METEOROLOGÍA
Una masa de aire frío y nevadas reciben el invierno
DOS AÑOS DE PANDEMIA
Los centros educativos se convirtieron en un búnker durante la pandemia, con un cumplimiento estricto de los protocolos porque son espacios en los que conviven muchas personas y era necesario mantener distancias, ventilación y mascarillas en todo momento.
El peor momento en cuanto a contagios fue el primer trimestre de este año, en plena sexta ola y con la variante menos dañina. Fue la etapa en la que registraron el mayor volumen de casos de toda la pandemia entre los escolares, en especial entre los menores de 12 años porque era el tramo de la población que faltaba por vacunar. La inmensa mayoría fueron casos leves, aunque obligaron a cumplir las correspondientes cuarentenas y vigilancia de contactos.
El presidente de la asociación de directores de centros públicos, Juan Carlos Abalde, recuerda cómo fueron los inicios, en el momento del confinamiento. “De repente tuvimos que irnos todos a casa y poner en funcionamiento un sistema de enseñanza a distancia para el que no estábamos preparados. Aquello fue terrible, fue un aprendizaje sobre la marcha, con herramientas muy justas y con la incertidumbre de si serían 15 días o un mes”. Ahora cree que el impulso a la enseñanza digital y el manejo de las nuevas tecnologías fue una de las cosas positivas de la pandemia y que vino para quedarse. Otra lección que extrae de la pandemia es la conciencia de que “cuando todos ponemos esfuerzo de nuestra parte podemos salir adelante”.
La siguiente etapa fue la vuelta a las aulas, con nuevas normas y protocolos que cambiaron la forma de trabajar. “Los colegios pusimos un cuidado extremo, sobre todo en la ventilación de las aulas para que fuesen lo menos peligrosas posible, el uso de la mascarilla, los grupos burbuja y otras medidas. Fue muy duro para todos, profesores y alumnos.Mucha gente estaba teletrabajando y nosotros seguíamos en contacto y conviviendo en un espacio, dando importancia al cuidado de uno mismo”. Añade también que a pesar de la situación y dentro de la rigidez de las normas intentaron que los alumnos “fueran felices en el centro, disfrutasen y celebrasen fiestas como la Navidad o el Carnaval aunque fuese de forma diferente”. Abalde reconoce sin embargo que la pandemia hizo mella en muchos alumnos. “En los de Primaria fue menos evidente. Los más pequeños no entendían por qué les separaban de sus amigos, por qué no podían ir con el hermano que estaba en otra clase y solo podían jugar en una zona del patio, y notaron el agotamiento de las normas. Para los cursos altos de Primaria fue complicada la enseñanza a distancia con un componente de abstracción mayor que en clase con la ayuda del profesor y los compañeros”. En cuanto a Secundaria, apunta que sí hubo casos de ansiedad y depresión.
En cuanto a los cambios en la forma de trabajar, explica que la pandemia impidió compartir, que “es la base de la educación”, y añade que el colegio es un espacio de convivencia donde se aprende, no son solo contenidos. Las actividades en grupo o de manipular cosas se suprimieron.
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