Dolores Vila: “Me voy orgullosa de la UCI, si pudiera seguiría más tiempo”

Dolores Vila. Jefa de la UCI del Cunqueiro recién jubilada

Lola Vila destaca que fueron los primeros en abrir el servicio a las visitas de las familias

Lola Vila, a orillas del Miño, en su Caldelas de Tui natal.
Lola Vila, a orillas del Miño, en su Caldelas de Tui natal.

La jefa de UCI del Hospital Álvaro Cunqueiro, Lola Vila, se jubiló el 27 de marzo, el día de su cumpleaños. Sus compañeros la sorprendieron con una cena de despedida y alguien dijo que había sido una jefa que supo mandar sin imponerse. La entrevista se realiza en Caldelas de Tui, la parroquia de su infancia, de sus veranos y de cualquier época del año porque allí desconecta. Conoce a casi todo el mundo, allí es María Dolores y toda la vida ejerció como embajadora del lugar. “Cuando estudiaba la carrera hablaba de Caldelas como si fuera Nueva York”. Fue la primera doctora de su familia y cuenta que hizo la especialidad de Medicina Intensiva por error. Cuando aprobó el MIR quiso hacer cirugía infantil y puso las siglas de C.I. pero un administrativo interpretó que eran Cuidados Intensivos. Al final le gustó la especialidad. Su primera plaza estuvo en Tenerife y luego le tocó abrir la UCI en un hospital comarcal de la provincia de Huelva donde aún conserva a compañeros y amigos, trabajó en Lugo, abrió la UCI del Meixoeiro (un hospital de segundo nivel) y también la del Cunqueiro (un hospital de tercer nivel), además de vivir una pandemia. “Me siento muy orgullosa del trabajo realizado”.

¿Le hubiera gustado seguir?

Esperé hasta el último día porque hace unos meses se dijo que ampliarían la edad de jubilación hasta los 72 años en Primaria y confiaba en que se hiciese también en el mundo hospitalario. Me apetecía seguir, estoy bien, los órganos superiores estaban contentos con mi gestión y contaba con algo fundamental que es el apoyo de mi servicio. Era a caballo ganador.

¿Tiene planes de futuro?

Aún no. Me gustaría seguir trabajando para las UCIs gallegas, me pongo a su servicio para lo que necesiten de mí.

¿Qué fue lo más duro de su trayectoria?

Los inicios de la pandemia. Fue terrible como persona, como médico y como jefa. Nunca pensamos que llegaría, pero impactó en Madrid y se produjo una onda expansiva. Pensábamos: “o morimos o salimos de esta”. Temías por la vida de los pacientes, por la mía y por la de mi familia. Estábamos asustados no, lo siguiente. La gente con un covid se moría. Luego vino el plan de contingencia del hospital, se creó un grupo de trabajo frente al covid que aportó conocimiento y coaching coordinado por la dirección asistencial. Nos íbamos animando unos a otros.

¿Cómo fue la apertura de la UCI del Cunqueiro?

No fue fácil. Era la fusión de dos servicios muy diferentes. El Meixoeiro atendía a una población más rural, con unos problemas de salud y una idiosincrasia distintos. Teníamos menos camas pero nacimos con ordenadores. El Xeral atendía a una población más urbana, con más camas y otras patologías como el politrauma o los neuroquirúrgicos. No nos conocíamos y teníamos formas distintas de trabajar. Tuvimos que aprender a convivir y creamos grupos de trabajo para buscar líneas en común, lo mejor de cada uno. El traslado se hizo en verano, la gente con las vacaciones sin coger y con tres ucis abiertas al mismo tiempo.

¿Aumentó la plantilla?

La plantilla de facultativos se duplicó. Pasamos a tener dos residentes por año y hemos pedido el tercero. En enfermería se consolidaron las ratios por carga de trabajo acorde a un hospital de nivel 3. Y hemos incorporado a otros profesionales, pero hace falta consolidar esto. Se ha normalizado que si necesitamos un psicólogo lo tengamos, los farmacéuticos vienen desde siempre un par de horas por la mañana, heredamos un fisioterapeuta del Xeral en horario de mañana pero estamos peleando por el segundo para dedicar 30 minutos por paciente, se incorporó un logopeda a tiempo parcial con el proyecto Desnutrición Zero y nos gustaría tener terapeutas ocupacionales de forma estable.

Fueron los primeros en abrir la UCI a los familiares.

Somos líderes en humanización en Galicia. La UCI funcionaba con una hora de visita por la mañana y otra por la tarde, nosotros abrimos desde la una de la tarde hasta las nueve de la noche (con un parón por la pandemia). Pensamos abrir de noche pero la gente se va a dormir a su casa. Estaba previsto crear una sala de espera confortable pero ya no tiene sentido, no se usa. Ahora las familias ven como trabajamos y estamos muy compenetrados. Nos llegan muchas cartas de agradecimiento. También dejamos que los pacientes tengan el móvil.

¿Cómo es la docencia y la investigación?

Tuvimos compromiso con la docencia desde el minuto cero, con alumnos de Medicina y del grado de Ingeniería Biomédica porque la UCI es el máximo exponente para estos alumnos. Los profesionales de UCI también están en constante formación en técnicas emergentes. Estamos metidos en cantidad de proyectos de investigación nacional e internacional, alguno sobre inteligencia artificial. También se hicieron varios congresos autonómicos y nacionales.

¿Qué destacaría de la coordinación de trasplantes?

Aumentó el número de donantes y se empezó con la donación en asistolia. Hacemos muchos cursos y charlas. La Organización Nacional de Trasplantes siempre nos felicita por la calidad de los órganos, porque el mantenimiento del donante se hace muy bien, con fisioterapia.

¿Qué queda por hacer?

Estamos trabajando con el 061 en la elaboración del código del politrauma y fuimos designados por la Consellería para colaborar con el Ministerio en el transporte de pacientes críticos subsidiarios de ECMO. Queda consolidar estas líneas estratégicas y desarrollar otras nuevas en colaboración con las UCI gallegas para que todos los gallegos tengan acceso a las mismas prestaciones. Queda implantar el código del shock cardiogénico y estamos trabajando dentro del hospital y a nivel autonómico para incoporar a pacientes oncohematológicos críticos y a los frágiles.

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