Gerardo Fernández Albor Presidente de la Xunta de Galicia entre 1982 y 1987

"Ya me aburre leer y la tele, de lo único que no se cansa uno es de vivir"

Gerardo Fernández Albor en una imagen de archivo.
photo_camera Gerardo Fernández Albor en una imagen de archivo.

 "Aquí me tienes, aburrido de leer, aburrido de ver la televisión... De lo único que no se cansa uno es de vivir".

El 7 de septiembre Gerardo Fernández Albor cumplirá 100 años. "No quiero homenajes ni más entrevistas. Al día siguiente le pediré a Dios que me deje un día más y después otro día más porque este país es maravilloso y estoy feliz en esta tierra. Sólo necesito caminar un poco, salir, bañarme en la piscina, que este año todavía no lo he conseguido, y que sigan vivos los míos. Es lo más importante. Si me faltase alguno ya no querría vivir".


Recibe al periodista en el salón, sentado detrás de una mesa supletoria en la que acumula libretas con sus anotaciones. Son las cinco de la tarde y estamos en Neverland, según reza el rótulo formado con azulejos en la entrada de su vivienda en una parroquia de Ames. "Es cosa de mi hija. Estuvo enamorada de Michael Jackson y como él tenía una casa que le llamaba Neverland puso ese letrero y ahí quedó. A la gente le hace mucha gracia". Pues en el País de Nunca Jamás reside una figura clave en la historia reciente de Galicia, un hombre casi centenario que conserva intacta la ilusión de un niño. Como médico cirujano sigue recetando el infalible remedio de "no enfadarse nunca" para conservar la lozanía. Aunque ha pedido que la conversación se celebre sin fotógrafo por sana coquetería, su aspecto y lucidez contradicen al DNI y al calendario.
Se doctoró en Medicina por la Universidad de Salamanca, fundó la clínica La Rosaleda en Santiago de Compostela, presidió la Xunta entre 1982 y 1987 y en su etapa como eurodiputado tuvo un papel decisivo en la reunificación de Alemania. El retrato de Gerardo Fernández Albor es el único de personalidades españolas que cuelga en la sala de arte del Bundestag y posee, entre otras distinciones, la Gran Cruz de Isabel la Católica. A este apabullante currículun hay que añadirle otra curiosa actividad: aviador con grado de teniente. "Eso es divertido porque yo nunca quise ser militar, ni cuando terminó la Guerra Civil. Pensando en el futuro de la aviación nos enviaron a Alemania para formarnos. En Madrid protestaban porque llevábamos año y medio y los alemanes respondían que todavía no estábamos preparados. Yo el primer ataque aéreo que hice fue el desfile de la victoria en Barcelona. Esa fue toda mi actividad militar".

“ES TÚ OBLIGACIÓN"


Su padre, propietario del Hotel Estrella y con tertulia propia que frecuentaban médicos como Nóvoa Santos, quería que heredase el negocio familiar; su madre que estudiase una carrera. "Y ganó mi madre", aunque acabó siendo médico como esos señores importantes que saludan a su padre. En política se enredó por casualidad y por un consejo que le dio María Asunción, su mujer, a la que cariñosamente llama 'Chon', e hija de Baltar, otro médico histórico. "Mi señora es la que me ha hecho a mí. Un día saliendo de operar le dije que me habían propuesto meterme en política. Ella me respondió: 'Yo creo que es tu obligación, es tu deber entregarte a la gente'. Me quedé asustado. Añadí que era para ser candidato a la presidencia de la Xunta y me dijo: 'No, eso no'. Pero como era por Alianza Popular, que no iba a ganar, me animó a dar el paso". 


'Chon', trece años más joven que Fernández Albor, también luce un aspecto estupendo, como si los estragos de la vejez pasasen de largo por Neverland. Se acaba de marchar y no ha escuchado los piropos del hombre que le declaró su amor en el portal de sus abuelos, a unos metros de la casa en donde nació el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.


No fue Manuel Fraga el que le pidió encabezar la lista de Alianza Popular en las primeras elecciones autonómicas de Galicia en 1981. "Fraga ni se enteró. A mí me lo pidió 'Totora', que estaba haciendo las listas". 'Totora' es la periodista y política María Victoria Fernández España y Fernández Latorre, que firmaba sus artículos como Victoria Armesto desde que se casó con el también periodista ourensano Felipe Fernández Armesto, que a su vez firmaba como Augusto Assía. "Al principio le dije: 'Totora', si yo no soy del PP, soy democratacristiano, conservador de derechas y no creo que sirva ni me interesa porque estoy metido en la clínica La Rosaleda". Con esos mismos argumentos había rechazado un tiempo antes la propuesta de Meilán Gil para ir en las listas del Senado. "Si le hubiese dicho sí a Meilán, quizá hubiese cambiado la historia de Galicia y también la mía", matiza antes de seguir con el relato. 

DOS GRANDES OVACIONES


"Pero Totora me dijo que podía ir como independiente". Las razones que le esgrimían ella y Augusto Assía para animarlo eran las mismas que Fernández Albor blandía ante Suárez Núñez, rector de la universidad para que fuese él quien ocupase el puesto de salida. Ante esa contradicción y gracias a la bendición de 'Chon', llamó a 'Totora' para comunicarle su respuesta afirmativa tres horas antes de que terminase el plazo para presentar las listas. "Al otro lado del teléfono escuché una gran ovación. En mi vida he tenido dos grandes ovaciones. Ésa y otro silenciosa la noche en la que me presentaron la moción de censura de laque no merece la pena hablar. Fui con mi mujer a cenar a Pontevedra para despejarnos y en el restaurante la gente se puso en pie hasta que nosotros nos sentamos. Yo siempre dije lo que soy: un católico de derechas, un conservador. Y la gente sigue queriéndome, también los de izquierdas y los galleguistas". Ramón Piñeiro fue uno de sus grandes amigos y referentes políticos. 

Monárquico insobornable


Gerardo Fernández Albor también se considera monárquico insobornable. "Porque si no lo eres, tampoco eres demócrata y fue el rey el que nos trajo la democracia. Yo sé lo que es vivir en una dictadura, sé lo que es la República, la Guerra Civil y la Transición. Si no eres demócrata, no eres una persona digna y libre porque vivir en un país sin democracia es mejor no vivir". 
Aunque no le disgustan algunas cosas que hizo el dictador  Francisco Franco, siempre lo esquivó para no tener que estrechar su mano cuando ejercía como médico en el aeropuerto de Lavacolla. "Con Fidel perdí la singularidad de no haber dado nunca la mano a un dictador. Pero me llamó Fraga al convento de San Francisco y no me quedó más remedio que asistir a la reunión", comenta divertido. Lee la prensa todos los días y le entristece la situación actual. "La política es lo más hermoso que puedes hacer en la vida, porque es servir a los demás, y ahora está desacreditada porque la han desacreditado o sólo buscan el poder". 
Con una vida larga y una actividad prolija, echa la vista atrás y cree que no le ha quedado nada por hacer. "Yo hice el Parlamento de Galicia, que nadie me agradeció, y dicen que es el mejor de cualquier autonomía. Hice la radio y la televisión de Galicia para conservar el gallego y nunca me han invitado a un acto. E hice la Xunta de Galicia, que son tres edificios, para que las consellerías no estuviesen esparcidas como al principio, y ahí está". De lo que no le pueden echar la culpa es de la residencia del presidente de la Xunta en Monte Pío porque continúa pensando que tendría que estar en la plaza del Obradoiro. 
A la hora y media de encuentro Gerardo Fernández Albor comienza a estar cansado. "Pero nunca de vivir". 

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