METEOROLOGÍA
Una masa de aire frío y nevadas reciben el invierno
Steve Osborne fue diagnosticado de diabetes con 28 años. No había diabéticos en su familia y él lo supo en el preoperatorio para sacarse las amígdalas. “Me hicieron una analítica y la glucosa salió súper alta. Me enteré en ese momento, aunque yo ya tenía síntomas de antes porque empecé a perder peso, a beber y comer mucho y orinaba bastante. No conocía la enfermedad y no imaginaba que podía ser diabetes”. Reconoce que cuando recibes el diagnóstico “te cae el mundo encima” y que aunque todo el mundo la conoce “realmente no sabes lo que es hasta que no lo vives”.
La enfermedad se instaló en su casa por partida doble en el año 2014, porque en febrero le diagnosticaron a él y en junio de este año a su hijo que entonces tenía 15 meses. “En ese momento yo estaba aprendiendo todo y fue mi mujer la que se dio cuenta de que el niño estaba perdiendo peso. Le hicimos una prueba en casa y resultó que sí”. Para ellos fue complicado gestionar los altos y bajos de su hijo hasta los tres años, porque hasta edad no dicen lo que les pasa.
“El control diario es muy agotador, pero ahora usamos bombas de insulina con unos sensores que miden la glucosa cada cinco minutos y administran la cantidad necesaria cuando es necesario. La tecnología ayuda mucho”, señala. Pero no se reduce solo a esto. Asegura que convivir con la diabetes exige una vida planificada en la que siempre hay que tener en cuenta las actividades que van a hacer en el día, las cantidades de hidratos y grasa en las comidas, el humor con el que se levantan, todo lo que pueda afectar a los niveles de glucosa.
Sin embargo, a pesar de las dificultades viajan, comen fuera y hacen otras actividades. “Nunca dejamos de hacer cosas por la diabetes, siempre nos acompaña”.
Steve Osborne asegura que la asociación de nenas, nenos e xente nova con diabetes (Anedia) les ayudó mucho a ellos y a otras familias. “Hemos crecido con ellos, su trabajo es de agradecer”, concluye.
“Me planteé un reto para demostrar a una persona con diabetes que si quiere hacer algo tiene que perseguirlo. No hay que dejar que la enfermedad te limite, con controles se puede hacer una vida normal”. Con esta idea salió Steve Osborne a recorrer en bicicleta los 180 kilómetros que van de Vigo a Santiago, ida y vuelta, y consiguió su objetivo. Fueron siete horas y cuarto de ejercicio físico, consumiendo hidratos y bebiendo para mantener a raya la insulina. Lo hizo el año pasado coincidiendo con el Día Mundial de la Diabetes, que se celebra el 14 de noviembre, como “un gesto simbólico”. Ahora está empezando a darle vueltas al reto de este año, de nuevo con la idea de animar a las personas que tienen esta dolencia.
Si le preguntan que cosas mejoraría en la atención a estas personas señala dos frentes. El primero es la necesidad de cuidadores en los centros educativos. Su hijo tuvo cuidadora porque era una persona contratada para atender también a una alumna con discapacidad, pero cuando esta niña cambió de centro su hijo quedó en manos de la buena voluntad de las profesoras. “Tuvimos muchísima suerte, las dos tenían buen corazón y nos ayudaron muchísimo”. La segunda petición tiene que ver con mejorar la salud mental. “No solo la diabetes, también otras enfermedades necesitan esta ayuda. La diabetes es una enfermedad con muchísimas complicaciones, puede matar en cualquier momento. Puede producir ansiedad, depresión, piensas que estás quitando tiempo a los demás por tus problemas de salud, tienes que tener una rutina, si te da un bajón tienes que descansar. Son muchas cosas”.
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