Maruxa Sanmartín llegó a la presidencia de Maviva en 2001 para relevar a su padre, Quico Sanmartín. En este tiempo ha recibido diversos premios que la destacan como ejecutiva y directiva en toda España.
¿Cómo llegaron al acuerdo?
Llegamos tras muchos meses de análisis, porque Ferrovial es una gran multinacional. Tuvimos que pasar un examen y no fue fácil porque tuvimos aquí a las consultoras más importantes de España y nosotros somos una empresa pequeña, así que el equipo ha tenido que trabajar el triple.
¿Por qué toma esta decisión?
Queríamos que Maviva siguiera creciendo y conociendo mis capacidades en la empresa poco más podíamos aportar para el crecimiento. Necesitábamos un brazo más articulado para grandes inversiones. Y queríamos que fuera una empresa española. Porque teníamos algún novio extranjero, pero no nos interesó. Ferrovial entiende que Maviva es complementario para su brazo de servicios y ha valorado el know how.
¿Cambiará el nombre?
El nombre seguirá, lo único que cambia es la propiedad, que ya no es mía. Estoy satisfecha aunque con añoranza. Ahora me gustaría evolucionar y hacer otras cosas. Me voy con la sensación dejar a un hijo bien colocado.
¿Cuándo tomó la decisión?
Hace unos años tuvo un golpe físico y pensé “Dios déjame arreglar esto”. Así que llevo tiempo pensando en una sucesión tranquila y estructurada. Pero no me costó nada, unas pocas emociones de más pero normales.
Acaba de reunirse con los representantes de los trabajadores ¿qué les ha transmitido?
Ha sido muy emocionante y los hemos tranquilizado porque no van a cambiar sus condiciones. Las cosas seguirán igual, pero tenía que reunirme con los comités de empresa al salir del notario.
¿Aún estará un tiempo en Maviva?
Como en todos estos acuerdos, nadie es tan bruto de echarte con una bolsa de dinero, así que estaré aquí dos años prestando servicios de asesoramiento, para ser vínculo con la que ha sido mi gente y para presentarles a mis clientes.
