Renfe plantea quitar el control de seguridad de trenes en Urzaiz

Renfe está evaluando la posibilidad de eliminar los controles de seguridad en estaciones de alta velocidad como la de Urzaiz. Pasar el control de seguridad, que consiste en pasar todo el equipaje por un escáner similar al de los aeropuertos, es obligatorio para coger cualquier tren en la estación de Vialia, tanto para los trenes AVE como para los del Eje Atlántico. Estos controles también se realizan en las estaciones de A Coruña y Pontevedra, mientras que en Santiago solo para algunos trenes. Por el contrario, no es necesario en la estación viguesa de Guixar, desde donde siguen saliendo los trenes regionales y el tren Celta a Oporto.

Esta consideración parte de un debate planteado por el nuevo presidente de Renfe, Álvaro Fernández Heredia, quien compartió un artículo de "El Economista" en sus redes sociales que argumenta que los controles de equipajes en los trenes de alta velocidad son costosos, ineficaces y generan inconvenientes para los viajeros.

Fernández Heredia calificó como “interesante” el debate sobre la posible retirada de los controles y recordó que éstos se implementaron con la inauguración de la línea Madrid-Sevilla en 1992, cuando España buscaba presentar una imagen de prestigio y seguridad similar a la de la aviación. En aquel momento, el AVE era el escaparate del mundo y se quería evitar cualquier fallo, adoptando medidas que imitaran el estatus del transporte aéreo. Sin embargo, reconoce que pasaron más de 30 años desde entonces, y el contexto y las necesidades cambiaron significativamente.

Estos controles no están respaldados por ninguna normativa nacional o supranacional, y España es el único país occidental que los mantiene en alta velocidad. De hecho, la Unión Internacional de Ferrocarriles recomienda no realizar este tipo de inspecciones. Los controles de seguridad en las estaciones de alta velocidad obligan a los viajeros a llegar antes a la estación y pueden producir retrasos en los trenes y congestión en las estaciones. Además, el coste de mantener estos controles es de aproximadamente 13 millones de euros al año, y requiere unos 360 vigilantes, lo que se traslada a los viajeros a través del precio del billete.