El lazo entre Vigo y el Sahara: “Es una conexión de por vida”
Familias acogedoras del programa “Vacacións en paz” lo valoran muy positivamente; algunos ya reciben segundas generaciones
Entre Vigo y Tinduf (Argelia) hay más de 2.700 kilómetros de diferencia. Costumbres y clima diferentes. Otras formas de comunicación y de vivir. Pero desde hace 30 años se encuentran ligadas bajo el programa “Vacacións en Paz”, que no solo une a los niños con la ciudad, sino también a las familias. Una relación que se forja en los apenas dos meses que pasan los jóvenes saharauis bajo la responsabilidad de vigueses y de participantes del resto de la provincia y que, si es fuctífera (como en la mayoría de ocasiones), acaba por repetirse y por transmitirse a las demás generaciones.
Ese fue el caso de Victoria e Isabel. Amigas residentes de Mos y unidas por ese lazo (no de sangre) imaginario desde la niñez. El mismo que con una familia de los campamentos saharauis. Ambas llevan 20 años hospedando a los hijos de una familia del Sahara. “Con Jadiya es la sexta que acogemos, todos de una misma familia. Es curioso porque el primero que tuvimos fue su tío”, aseguró Victoria, quien asegura que el programa no solo le ha aportado experiencias vitales a los niños, sino también a los adultos. Algunas, difíciles de olvidar: “Todos son encantadores y muy buenos, aunque uno de ellos era muy hiperactivo y fue algo loco”.
Isabel fue más allá. Visitó los campamentos. “Y lo haría otra vez”, señala. Le encantó las pequeñas tiendas, su cultura y la vida que llevaban sin apenas tecnología. Algo que ya ha cambiado. “Aquello es un desierto enorme, inmenso”, recalca. Desde su primer contacto con la familia, confiesa que le pasa todos los meses algo de dinero para que puedan sobrellevar mejor la situación que viven y que los niños puedan tener una salida porque “allí o te enrolas en el Frente Polisario o no hay nada”.
Lo económico acaba ayudando. Que se lo digan a uno de los acogidos por Isabel y Victoria. “Logró ir a la universidad, sacar sus estudios en económicas y ahora está trabajando en Ibiza”, señaló. Pese a que será la última vez que estén en el programa de forma activa, el lazo no se romperá, sino que seguirán en contacto “de por vida”.
Pomba, de A Lama, acoge por segundo año consecutivo a Hussein. Mayor de cuatro hermanos, todos pasarán por el programa “Vacacións en Paz” en cuanto les llegue el momento. “Voy a intentar traer a los cuatro”, declara. Considera el proyecto muy positivo, sobre todo cuando se vive con otro niño pequeño en casa: “Se lleva muy bien con mi hijo y es perfecto para los dos que, desde pequeños, tengan una conexión que será para toda la vida”. La felicidad que reflejan los niños es contagiosa, según Pomba, aunque detalles como el correr del agua del grifo o las escaleras mecánicas “son algo que los asombra”.
Ayer se celebró un recibimiento en el Concello. El alcalde, Abel Caballero, les deseó buenas vacaciones al medio centenar de niños saharauis que acudieron y señaló que, pese a la distancia, “sois niños de Vigo”. Aseguró que vivirán en estos dos meses actividades como paseos en barco por la Ría o algún festival infantil al que también acudirán. Puso en valor a Maite Isla, impulsora de la iniciativa y presidenta de la Asociación Solidaria co Pobo Saharaui en Galicia (Sogaps) y a las familias de acogida, esperando de ellos “afecta, cariño y cercanía para una familia que dura presencialmente un tiempo y que permanece en la memoria”.
Maite Isla, tras saludar efusivamente a los niños en su idioma, valoró “gratamente” la ayuda prestada desde el Concello, su implicación así como el de las familias presentes. Todo por la infancia y por “lograr un Sahara libre”.
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