El día que José María Ruíz-Mateos me quiso fichar para su equipo
EPISODIOS VIGUESES
A su paso por Vigo, durante mi etapa de periodista en activo tuve la ocasión de conocer y entrevistar a los más diversos personajes, desde Celia Gámez a Gil Robles, desde el comandante Sotomayor, secuestrador del “Santa María” a Gutiérrez Mellado; pero de esa larga lista ninguno tan curioso como José María Ruíz-Mateos, con una coletilla personal, ya que debí de caerle tan bien, como expresa esta foto, que incluso me quiso fichar para su equipo de comunicación. Hablamos de mediados de los años 80. Vino a Vigo con diversos proyectos dentro de su campaña para recuperar Rumasa. Siempre presumía de que llegó a sumar 230 empresas y 65.000 empleados. Era un personaje curioso, y como ocurre con algunos pícaros, enormemente simpático. A los periodistas nos convocó en el Hotel Ciudad de Vigo. Yo, como de costumbre, me preparé a conciencia para la ocasión, y acudí bien documentado, por lo que la conferencia de prensa fue casi exclusivamente un coloquio entre ambos.
Este jerezano empezó sus negocios exportando vino a Inglaterra, pero es conocido por los avatares de sus dos grandes proyectos empresariales, Rumasa y Nueva Rumansa, el primero expropiado y el segundo quebrado. El primer caso merece relato aparte, ya que algunos amigos de Felipe González se beneficiarían de su liquidación, pero esa es otra historia.
Era Ruiz-Mateos un personaje curioso, de enorme locuacidad. En realidad, hizo lo mismo que hizo otro, Juan March, entender que si se cumple la ley no es fácil llegar a millonario, pero tuvo menos suerte que el segundo y sus trapacerías, no pagar a Hacienda y una compleja red entre bancos y empresas, acabó como acabó. Pero era tan hábil que hasta llegar a ser elegido diputado europeo y ofreció al país divertidas parodias. El triste final de esta historia ha dejado como herencia a la mayor parte de sus hijos en la cárcel. Su amplio expediente judicial da para un tratado. Pero yo quiero remitirme a mi experiencia personal. Me enteré aquel lejano día de que no le faltaba de nada, hasta un título nobiliario, marqués de Olivara, aunque yo creía que era una invención, por otros lo aseveran. Pero era verdad. En 1982, el Ministerio de Justicia, previo informe favorable del Consejo de Estado, le autorizó utilizar el título de Marqués de Olivara que le había sido otorgado por la Serenísima República de San Marino.
Presumía de haber creado más empleo que nadie en España y se consideraba una víctima del sistema, del partido socialista y de Boyer, y entendía que los creadores de trabajo como él eran perseguidos por hacerlo. En origen, había obtenido el título de profesor mercantil por la Escuela de Jerez. Por cierto, que no sé a quién criticaba más si al PSOE o al Opus Dei, entidad a la que presumía haber financiado con largueza, y que luego lo abandonaron. Aparentemente religioso, ya se sabe que después de fallecido, hubo que exhumar su cadáver y que el episodio acabó reconociendo que era padre de una hija concebida fuera del tálamo sacramentado.
Recuerdo que nos dijo que admiraba mucho a las gentes de Vigo y que esta ciudad era un ejemplo para el resto de España. Fue una conferencia de prensa grata, como digo, porque el personaje era un sujeto simpático, muy bien atildado. Conmigo, como se ve en la foto, fue muy cordial. Por eso lo traigo a estos episodios.
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