CUENTA DE RESULTADOS

¿Son cuentas de la lechera los Presupuestos?

De Guindos, Sáenz de Santamaría y Montoro, el viernes en rueda de prensa.
photo_camera De Guindos, Sáenz de Santamaría y Montoro, el viernes en rueda de prensa.

Un aumento del 2% del PIB supondría la creación de casi 350.000 empleos; es decir, el Gobierno no está jugando con números, sino con personas. Si las previsiones son incorrectas, su vida se verá afectada.

El Gobierno ha presentado sus cuentas para 2015. Si siempre cuesta creerlas, dada la dificultad de presupuestar con rigor y también la tendencia a los malos hábitos del Gobierno de turno, esta vez todavía más. De entrada, la hipótesis de un crecimiento del 2% ignora los efectos del estancamiento europeo, que España acusará. Por tanto, se impone la cautela ante los nuevos presupuestos de Rajoy, en la recta final de la legislatura, que es cuando los gobiernos suelen echar la casa por la ventana, camino de las urnas.
Los presupuestos se colocan, pues, al margen de la parálisis de los grandes países de la eurozona, lo cual disminuye su credibilidad. ¿Por qué tiene tanta importancia la proyección de una tasa de crecimiento? Un aumento del 2% del PIB supondría la creación de casi 350.000 empleos; es decir, el Gobierno no está jugando con números, sino con personas. Si las previsiones son incorrectas, la vida de esas personas se verá afectada. Quienes hacen este tipo de cuentas suelen tener el empleo asegurado y tal vez se olvidan de que detrás de lo que ellos escriben en una hoja de cálculo hay gente con cara y ojos que no lo tiene. Cuando menos, el ministro de Economía, Luis de Guindos, debería explicar con detalle su arriesgada hipótesis de un 2% de crecimiento.
Si no se aclara este punto, todo lo demás apenas sirve para nada, ya que el crecimiento no solo condiciona el empleo, sino también los ingresos del Estado. Suponer, como hace el Gobierno, que la recaudación necesaria para afrontar los gastos previstos estará garantizada por la recuperación económica es mero voluntarismo.
España tiene un corsé incómodo, el cumplimiento del déficit público, y con eso sí que no podrá especular, bajo la atenta mirada de Bruselas. Tampoco podrá maquillar la deuda, que se lleva nada menos que la primera partida del presupuesto. Por mucho que hayan bajado los intereses, el monto de la deuda está ya por encima del billón de euros –probablemente iguale el volumen del PIB a finales de 2015- y consume más de 35.000 millones en un presupuesto realmente pequeño para ese nivel de gasto financiero. Como dato de referencia: el techo de gasto no financiero es de solo 129.060 millones.
Las números son francamente malos y el Gobierno intenta maquillar la situación lo mejor que puede, a sabiendas de que el papel puede con todo. Una prueba de la cruda realidad es que, dando incluso por válidos los datos oficiales, España habrá destruido en la legislatura de Rajoy (2011-2015) casi 400.000 empleos, lo que supone reconocer –ya de entrada- que este país tendrá en el mejor de los casos más de cinco millones de parados en 2016.
Rajoy lleva años recortando a granel, sin distinguir apenas entre gasto productivo e improductivo, ha renunciado a modernizar la estructura del Estado para eliminar ineficiencias, no ha logrado cambiar el modelo productivo, ha hecho una caricatura de reforma fiscal y ahora se encuentra con que los números no le salen; máxime cuando debe cumplir objetivos de déficit y de deuda que le imponen desde Bruselas.
Políticamente, en un año electoral, puede parecer comprensible que no quiera tocar el ajuste de gastos, pero desde el punto de vista presupuestario, es un riesgo no hacer bien los deberes. Dicho de otro modo: Rajoy todavía está a tiempo de controlar los gastos pero no tiene en su mano garantizar unos ingresos sujetos al voluntarismo. Sus cuentas pueden ser las de la lechera.
@J_L_Gomez

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