Diseñan un hotel en los cañones de Cabo Silleiro
El diseño del miñorano Pedro González planea convertir los túneles en un centro de interpretación militar
La batería militar de Cabo Silleiro ha encontrado un aliado para salir del abandono en el que lleva inmersa desde hace ya más de una década. Un arquitecto ha hecho una propuesta atrevida y atractiva para recuperar las instalaciones que durante seis décadas fueron el destino en el que numerosos jóvenes de la comarca cumplían con el servicio obligatorio a la patria.
El tribunal de la Universidad de Navarra que examinó el proyecto de fin de carrera del miñorano Pedro González Souto, natural de A Ramallosa (Nigrán), le otorgó una excelente calificación no sólo por la novedosa propuesta sino también por el significado que tiene.
Los cañones de Cabo Silleiro son ya una parte más del paisaje de la carretera que une Baiona y A Guarda. Desde 1998 están abandonados a su suerte y el paso del tiempo ha acabado por derruir las instalaciones. Lo que fue un complejo militar con casi 200 efectivos se ha convertido en un montó de runias que solo sirve como escombrera o lienzo para pintadas.
Los intentos por recuperar la zona han caído uno tras otro en el olvido y el Concello de Baiona todavía espera respuesta del Ministerio de Medio Ambiente (las instalaciones todavía pertenecen al Ministerio de Defensa) para crear en el lugar un parque natural. Esta propuesta del alcalde, Jesús Vázquez Almuiña, se ha visto paralizada por la crisis y desde el Gobierno ya adelantaron que será imposible por el momento dar impulso a la zona protegida que se plantea desde la villa.
De la misma forma, las iniciativas del BNG, que a través de su parlamentaria Olaia Fernández Davila ya preguntó en 2007 en el Congreso de los Diputados por el destino de la batería. Entonces, los nacionalistas también proponían destinar los 70.000 metros cuadrados que ocupa la batería a usos turísticos.
Concesión administrativa
González Souto plantea ahora construir un hotel en la zona de cuarteles y habitaciones de los altos mandos. La propuesta contempla una concesión administrativa a una empresa privada para explotar el complejo lúdico sin cargar los costes a las arcas públicas.
El gran atractivo llegaría gracias a los túneles subterráneos que dan acceso a los cuatro cañones. La intervención, según explica Pedro González en su proyecto, pretende mantener la sensación de 'batería oculta-enterrada' al exterior. La intención es que los visitantes revivan cómo era la vida diaria de los miles de militares que pasaron por estas instalaciones.
Para ello, tanto los túneles como los polvorines y habitaciones mantendrían su configuración. De este modo, una nueva pieza dotacional sería la que acogería todos los servicios.
Vázquez Almuiña ya se interesó por el proyecto y mantuvo una reunión con el arquitecto este mismo mes de enero. El traspaso de las instalaciones de Defensa a Medio Ambiente es el primer paso para hacer realidad el complejo.
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