“De Togo aprendí una gran sabiduría en humanidad, escuchar al otro hasta el final”

RAMÓN DELGADO LACALLE MISIONERO EN TOGO INVITADO POR MANOS UNIDAS A VIGO

"Podemos imaginar la pobreza pero no somos capaces de imaginarnos viviendo en esas condiciones, a mí siempre me sorprenden"

"Somos un poco injustos. África es un continente muy rico, explotamos sus minerales pero no creamos mano de obra allí"

Ramón Delgado esta estos días de visita en Galicia.
Ramón Delgado esta estos días de visita en Galicia.

Ramón Delgado es un cura diocesano de Burgos y estuvo diez años de misionero en Togo, hasta mayo del año pasado, como miembro del Instituto Español de Misiones Extranjeras. Estos días recorre varias ciudades gallegas para concienciar sobre en la campaña contra el hambre de Manos Unidas, que celebra mañana su día del ayuno voluntario y el domingo una colecta en las parroquias. Esta tarde dará una charla en el salón de actos de la ONCE (20:00 horas).

¿Cuál fue su aprendizaje vital durante sus años en Togo?

No he sacado conocimientos científicos, pero sí una gran sabiduría en humanidad, lo que es escuchar al otro y dejarle hablar hasta el final. Nosotros cuando tratamos un problema nos interrumpimos constantemente, allí se le deja a uno hablar hasta el final, luego se le da voz al siguiente, habla del más joven al más viejo, cuando le toca a éste ya ha escuchado todo y la sentencia que pronuncia ya no se discute más. Puede durar horas.

¿Somos capaces de imaginar la pobreza?

Ni yo mismo soy capaz de imaginar, no sé cómo se las ingenia la cocinera porque yo en la cocina no veo nada, el día que ella no está no sé cómo se puede hacer una comida que sepa a algo y allí las comidas saben. Nosotros no podemos imaginar una cocina sin frigorífico, allí abres el armario y te encuentras media cebolla un poco seca por el calor, un diente de ajo, uno o dos tomates y el bote de harina de maíz o mijo para hacer la pasta. Podemos imaginar la pobreza pero no somos capaces de imaginarnos viviendo en esas condiciones, a mí siempre me sorprenden, por ejemplo cómo con un calderito de agua se duchan tres personas.

Se puede hacer mucho más.

Siempre se puede hacer, sobre todo crear condiciones. Nuestro mundo es un poco injusto: África es un continente inmensamente rico, tiene gran cantidad de minerales valiosos que están enriqueciendo nuestro mundo para móviles, nuevas tecnologías o nuevos materiales para fabricar vehículos, diamantes, oro, pero no estamos creando mano de obra allí, se crea riqueza aquí y se paga algo a los gobiernos o a tribus pero no llega a la población.

Usted estuvo en la Diócesis de Dapaong, ¿de qué viven?

El 95% de la población vive de la agricultura, si sale un año malo la hambruna está asegurada para todos. Durante cuatro meses al año llueve mucho y el resto no cae ni una gota, por eso tampoco pueden mantener granjas, solo animales pequeños, como digo yo todo lo que no vale para nada es grande y todos lo que vale es pequeño.

El 15% de la población tiene menos de 15 años, ¿cómo son las escuelas?¿Van niñas?

Hay una dificultad añadida porque hay muchas lenguas pero la lengua oficial, también en la escuela, es el francés y tardan casi dos años en hacerse con ella. Luego viene la Secundaria y el nivel de fracaso escolar es importante, lo van dejando porque no pueden pagar o porque la masificación (100 niños por clase) lo hace más difícil. A la Universidad va el que tiene medios, una beca o muy buenas notas y le podemos ayudar, son dos o tres por promoción. Las niñas están bien introducidas, los chicos cada vez ayudan más en casa.

¿Conviven bien con los musulmanes de la zona?

Togo era un país de religión tradicional africana, la religión cristiana puede ser un 25% y la musulmana un 25%. En nuestra zona un imán nos cedió terrenos para construir nuestra iglesia y nos ayudó con materiales y mano de obra. Dijeron que cuando ellos habían hecho la mezquita los cristianos habían ido a ayudarles. La relación es buena, ellos nos mandan un muslo de cordero en Ramadán y nosotros gallina en Pascua. Ellos también valoran que hagamos escuelas, pozos y ayudemos a la población a través de la Juventud Agraria Cultural Católica. Esta estructura diocesana tiene diez mil afiliados de la zona. Manos Unidas colabora muy directamente con ellos y con la Cáritas de allí, y esto permite un desarrollo.

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