La cara más humana y familiar del arquitecto Antonio Palacios

Tres sobrinos bisnietos del autor del teatro García Barbón desvelan lo que trascendió de la intimidad de su pariente

Amelia Palacios, con su padre y su marido, ante la foto de Antonio Palacios.
Amelia Palacios, con su padre y su marido, ante la foto de Antonio Palacios.

“Me encantó descubrir y compartir esas historias sobre Antonio Palacios que fueron llegando hasta nosotros de nuestros abuelos y comprobar que en todas las ramas de la familia son parecidas. Me emocionó saber que fue una buena persona, además de un genio”. Así valora la artista Amelia Palacios su participación en la publicación “150 Aniversario do nacemento de Antonio Palacios. A construción da luz”, del Instituto de Estudios Carballiñeses, un esfuerzo editorial que coincide con los 25 años del organismo.

El estudio, centrado en el templo de Vera Cruz de O Carballiño, toca la trayectoria profesional del arquitecto con escritos de Rafael Otero Janeiro, Óscar Gónfer, del desaparecido José Ramón Iglesias Veiga o Adolfo y Rafael Otero, hijo y nieto de su maestro de canteros, Adolfo Otero Landeiro, pero también aborda un aspecto más personal. Tres bisnietos de su hermana Amelia, Miguel Álvarez Soaje, Manuel Herrera Álvarez y la ya nombrada Amelia, colaboran, aportando datos más íntimos. 

Hablan de su carácter bohemio, “dise que sorteou o seu futuro cunha moeda ao aire, moeda que o levou aos estudos de arquitectura”, frente a la ingeniería, explica Álvarez Soajes que recoge la definición de Amezqueta sobre su antepasado: “Califícao de home agradable e humano, modesto e sinxelo, cun carácter retraído e desordeado, socialmente pouco brillante, pero que soubo rodearse de destacadas persoalidades do mundo da arte e da cultura”. En su círculo estaban Pardo Bazán, Castelao, Sotomayor, Lloréns o Ramón Carbanillas. Pese a su desinterés económico, “renunciou aos seus honorarios profesionais por varias das súas obras”, su bisnieto advierte que siempre mostró interés por la formación académica de su padre, “xa fose no colexio dos xesuístas de Vigo ou nos seus futuros estudos universitarios”.

A Amelia le interesan sobre todo sus dibujos, de los que se conservan pocos, ya que según dice “a súa dedicación ao traballo era fundamentalmente por amor á arte, por materializar as ideas que bulían na súa cabeza”. Afirma que quien lo conoció lo definía como “unha persoa sinxela, reservada, de poucas palabras, pero divertido, cariñoso e xeneroso, humilde e sen chisco de vanidade que traballa sen descanso, de forma obsesiva”. 

La artista se lo imagina acompañado siempre de un cuaderno. “Son moitas as anécdotas, debuxando no tren, nunha terraza ou nalgún evento. Non só lle interesaban paisaxes ou arquitecturas, a súa atención centrábase en pequenas escenas cotiás, nenos xogando, mulleres inmersas en tarefas domésticas ou en personaxes que analizaba e sobre os que deixaba voar a súa imaxinación”. Aunque para Antonio Palacios, la obra de un arquitecto es la ya realizada.

Su tercer sobrino bisnieto, Manuel Herrera Álvarez, reconoce estar interesado desde la adolescencia tanto en su obra y en su persona, como en la excepcionalidad del personaje. Esa admiración le motivó a documentar todo lo que encontraba sobre el hermano de bisabuela. Repasa a toda la familia, sus padres, Isidro Palacios, de Madrid y Jesusa Ramilo, de Porriño; sus abuelos y sus hermanos: Jesús, ayudante de obras públicas; José, farmacéutico y Joaquín, topógrafo. También recupera a Adela Ramírez de Flores, tras la muerte de su madre. Ya pasaba de los 50, aunque llevaban juntos desde su época universitaria. Finaliza compartiendo una anécdota en el traslado de los restos a Porriño, “cando rexeitou a lápida de cemento, que rompeu por varios lados e tivo que ser sustituida por unha de granito da vila”.

Un Instituto de Estudios Carballiñeses muy vigués

“A gran cantidade de datos sobre Palacios ata agora ignorados ou exiguamente destapados aparecen nesta publicación con total honestidade”, afirma Avelino Muleiro, fundador y director del Instituto de Estudos Carballiñeses, en la presentación de la publicación sobre Antonio Palacios, que supone la guinda del 25 aniversario de la entidad. 

Con sede en la villa ourensana, el instituto tiene un intenso vínculo con Vigo, ya que de sus 327 socios, una buena parte son vecinos de la ciudad, comenzando por su presidente. Otros vigueses del Instituto son el artista Antón Pulido, la actriz Uxía Blanco, la investigadora Marisa Castro, Felipe Barcena (conde de Torrecedeira), el catedrático Jesús Souza Troncoso, Teresa Cendón, el ex-alcalde Manuel Pérez, Xesús Gulías, Anxo Vieites, María Xosé Queizán, Modesto Hermida, Gabriel Romero de Ávila, Xulio Gil, Luis Suárez, Nicador Floro o César Blanco.

Contenido patrocinado

stats