Condenado a 16 años de cárcel por una brutal violación y robo
Tribunales
El acusado que, debido a su actitud agresiva, obligó a la Audiencia a cerrar el juicio por motivos de orden público, fue ‘pillado’ una década después de los hechos por el ADN
El hombre acusado de abordar en 2013 con un cuchillo a una antigua empleada del Hospital Xeral cuando salía del trabajo para violarla en repetidas ocasiones y después robarle las joyas que llevaba puestas ha sido condenado a un total de 16 años y medio de prisión. La Audiencia le considera responsable de un delito de robo con violencia y uso de armas y otro de agresión sexual con penetración también con uso de armas y, además de la pena de cárcel le impone el pago de una indemnización cercana a los 100.000 euros por las secuelas y daños causados a la víctima, que, desde entonces sufre un deterioro físico que la mantiene en una residencia pese a tener solo 65 años.
El relato de hecho que da probado el tribunal constata un asalto brutal en el que el acusado mantenía por la fuerza a la víctima bajo amenaza de “como grites te pincho”, mientras primero le tapaba la boca. El ahora condenado, con otras sentencias anteriores por delitos de robo, se acercó a ella con la excusa de pedirle un cigarro, pero después, por la espalda, le puso el arma y le pidió el dinero. No le llegó lo que ella le dio con su cartera y comenzó a forzarla, no una vez, sino hasta en tres ocasiones. Después, le arrancó la cadena de cuello y los anillos antes de huir.
Durante la vista, la Audiencia se vio obligada por primera vez a celebrar el juicio a puerta cerrada debido a la agresividad del individuo que ponía en riesgo la seguridad. “Motivos de orden público” llevaron al tribunal a desalojar al público. Él primero se acogió a su derecho a no declarar y después, en la última palabra, se limitó a decir que él no lo hizo. Que hubo una relación, pero que fue consentida y que incluso la víctima le preguntó si tenía preservativo, una declaración que para los magistrados pone de manifiesto que reconoce su presencia en el lugar de los hechos.
No solo la declaración de la mujer, que no pudo acudir al juicio por su estado de salud, pero que fue recogida en instrucción, sino también el ADN fueron claves para la condena. Ella, tanto a la Policía como en el juzgado en su momento dio algunas características del agresor, su altura, su complexión, su edad y “el pelo castaño a media melena muy encrespado”.
Durante una década el caso estuvo sin resolver, hasta que una investigación en otro delito dio con un ADN que se correspondía con el recogido en el cuerpo de la víctima.
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