gallega y catalana?
Es un puente de unión. El Centro no tiene ideología política, es la representación viva de Galicia en Cataluña. Hay 300.000 gallegos e hijos de gallegos en toda Cataluña. Esto significa que podemos organizar eventos con más asistentes que muchos concellos de Galicia. Yo, como presidente, jamás he cerrado la puerta a ninguna organización para que desarrollara actividades en el Centro.
¿Y cómo viven los gallegos en Cataluña la situación política que se está viviendo en la actualidad?
Con preocupación. Algunos se sienten instigados al escuchar frases como: "charnegos, llegasteis siendo unos brutos y os marcharéis siendo unos brutos". 

Entonces, la inmensa mayoría ve con recelo la propuesta independentista.
Absolutamente. Tanto jóvenes como mayores son contrarios a una hipotética independencia. Sólo un porcentaje muy pequeño la ve con buenos ojos.

No obstante, el CGB ha sido históricamente un rincón vital en desarrollo del galleguismo político y, hoy, figuras nacionalistas guardan una buena relación con la entidad. 
Efectivamente. Algunos, como Carod-Rovira y Duran i Lleida han colaborado activamente con nosotros. No podría decir lo mismo de algunos radicales que han exhortado al Centro a posicionarse políticamente.

¿Alguno en concreto?
Es público que el teniente de alcalde de Barcelona (CiU) me instó públicamente a apoyar la consulta que se celebrará en noviembre.

¿Y cómo ha cambiado el papel de la diáspora en los últimos años?
Ha cambiado el perfil del nuevo emigrante. Nosotros contamos con muchos socios jóvenes, preparados, que vienen a continuar su formación a Barcelona; otros responden al clásico perfil de emigrante no cualificado que abandona el rural para venir a la ciudad. No puedo olvidarme de muchos asociados de la tercera edad que pasan mucho tiempo en el Centro.

¿Deben adaptarse las comunidades exteriores como esta a las nuevas tendencias migratorias?
Tiene que haber actividades para todos. Estoy siempre abierto a todo tipo de actividades que se propongan. De lo que estoy muy orgulloso es de que todos los socios, sobre todo nacidos en Cataluña, sepan el himno, quién es Rosalía o Helena Villar Janeiro y Manuel Rivas cuando vienen por aquí. También mantenemos lazos con los empresarios gallegos de Cataluña. En el Centro: desde los empresarios a los "labregos".

¿Hay una visión idílica de Galicia desde fuera del país?
No. Antiguamente eso podía pasar. Ahora, los gallegos que viven aquí ven los canales de televisión gallegos, leen la prensa y están totalmente informados de lo que allí pasa. Ellos viven la Galicia real, porque muchos se desplazan allí habitualmente.

¿Qué atrae a un treintañero a presidir una asociación como esta?
A mí me "obligaron" a ser presidente. La entidad solicitó una hipoteca poco antes de iniciar mi mandato cuando nuestras instalaciones estaban más que pagadas y existía un riesgo real, porque así lo comunicó un directivo en su tiempo, de que el local fuese vendido para sufragar la deuda. Estamos hablando de un local situado en el corazón de la Rambla y que tiene un valor de 4 millones de euros, cantidad que ya nos han ofrecido. Al fin y al cabo, gestiono una empresa que vale millones de euros. 

Y usted, cuando ya estaba en Galicia, volvió.
Volví. Y no fueron unos cuantos quienes me lo pidieron, sino mucha gente.

¿Sigue existiendo ese riesgo de cierre?
Ahora no, porque he puesto dinero de mi bolsillo. Sin ir más lejos, este año 2013 he abonado 9.000 euros para hacer frente a pagos por adelantado: pagar a los trabajadores, facturas, la hipoteca... He tenido que enviar cartas, alguna al presidente de la Generalitat para pedir dinero. 

¿Se sienten instrumentos del poder político cuando llegan las elecciones y, por el contrario, cuando terminan, descuidados por parte de las administraciones públicas?
No. Hay que seleccionar el dinero público para centros en la emigración que ofrecen otro tipo de servicios, como la asistencia sanitaria en los centros de Buenos Aires. No tenemos por qué sentirnos utilizados al tener muchos empadronados en Cataluña, pero sí hay muchos votos de residentes desplazados. En las últimas elecciones municipales, partieron de aquí 6000 votos. La mayoría para Lugo y Ourense.

¿Siente el respaldo de la Xunta de Galicia?
Depende. Nosotros, en proporción, no recibimos las ayudas necesarias para mantener unas infraestructuras como estas. Tenemos unas necesidades específicas. Por aquí han pasado, en el último año, cónsules, rectores de universidades y vienen aquí, no a otra entidad. Esperemos que todo mejore gracias a las buenas relaciones con el secretario de Emigración. El CGB es algo distinto y, con la crisis, estamos llevando a cabo una gran labor.

Apoyo social.
Efectivamente. Hemos pagado recibos de emigrantes sin recursos, algunos por valor de 700 euros. Buscamos residencias geriátricas a aquellos que las necesitan. Y prestamos una gran asistencia psicológica a socios enfermos o en riesgo de exclusión social. Tengo mucha gente que muere sola. Actualmente, contamos con una persona que padece cáncer y somos como su familia. Y muchos casos más.

Hay gente que lo espera en Galicia, ¿cuándo volverá y qué espera hacer allí?
Espero que pronto. Yo soy gallego aunque haya nacido en Cataluña. Como presidente del Centro nunca me he metido en política, porque no es mi papel. Pero me quedan apenas meses en el cargo y no sé si me presentaré a la reelección. Nadie le dedicará tanto a esta asociación como se dedico yo, eso lo tengo muy claro. Me han ofrecido hasta siete partidos ser cabeza de lista y nunca aceptaré nada siendo presidente. Aunque, yo loco no estoy y no me gusta qué rumbo lleva el país, así que nada es descartable. n

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