Más allá de la voz, las manos también saben hablar
Porta do Sol acoge la celebración del Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas, con una alta participación
Reivindicar la lengua de signos, promover su enseñanza y romper estereotipos. Ese fue el objetivo de la jornada en Porta do Sol, con motivo del Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas, organizado por Asorvigo. Gracias a intérpretes, personas sordas signaron con los visitantes.
Rafael Pozo, de Asorvigo, pidió que “la gente no tenga miedo” y recordó que es “una lengua maravillosa, fácil y rápida”. Además, remarcó que los niños “pueden aprender signos y lengua oral” sin problemas.
Leonor Ruiz, presidenta de Asorvigo, añadió: “Nos gustaría que todos los coles tuvieran lengua de signos”. Aunque reconoce que “depende de la administración”, sería ideal para “eliminar barreras comunicativas”.
No hay gallego, sí acentos
En España hay dos lenguas de signos: español y catalán. “Existen acentos según la comunidad”, explicó Ruiz.
Sobre la actividad, Pozo destacó: “Es un día para visibilizarnos”. Padres, niños y políticos acudieron. “Antes había vergüenza de signar”, pero ahora “no tenemos complejos ni miedos”.
Leonor Ruiz recordó que “somos una discapacidad invisible”. A veces no contestan porque “simplemente no oímos”.
“Si te giras mientras hablas, perdemos el hilo”
Hablar con una persona sorda no debe generar nerviosismo. Con pautas básicas de respeto, el contacto es natural y enriquecedor.
Mantener siempre el contacto visual es fundamental. “Si te giras, perdemos el hilo”, explican. Vocalizar despacio y claramente ayuda. Frases sencillas y gestos naturales son muy útiles.
El saludo con la mano es universal, según Leonor Ruiz, presidenta de Asorvigo. “Cualquiera lo entiende”, indica.
Hablar en un lugar iluminado es otro punto clave. “En la oscuridad no vemos”, dice Rafael Pozo.
Gritar no sirve de nada. “No escuchamos más así”, aclara Pozo. Vocalizar sin sonido también ayuda.
Escuchar es tan importante como hablar. “A veces no nos dejan responder”, lamenta Pozo. La comunicación debe ser bidireccional y empática.
Si no se conoce signos, hay alternativas: escribir, mímica o pedir ayuda a intérprete. “Buscamos estrategias con oyentes”, concluye Rafael.
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