El parricida de Sárdoma logra una pena mínima y se libra del jurado

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La Audiencia condena a 5 años y 10 meses al hombre que mató a su padre y ocultó el cuerpo

a.j.pastor. vigo

Publicado: 07 oct 2020 - 01:10 Actualizado: 08 oct 2020 - 02:59

El parricida de Sárdoma, condenado a 5 años y 10 meses de prisión

Manuel Alonso mató a su padre octogenario a golpes. Le destrozó la cabeza con un objeto contundente y ocultó su cadáver en un cobertizo de la finca familiar en Sárdoma. Después se fue a trabajar como un día cualquiera. Era el 27 de diciembre de 2018. Tras amortajar el cadáver, atándolo de pies y manos con un cinturón y cinta carrocera, lo cubrió con telas y bolsas plásticas y la víspera de Fin de Año, lo trasladó en una carretilla hasta una zona forestal de su parroquia, situada en el Camiño Pontillón, junto al Lagares, donde lo depositó y cubrió con ramas de arbustos y cañas.

El parricida confesó los hechos y ayer, ante la Audiencia en Vigo, donde estaba previsto ser juzgado por un jurado popular, logró una condena mínima de cinco años y 10 meses de cárcel, tras un acuerdo previo entre Fiscalía y defensa que evitó la celebración de la vista. Inicialmente, el acusado se enfrentaba a once años y medio de cárcel por un delito de homicidio con la agravante de parentesco y las atenuantes de confesión y alteración psíquica. Así lo calificó el ministerio público, que en su escrito señalaba cómo el acusado “le propinó los golpes a su padre con intención y plena conciencia de acabar con su vida o, en cualquier caso, asumiendo y aceptando cualquier resultado que se derivara de su acción, incluida la muerte”.

Finalmente, el acuerdo dejó el parricidio en una pena mínima al considerar como muy cualificadas las dos atenuantes. En el primer caso, la de confesión, la ley establece que se puede considerar muy cualificada al entender que ésta es de especial relevancia para la investigación. En el segundo caso, se habría modificado el escrito inicial sobre el estado en el que se encontraba el parricida en el momento de cometer el crimen y la percepción que tenía sobre lo que había hecho. Manuel se derrumbó durante el registro de la finca que comparten las dos viviendas, la de él y su padre, y donde tuvieron lugar los hechos. Lo hizo en presencia de la letrada judicial y posteriormente ante la Policía. Aún no había sido detenido, pero había importantes indicios que dirigían las sospechas hacia él.

Ayer, el propio tribunal condenó ‘in voce’ al hijo de la víctima, en una vista que apenas se prolongó durante diez minutos a la que no acudió ningún familiar. Con esta condena, Manuel podría salir de la cárcel a medio plazo, al descontarle el tribunal el tiempo que ya lleva en prisión provisional, más de un año y medio desde su detención, el 10 de enero de 2018.

Un hallazgo macabro y días de angustia

La alerta saltaba tras las fiestas navideñas. El 7 de enero, dos vecinos de Sárdoma encontraban el cadáver de Manuel Alonso, de 81 años, que compartía nombre con su hijo, envuelto en bolsas de plástico y cubierto con ramas. Estaba en el Camiño do Pontillón, una zona no muy lejos de su vivienda. Las personas que lo encontraron fueron expresamente a buscar a Manuel, tras el aviso de una vecina preocupada por no tener noticias del hombre. La hija de la víctima había puesto la denuncia de desaparición unos días antes.

El hijo pequeño y ahora autor de la muerte del padre llegó a despistar en los inicios de la búsqueda. Nadie pensó nunca en él como el autor de una muerte tan brutal. Su entorno más cercano lo calificaba de persona buena y tranquila. Las malas relaciones con su padre podrían haber sido el detonante de una final trágico. Éste fue el primer caso en Vigo en el que se llevó a cabo una reconstrucción de los hechos. El parricida acudió con la Policía, una vez fue arrestado tras derrumbarse. Pero no aclaró todas las incógnitas que ahora quedarán por resolver, entre ellas cómo trasladó el cadáver de su padre. La Policía encontró restos en una carretilla por lo que se presentó ésta como pieza de convicción. Tampoco llegó a identificarse el arma del crimen. El mango de hacha hallado no tenía restos.n

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