El CSIC de Vigo detectó la cepa inglesa en enero en aguas residuales

El Instituto de Investigaciones Marinas (CSIC) logró secuenciar el virus en este medio y realiza un seguimiento de las variantes de riesgo en 15 municipios gallegos sin hospital

De izquierda a derecha, Raquel Ríos, Magalí Rey, Beatriz Novoa y Amaro Saco son parte del equipo del CSIC.
De izquierda a derecha, Raquel Ríos, Magalí Rey, Beatriz Novoa y Amaro Saco son parte del equipo del CSIC.

El Sergas diagnosticó el primer caso de la variante británica del covid en Galicia a finales de diciembre del año pasado, tras secuenciar la muestra de un paciente que venía del Reino Unido. Sin embargo, es posible que esta variante, que hoy es la responsable del 90% de los contagios en la Comunidad Autónoma, ya estuviese circulando con antelación. Así lo indican las aguas residuales analizadas en municipios como Baiona en enero de este año, cuando se localizó una gran cantidad de mutaciones propias de la variante británica con una “prevalencia abrumadora” y otras mutaciones que eran compatibles con la variante británica, brasileña y sudafricana. "Hay que tener en cuenta que en las aguas residuales se concentra todo, incluso los virus de personas asintomáticas que no acuden al hospital”, destaca el investigador Antonio Figueras.

Esta es una de las conclusiones de un proyecto de investigación que comparten el Instituto de Investigaciones Marinas de Bouzas (CSIC), la Universidad de Vigo y la empresa Geseco Aguas que gestiona las 15 estaciones depuradoras que participan en este estudio. Se conoce como proyecto Dimcovar, financiado por el Fondo Supera Covid, y uno de sus principales logros fue precisamente la secuenciación del Sars-Cov-2 en muestras de aguas residuales, una tarea muy complicada porque el virus está roto en pedazos en este medio y es difícil encontrar la cantidad suficiente para leer las letras de su ácido nucleico. Para conseguirlo recurrieron a técnicas de secuenciación masiva más sensibles.

El objetivo es conocer las mutaciones que circulan en cada zona en cada momento e identificar las variantes que se consideran de riesgo. Los investigadores trasladan semanalmente estos datos a la Xunta como una herramienta más en la toma de decisiones, como la organización de cribados, entre otras medidas.

El equipo de trabajo del CSIC, liderado por Antonio Figueras y Beatriz Novoa con la participación de Amaro Saco y Magalí Rey, logró la secuenciación de muestras en tres localidades seleccionadas de entre las 15 objeto de seguimiento dentro del proyecto mecionado: Baiona, Noia y Melide. “En Noia y Melide las mutaciones detectadas son compatibles con la variante española y europea, mientras que en Baiona destacan las compatibles con la británica, sudafricana y brasileña. Dado que la mayoría de estas mutaciones se hallan en el gen que da lugar a la proteína Spike, que interactúa con los receptores celulares, se trata de mutaciones con implicaciones funcionales en el virus e interés clínico”, comenta Beatriz Novoa.

Las aguas residuales anticipan la llegada de nuevos contagios

Durante los meses que han estado rastreando el virus en las aguas residuales, los investigadores pudieron comprobar cómo podían detectar con una semana o diez días de antelación la subida de la incidencia en unz zona concreta. Su estudio eligió depuradoras de quince munipios pequeños, que comparten el hecho de no tener hospital y por tanto sin un “sesgo” que pudiera distorsionar los datos. En concreto, se centraron en las depuradoras y puntos de vertido de estas estaciones en medio marino de Baiona, Nigrán, Gondomar, Cambados, Moraña, Porto de Son, Muros, Melide, Ares, Cedeira, Noia, Pobra do Caramiñal, Betanzos, Viveiro y Burela.

El grupo de investigación comparó estas secuencias con 500 genomas de Sars-Cov-2 secuenciados en pacientes clínicos gallegos. Esto derivó en la detección de mutaciones compartidas en las muestras de aguas residuales y pacientes de covid, así como otras que no se habían detectado en personas afectadas por la enfermedad desde el inicio de la pandemia.

Consideran que este trabajo permitiría la detección de nuevas mutaciones que pudiesen ser “peligrosas” de una forma más prematura. “Todo ello reafirma la importancia de la monitorización de las aguas residuales para el seguimiento de las nuevas mutaciones del virus que puedan surgir”, apuntan.

Además de la empresa Geseco Aguas, en el proyecto Dimcovar participaron los grupos de investigación “Inmunología y Genómica” e “Ingeniería de Procesos” del Instituto de Investigaciones Marinas, un centro que forma parte del CSIC, así como el grupo de Biotecnología Industrial e Ingeniería Ambiental de la Universidad de Vigo, que lidera Claudio Cameselle. En el resto de España hay otros investigadores que hacen también un seguimiento del virus en las aguas residuales, como Valencia, Murcia o Cataluña. En Vigo se unieron investigadores de distintas disciplinas que nunca habían colaborado entre sí y que añadieron carga de trabajo a sus tareas habituales para ayudar a combatir el virus.

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