La prohibición de los móviles frena el auge del ciberacoso en institutos de Vigo
Educación
Los ‘puntos naranja’ instalados en los centros para denunciar casos de bullying comienzan a dar sus frutos
El acoso escolar es una realidad que está más presente que nunca en centros educativos de Vigo, principalmente institutos. A pesar de que cada vez hay más protocolos y medidas de actuación que se aplican ante estos casos, e incluso a modo de prevención, en los últimos años los docentes han detectado que es el –mal– comportamiento de los menores en redes sociales el que inicia e incluso perpetúa algunos de los conflictos que acaban perjudicando la convivencia en las aulas. Un comportamiento que se da fuera del centro escolar y que, por lo tanto, se escapa de su control. Es por esta razón que la prohibición de los teléfonos móviles en clase impulsada por la Consellería a principios de este año, según los directores de centros, contribuyó a frenar parte de ese ciberbullying.
Así lo ratifica José Bértolo, director del IES Álvaro Cunqueiro, donde la prohibición de los dispositivos en todos los ámbitos del centro ya era efectiva desde hace varios años a raíz de las políticas del propio instituto: “Esa fue una medida que frenó mucho ese medio de acoso. Se hacían fotos o se enviaban mensajes dentro del centro educativo que podían molestar a sus compañeros y esas problemáticas se redujeron mucho”.
Cándido Paniagua, director del IES Castelao, apunta en la misma dirección, aunque reconoce que “podemos controlar lo que hacen en redes sociales mientras están aquí porque el uso de los teléfonos está prohibido, pero lo que hacen fuera no. Para mí ese es el problema más relevante”.
Puntos naranja
Casi a la vez que se prohibió a nivel gallego los móviles en colegios e institutos, la Consellería puso en marcha en todos los centros públicos gallegos una campaña contra el acoso escolar a través de los ‘Puntos naranja’, que consisten en un buzón en el que los alumnos, de manera anónima, pueden informar de casos de acoso para que el equipo docente ponga en marcha los pasos a seguir una vez identificado el problema. Además, para garantizar el completo anonimato, los centros están obligados a habilitar a mayores un buzón online a través de la página web.
Se trata de una herramienta que desde los equipos directivos valoran positivamente. Como el propio Paniagua señala, “en los tres meses del pasado curso que estuvo activo el punto naranja recibimos tres avisos sobre casos que nos pusieron en alerta”. Este docente señala que todos fueron a través de la versión online del punto naranja, ya que “aunque está en un sitio discreto del instituto, no creo que los niños quieran que alguien los vea meter un papel ahí”.
Bértolo indica también que en el IES Álvaro Cunqueiro “recibimos algún aviso a través del buzón online que dio pie a alguna actuación por nuestra parte” y añade que la experiencia del punto naranja le parece positiva. Este director comenta también que detectar un caso de bullying es muy complicado y normalmente son las propias víctimas o sus familias quien pone sobre aviso al claustro, aunque también se dan casos de observadores ajenos que “ven una situación de hostilidad y nos lo comunican”, por eso ve “muy útil” este punto naranja.
“En la mayoría de los casos, las víctimas de acoso acaban yéndose de sus centros”
Para Aída Blanco, presidenta de la asociación Amino, que lucha contra el maltrato infantil, abuso y el acoso escolar, el problema subyacente del bullying en colegios e institutos de Vigo está claro: “No se aplican los protocolos existentes como debería porque no hay una formación adecuada”. Valora positivamente que, al contrario que hace varias décadas, sí que se trata el acoso escolar en las aulas y existen métodos de prevención, pero sin una formación más en profundidad para los coordinadores de bienestar de cada centro –una figura responsable de velar por la buena convivencia y aplicar los protocolos ante el acoso escolar que Aída defiende que debería ser externa en lugar de ser un miembro del claustro–, todo ese trabajo es ineficaz. Es por eso que “en muchos casos son las víctimas las que acaban yéndose del centro escolar porque la situación se dilata mucho en el tiempo y el acoso termina siendo inaguantable, a pesar de que en el protocolo aparece la posibilidad de expulsar a los agresores”. Blanco opina también que se llegó “tarde” a la prohibición de los móviles en las aulas, ya que el acoso por redes sociales acaba trasladando las situaciones de hostigamiento: “Antes los niños se iban a casa y podían estar tranquilos, ahora es todo el día a todas horas”, lamenta.
Contenido patrocinado
También te puede interesar