En el Día Mundial de la Hepatitis, uno de los especialistas en esta enfermedad, el responsable de Patología Infecciosa del Chuvi repasa algunos de los nuevos fármacos a disposición de médicos y enfermos para tratar la hepatitis C que pueden llevar a porcentajes de éxito superiores al 90%.
El problema de la hepatitis C es que no tiene síntomas.
Es una enfermedad silenciosa, que en la mayor parte de los pacientes no da ninguna sintomatología hasta fases avanzadas. A veces incluso tiene manifestaciones fuera del hígado. Lo que hay que conocer son las vías de transmisión o las conductas de riesgo y realizar las pruebas diagnósticas.
¿Cuáles son esas vías?
En España han sido las transfusiones sanguíneas antes de que se descubriera el virus de la hepatitis C, antes del año 90. Las personas que han tenido adicción a drogas por vía parenteral y las personas con prácticas sexuales de riesgo, fundamentalmente la promiscuidad entre varones sobre todo. Es verdad que también existen otras prácticas que producen casos como la realización de tatuajes o piercings en condiciones higiénicas que no hayan sido las adecuadas. Hay algunas personas que se han contagiado en la práctica de alguna técnica de diagnóstico o terapéutica en el ámbito hospitalario, por la utilización de material que no ha sido esterilizado adecuadamente.
¿Cómo está la situación?
En España se calcula que hay unas 800.000 personas infectadas por la hepatitis C y que las tasas de infección oscilan entre el 1 y el 2%. Entre el 70 y el 80% de las personas infectadas lo desconocen. El primer obstáculo que tenemos para acabar con la epidemia de hepatitis C es que la mayor parte de las personas no están diagnosticadas. De los que conocen su enfermedad han sido tratados entre un 10 y un 15% y se curan de ellos un 6%. Se diagnostica poco, se trata menos y se cura menos. A día de hoy, que tenemos fármacos que permiten tasas de curación superiores al 90%, esta situación no debería continuar.
¿Hay algún síntoma que indique que hay que ir al médico?
El síntoma más frecuente es la astenia, el cansancio, pero eso lo pueden producir muchas cosas. El 80% de las personas con hepatitis C en algún momento tienen las enzimas hepáticas, las transaminasas, elevadas pero tampoco es un marcador constante. Fundamentalmente es el conocimiento de las vías de transmisión y realizar la técnica diagnóstica.
¿Y los tratamientos?
El tratamiento clásico de la hepatitis C era Interferón, que hay que inyectar, en combinación con unas pastillas que se llaman Ribavirina. Con ellos el porcentaje de curación estaba en el 45%. Hace dos años se comercializaron los dos primeros antivirales de acción directa, con los que se estaban obteniendo tasas de curación entre el 70 y el 80%. El problema es su elevado coste, la toxicidad muy marcada y que había enfermos que no respondían. Hace una semana se ha autorizado en España un fármaco de segunda generación, el Simeprevir, Olysio es el nombre comercial. Sus ventajas es que se puede administrar una vez al día una sola pastilla, asociado a Interferón y Ribavirina, y permite acortar el tratamiento. Permitirá, con otros fármacos pendientes de aprobación, que podamos tratar la hepatitis C con dos pastillas al día y porcentajes de éxito superiores al 90%. El problema es el coste que son 25.000 euros el tratamiento de Olysio. Otro tema importante es el acuerdo de techo de gasto, el Ministerio de Sanidad y el laboratorio acordaron un techo de gasto de 70 millones de euros, por debajo de eso se financiará por la sanidad pública, lo que pase por encima lo asumirá el laboratorio. Es un acuerdo muy importante, un hito en la sanidad. n
