Javier Pitillas: "Personas que vivían enclaustradas con una discapacidad severa salen con Discamino"

"Los demás no tenemos derecho a quejarnos de esas cosas tan tontas de las que nos quejamos a veces", dice el fundador del colectivo Discamino

Entrevista a Javier Pitillas, fundador de Discamino | Atlántico

Los triciclos de Discamino forman parte del paisaje vigués, pero también del gallego y de media España, con miles de kilómetros recorridos por personas con discapacidades de todo tipo y los voluntarios que los acompañan. El colectivo nació en 2009 en un momento en el que “la discapacidad permanecía escondida en casa”. Lo fundó el expolicía local, Javier Pitillas, animado por un chico sordociego, Gerardo, al que entrenaba y con el que había hecho el primer Camino de Santiago.

Su lema es “que nadie te diga que no puedes”, ¿por qué?

Al principio, la gente que contactaba con nosotros decía ¿y yo voy a poder hacer eso?. Unas veces porque uno realmente piensa que no puede y otras porque alguien les ha convencido de que no pueden para protegerles, pero lo que hacen es cortarles las alas. De ahí nuestro lema. Al final, todos, con la ayuda necesaria, pueden hacer lo que sea.

¿Cuántas personas forman parte del colectivo?

Terminamos el domingo el Camino número 140. Hemos llegado a Santiago con más de 700 personas con diferentes discapacidades físicas, intelectuales o sensoriales. Estamos haciendo ciclismo adaptado en Vigo con más de 180 personas de diferentes colectivos y particulares. Somos 95 pilotos, que son los que sudan y pedalean, y luego están los intendentes, 12 personas que nos ayudan con temas administrativos, a conducir furgonetas y a cocinar.

¿Qué les aporta como voluntarios?

Una felicidad inmensa. Para cualquier persona que hace algo que es duro y que cuesta, como el Camino, llegar a Santiago es muy emotivo porque es un reto y hay muchas cosas que llevas dentro. Pero cuando esto se hace teniendo una vida complicada por la discapacidad la explosión de felicidad es mucho mayor. A lo largo de la ruta vamos conociendo sus vidas, sus realidades, somos testigos de sus sufrimientos y de sus logros. Cuando llegan allí explotan y nosotros con ellos.

No se trata solo de pedalear.

Tenemos bicis para los que pueden pedalear con las piernas y para los que pueden hacerlo con los brazos, y hay bicisillas para los que no pueden usar ni una cosa ni otra. Nos preguntan por qué van ahí si no hacen deporte. No se dan cuenta de que también reciben los brincos y saltos, en el caso de Fany esto le aflojó las contracturas tremendas que tenía y ahora no tiene que ingresar en el hospital. Por otro lado, es la oportunidad de salir a tomar el aire y estar en contacto con la naturaleza. Personas que viven enclaustradas con una discapacidad severa salen con Discamino. Y hay otra cosa muy importante en el mundo de la discapacidad que es pertenecer a un grupo, amigos con los que vivir esta aventura.

¿Cuál fue el mayor reto?

El más largo, la vuelta a la Península. En 2023 a uno de nosotros se le ocurrió salir de Vigo por el sur y dar la vuelta a toda España por la costa, pasando por Portugal, Andalucía, el Mediterráneo, Pirineos, el Cantábrico y llegar a Vigo por el norte. Fueron 73 días de pedalear, recorrimos 4.650 kilómetros con tres compañeros con discapacidad. Fue la aventura más dura, aunque lo que más cuesta cada día es hacer y deshacer la maleta.

¿Cuántos kilómetros hacen al día?

No llevamos la cuenta. Salimos seis días a la semana y cada día hacemos tres turnos de una hora. Para que todo el mundo pueda pedalear hay que repartir los triciclos y los pilotos que tenemos.

¿Alguna anécdota curiosa?

Cuando fuimos a Roma en 2014 a petición de Gerardo. Tenía ilusión por conocer al Papa y llenamos un formulario para estar en la audiencia de los peregrinos de los miércoles. Al llegar allí no estaba abierta la oficina en la que te daban los tickets. Mi hermana, que estaba allí con Gerardo, se puso a llorar. Antes de eso, mi hermana le ofreció su chaqueta a una mujer de Argentina a la que no dejaban entrar al Vaticano porque iba de manga corta. Cuando oyó lo que nos pasaba a nosotros nos explicó cómo solicitar que nos incluyeran en la audiencia de un grupo de argentinos del día siguiente y así fue como Gerardo estuvo con el Papa Francisco, que le impuso las manos y rezó con él.

¿Qué planes tienen para este año?

Tenemos 23 caminos previstos y ya llevamos 10. El año pasado hicimos Roncesvalles-León andando, con sillas de montaña, y este año toca León-Santiago. Va a venir Gerardo, porque aparte de la sordoceguera tiene otra lesión provocada por la rubeola que tuvo su madre cuando estaba embarazada que hace que su cerebro se haga mayor más rápido de lo que le toca. Tiene 47 años, pero su cerebro tiene 90. Lleva tres años con demencia senil y queremos ofrecerle todo lo que podamos mientras sepa donde está.

¿Dan muchas charlas en colegios?

Empezamos hace años. Vamos a dos centros por semana a dar una charla con cuatro compañeros que tienen diferentes discapacidades, algunas sobrevenidas por un accidente laboral o un ictus.

¿Cuál es el mensaje?

El primero que por estar en una silla de ruedas no tienen por qué dejar de ser feliz y de pelear por sus sueños como los demás. Y que todo les cuesta mucho, un poco más que a los demás, y por tanto los demás no tienen derecho a quejarse de esas cosas tan tontas de las que nos quejamos a veces.

¿Están recaudando fondos para comprar alguna bici más?

Nosotros siempre pedimos tres cosas y el dinero es la última. Lógicamente, siempre hace falta pero somos muy afortunados porque tenemos patrocinadores que nos ayudan muchísimo. Pedimos que la gente se anime a experimentar qué se siente cuando uno es las manos de alguien que no puede hablar o ver (la comunicación se hace con las manos) y cuando uno empuja una silla de ruedas de alguien que no se puede mover. Le puede cambiar la forma de ver las cosas, incluso su propia vida, y a lo mejor se anima a ser piloto o acompañante de silla de montaña. Otra cosa que decimos es que si conocen a alguien con discapacidad que sueña con dar un paseo por el monte o andar en bici que cuente con nosotros. Fernando es un chico de Cádiz con parálisis cerebral que vive tumbado en una cama, le pusimos cuatro ruedas a la cama y pudo hacer el Camino de Santiago.

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