Irisarri y Piñera, arquitectos: “Hemos vuelto a usar la ciudad, se recuperó el espacio público”

Son referencia pero no les gusta hablar de sus premios, como la nominación al Mies Van der Rohe por el edificio del Colegio de Arquitectos y el FAD por los Departamentos de Pescadores de Cangas o que son los únicos gallegos que han estado en el Moma

Los arquitectos Jesús Irisarri y Guadalupe Piñera en su estudio en la Plaza de Portugal.
Los arquitectos Jesús Irisarri y Guadalupe Piñera en su estudio en la Plaza de Portugal. | Vicente Alonso

Los arquitectos Jesús Irisarri y Guadalupe Piñera no pueden elegir un proyecto de los muchos que han realizado en más de tres décadas de trayectoria, porque cada uno parte de una reflexión personal y “deja huella profunda”. Los hechos demuestran que han siddo pioneros, aunque no les gusta hablar de sus premios. Lo que tienen claro es que “no hemos hecho nada que no enseñaríamos".

Los múltiples premios eligen por ellos sus obras más emblemáticas. Como la nominación a los Premios Mies Van der Rohe por la sede del Colegio de Arquitectos de Vigo o los numerosos galardones por sus Departamentos de Pescadores de Cangas, entre ellos mención especial del Premio Europeo de Espacio Público o Premios FAD. Son los únicos gallegos que han estado con su obra en el Moma y también están estos días en la Casa de Arquitectura de Madrid en una retrospectiva de obras que marcaron España desde la Transición, con el edificio del Colegio de Arquitectos.

Además, han estado varias veces en la Bienal de Venecia y tienen el Premio de la Bienal Española por el Edificio de Registros en el Casco Vello.

Se conocieron en los años 80 del siglo pasado estudiando arquitectura en Madrid. Guadalupe se inclinaba más por las Bellas Artes, pero a su familia le parecía más solvente arquitectura. “En las escuelas de arquitectura se vive intensamente, porque se trabaja mucho y hay muchas parejas de arquitectos”, recuerda.

Jesús en realidad quería ir a Madrid para poder ver los grandes conciertos de rock y “arquitectura era una buena excusa. No tenía ni idea de qué iba, aunque luego empiezas a conocerla y a apreciarla”.

Su primer trabajo también fue juntos y fue la reforma de la tienda de telas Almacenes El Príncipe que hacía esquina Príncipe con calle Londres y hoy es un Zara Home. En su reflexión sobre el espacio, “yo no era consciente de conceptos que se manejan como la arquitectura efímera”, explica Jesús, y añade Guadalupe que “en los escaparates pensamos que tenían que ser más participativos, que se viera la vida interior de la tienda”. Como todos los adelantados a su tiempo chocaron con el momento. “Ahora ves cosas que son cotidianas, pero pensamos ¡lo que nos costó aquella pelea!”, señala Jesús Irisarri.

Jesús fue tasador para la antigua Caixa Galicia y recuerda que el concepto de terraza no se valoraba “¿quién quiere una terraza en Vigo con lo que llueve? La pandemia cambió eso y parece que un piso con terraza es un deseo y lo quiere todo el mundo”, precisa.

Sobre la profesión, opina que “ha cambiado tanto como la sociedad. Dependes de la informática. A veces llega y se ha caído la red, y te preguntan ¿qué hacemos? Pues coge el lápiz y sigamos”. Al margen de cuestiones puntuales, considera que la profesión está en crisis. “Es más precaria que nunca. Trabajamos 10 veces más y por cien veces menos que hace años”, subraya.

Guadalupe explica que “todo se ha hecho más complejo, la normativa sobre todo”. A lo que Jesús añade la necesidad de trabajar en colaboración con ingenierías y aprecia que “los arquitectos somos la parte débil del eslabón. Para hacer un trabajo bien hecho hay que multiplicar las horas. La sociedad es tan garantista y tiene que cubrirse tanto ante riesgos que hace que el trabajo pequeño sea igual que el grande”.

Lo que le “duele” a Jesús Irisarri es la cantidad de tiempo que se invierte en documentación redundante y se resta “a lo fundamental, que es el diálogo con el cliente y la arquitectura”.

Consideran clave “la complicidad” con la persona o institución que les encarga un trabajo. “La relación de confianza con un cliente facilita mucho las cosas, porque generas un sentimiento de equipo para una aventura de proyecto compartido”, explica Jesús.

A Guadalupe le gusta “ver cómo vive la gente en proyectos que hemos hecho, tanto en privados como en públicos. Cómo disfruta de cosas que tú has estado pensando. Muchos son intangibles, como la luz o cómo se relacionan unos espacios con otros”.

Jesús es consciente de “haber sido adelantado, haber ido por delante del momento. Ves ahora cosas que tú has estado haciendo en otro momento. Cuando llegas antes y la sociedad no está preparada para esa propuesta hay que esperar a que llegue tu momento y no desanimarte”.

Sus obras más significativas las señalan los reconocimientos. El año pasado en Washington la Fundación Mies Van der Rohe hizo una exposición de los espacios públicos y obras más relevantes de los últimos 50 años y allí estuvo el proyecto de los Departamentos de Pescadores de Cangas. En la exposición que inauguró la Casa de la Arquitectura en Madrid, con las obras más influyentes desde la Transición se puede ver estos días el Colegio de Arquitectos de Vigo (la exposición se llama “La construcción de un país”).

En el Moma en Nueva York participaron en la exposición “Nueva arquitectura en España” en 2006, con la Facultad de Ciencias de la Educación de Pontevedra. 

Han participado varias veces en la Bienal de Venecia, con el Centro de Salud de Domaio, la ampliación del instituto de Salceda de Caselas y una casa unifamiliar en Tebra. También tienen un Premio de la Bienal Española por el Edificio de Registros en el Casco Vello.

Y sigue el trabajo. Acaban de terminar las viviendas de Marqués de Valladares con Colón en el edificio Ribas, están en pleno proceso con un edificio para Borgwarner en Porto do Molle, van a empezar un edificio de viviendas sociales en Navia y llevan el complejo Afouteza, cuya primera fase fue premiada en el Simposio España-Korea.

Tienen otra faceta como profesores de en la Escuela de Arquitectura de A Coruña, de Proyectos y de Paisaje. Se les ilumina la cara cuando hablan de su legado, su hijo pequeño está estudiando arquitectura.

“Hemos vuelto a usar la ciudad. No hay más que ver la Tardebuena”

Analizando el momento actual, Jesús Irisarri y Guadalupe Piñera consideran que “las ciudades están reestructurándose y es verdad este eslogan de centrándose en las personas. Antes eran más pensadas desde lo funcional y las infraestructuras y el coche nos expulsó. Aquí se le llamó humanizar. Vuelve a haber espacio público”, reflexiona Jesús.

Recuerda que “en los espacios académicos se llegó a debatir sobre el fracaso del espacio público. Se decía el nuevo espacio público eran los centros comerciales. Tenían todo aquello que habíamos perdido. Ahora hemos vuelto a usar la ciudad. No hay más que ver la Tardebuena”.

Para Guadalupe “quizá lo que le falta a Vigo es diversificar la centralidad. Tenemos una riqueza en la diferencia entre las zonas del entorno y la periferia, que habría que incentivar”. Explica que “hace décadas ya se contempló que, alcanzada una dimensión, las ciudades deberían ser policéntricas. Ahora hablamos de las ciudades de los 15 minutos”.

Jesús subraya que “los cambios sociales acaban en cambios urbanísticos y arquitectónicos”, como “la Ley antitabaco, que ayudó a cambiar las ciudades, en el sentido de generar uso en el espacio público. Creo que ahí redescubrimos la riqueza y cualidades de esos espacios intermedios. Los establecimientos abiertos al público activan el entorno".

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