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“Lo que queremos es optimizar el monte, hacerlo multifuncional y lograr producciones cíclicas que vayan más allá de la venta de madera y plantaciones de crecimiento rápido”. Alexandra Alonso forma parte de la directiva de la Comunidad de Montes de Coruxo que entró hace unos años con ideas nuevas para actualizar la explotación del área forestal desde un punto de vista sostenible. Es la responsable de una siembra experimental que después de tres años comienza a ser rentable, el cultivo de las setas japonesas en troncos cortados.
“Utilizamos eucaliptos porque es lo que tenemos, sobre todo después del último incendio, hemos descubierto que la producción de setas en esta madera resulta ocho veces más rentable que la producción de pasta de papel”, afirma Alonso, que la semana pasada comenzó a recoger los primeros frutos de la segunda remesa. “Creemos que unos mismos troncos pueden producir durante tres años seguidos, lo que quede lo utilizaremos como nutriente para el suelo”.
Aunque incorporan constantemente nuevos soportes, ahora cuentan con 600 troncos que pasan por un circuito de algo más de un año antes de fructificar: Se hacen agujeros con una separación de diez centímetros, le inoculan el micelio del shiitake y los sellan con cera de abeja. “Antes utilizábamos corcho, pero nos dimos cuenta de que la cera no la comen los ratones”. Así los dejan un año de reposo.
Alexandra Alonso es productora agroecológica con formación específica en esta actividad: “El shiitake cultivado en tronco tiene propiedades nutricionales y terapéuticas, además por el sistema tradicional y por el tiempo que dura su producción es considarado un alimento de excelente calidad”.
Pasado el tiempo de germinación, introducen los troncos en agua para producir el “shock térmico” y despertar al micelio. A las dos semanas comienzan a salir las setas. La recogida se realiza cada cuatro o cinco días, que se puede repetir tres veces al año por cada unidad, tras lo cual debe reposar entre dos y tres meses. La temporada dura en torno a nueve meses. La última cosecha ha sido la más abundante, seis kilos, que se comercializan en la cooperativa Árbore. “Estamos muy satisfechos porque vamos a llevar nuestras setas al centro cultural de la parroquia, es una forma de apoyar el comercio de cercanía”.
La desestacionalización del cultivo es lo que les llevó a escoger una especie japonesa. “Para utilizar especies autóctonas o se realiza en naves o se miconizan las frondosas, pero deben tener más diez años y en Coruxo no las hay; además dependeríamos de las condiciones ambientales”, explica Alonso.
El cultivo se realiza en terrenos del monte y se autoabastece de manera sostenible: una acequia que se prové de una mina natural aporta el agua y una placa solar la electricidad para mantener la humedad constante en el interior de la denominada sala de producción, montada durante el confinamiento. La directiva quiere involucrar activamente a los comuneros y dar a conocer su nueva apuesta a través de la organización de cursos formativos.
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