Comedores sociales al límite

Las peticiones de ayuda humanitaria han subido en los últimos meses en los tres comedores vigueses, que proporcionan 2.000 comidas semanales, que prevén que la situación empeore en otoño al subir los alimentos y con la crisis energética.

Colas de ayer en el Comedor de la Esperanza, donde cada día reparten unas 130 comidas a personas vulnerable.
Colas de ayer en el Comedor de la Esperanza, donde cada día reparten unas 130 comidas a personas vulnerable.

La solidaridad pasa apuros en Vigo en medio de una crisis inflacionaria histórica. Los comedores sociales de la ciudad reparten unas 2.000 raciones semanales y las previsiones para próximos meses no auguran nada bueno.

“La situación se presenta muy angustiosa”, expresa preocupada la hermana Guadalupe Egido, directora del comedor social de la Misión del Silencio en Urzáiz, uno de los tres que operan en la ciudad. Cada día, de lunes a sábado, reparten unas 130 comidas “y estamos dando cada vez más”, advierte. Este comedor lanzó un SOS el pasado mes de junio ante la falta de recursos para proporcionar esta ayuda. Hoy en día, explica su directora, “nos va bien gracias a que la ciudadanía respondió a nuestra llamada de auxilio, pero tampoco estamos muy boyantes”.

En el Comedor de la Esperanza, situado en el Berbés, la situación es similar. Dan alrededor de 130 raciones diarias, aunque su directora, Alicia Román, indica que estos meses de verano han sido algo más relajados porque “como es época de vendimia y hostelería, algunos de los que acuden aquí consiguen trabajo”. Pero cuentan con un gran problema que amenaza con agravarse: las donaciones al comedor han disminuido drásticamente. “Estamos escasos, sobre todo de latas de conserva, que suele ser lo que les damos a mayores para que tengan. Han bajado, sobre todo, desde el inicio de la guerra de Ucrania”, explica.

El comedor de Vida Digna sólo abre los fines de semana, pero el volumen de raciones que reparte es importante: sólo en estos dos días proporciona 600 comidas cada semana. Ricardo Misa, responsable de esta asociación, asegura que “el aumento de usuarios y la subida de precios dificulta mucho que podamos seguir con estes trabajo”. No es para menos, pues con el comedor funcionando sólo dos días a la semana, la factura de la luz asciende a 749 euros. “Es muy complicado mantenerlo abierto”, lamenta.

“Este invierno va a ser mucho peor que otros años”

En los comedores sociales de la ciudad ya se preparan para un invierno que amenaza ser muy duro. “El invierno será mucho peor que otros años, muchos no lo van a resistir”, explica Alicia Román, directora del Comedor de la Esperanza.

Es por eso que desde la Misión del Silencio –que pasó apuros en junio para seguir adelante con su labor– agradecen especialmente todo tipo de ayuda: “La situación es mala para todos, pero hay que pensar que siempre hay personas vulnerables que lo están pasando peor”, matiza la hermana Guadalupe Egido, que pide que la ciudadanía se acuerde de los más necesitados todo el año y no sólo en Navidades y otras fechas señaladas, “que es cuando más se nota la solidaridad”.

Ricardo Misa, de Vida Digna, cuenta que el aumento desbocado de la inflación pone muchas trabas para que puedan continuar con la actividad del comedor: “La ayuda que tenemos del Concello está siendo del todo insuficiente porque los precios han aumentado pero la subvención no”. Así, no descartan acudir al gobierno local para pedir una ayuda extraordinaria.

“Pedimos que los profesores sean menos exigentes con el material”

Compra de material escolar.
Compra de material escolar.

Las asociaciones que prestan ayuda a los necesitados, como Vida Digna, no sólo se dedican a repartir raciones de comida u ofrecer servicios sociales. Estos días, en medio de la vuelta al cole más cara que se recuerda –sólo en libros de texto se estima que los gallegos se gastarán unos 300 euros– la entidad sin ánimo de lucro presidida por Ricardo Misa se encuentra recaudando material escolar en los tres Alcampo de la ciudad para las familias más vulnerables.

“Todo ha subido una barbaridad”, explica. “Pedimos a los profesores que no sean tan exigentes con cierto tipo de marcas o materiales”, insiste, pensando en las familias que peor lo pasan económicamente.

Las ayudas municipales para adquirir material escolar también se ven afectadas por la subida de los precios, pues las familias a las que se les ha concedido recibirán la misma cantidad económica que otros años, pero el coste de este ha subido, de un año a otro, entre un 5 y un 10%, en especial todo aquel material que tiene que ver con el papel, como los cuadernos, las carpetas, las cartulinas o los propios libros de texto.

“Nos dicen que este otoño va a ser bastante duro y todos tenemos que ajustarnos el cinturón. Mi pregunta es, ¿y aquellos que ya se habían ajustado el cinturón y lo han vuelto a hacer con la pandemia hasta cuándo van a poder aguantar?”, lamenta Misa.

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