El caos de un viaje en tren Madrid-Vigo con alarmas, pitidos y retrasos

Un joven vigués cuenta la odisea de su trayecto a casa que comenzó con la demora de 20 minutos en la salida del tren de la capital

El momento donde se va la luz dentro del vagón en el AVLO Madrid-Galicia en el que viajaba Andrés.
El momento donde se va la luz dentro del vagón en el AVLO Madrid-Galicia en el que viajaba Andrés.

Lo que prometía ser un viaje tranquilo en tren de Madrid a Vigo terminó convirtiéndose en una experiencia surrealista para Andrés Weiss. Este joven vigués embarcó en un tren AVLO con salida prevista a las 6:06 de la mañana de este miércoles desde la capital española. La llegada a destino estaba marcada para las 10:29, pero lo que ocurrió después de pasar Santiago dejó una escena entre lo cómico y lo inquietante.

El trayecto ya arrancó con retraso: el embarque comenzó cerca de las 6:15, y el tren se puso en marcha finalmente a las 6:20. Todo parecía transcurrir con relativa normalidad hasta que, cerca de las 9:45, a punto de llegar a Santiago de Compostela, los pasajeros recibieron un mensaje advirtiendo de un posible retraso de 20 minutos por una "incidencia técnica", con posibilidad de que fuera mayor.

Un retraso con alarmas, pitidos y desconcierto

Lo verdaderamente desconcertante ocurrió poco después de salir de Santiago. Al llegar a la estación de Padrón-Barbanza, el tren se detuvo de forma repentina. "Se apagaron las luces, todo quedó en silencio por unos diez segundos. Luego se encendieron, comenzaron a parpadear, se volvieron a apagar, y de repente empezó a sonar una alarma fortísima", relata Andrés, rememorando cómo el ambiente dentro del vagón se tornó tenso y confuso. En ese instante, compartió este vídeo en sus redes sociales, mostrando la experiencia desde dentro.

Un trabajador de Renfe apareció poco después para informar a los pasajeros que el tren necesitaba ser reiniciado debido a un fallo en la tracción. A pesar de los intentos por tranquilizar, la sucesión de fallos técnicos, alarmas, luces parpadeantes y largas pausas sin información concreta generaron cierta inquietud. Durante los cerca de 40 minutos de parada, se distribuyeron botellas de agua, un gesto que para muchos (incluído Andrés) presagiaba que "la cosa iba para largo": "El momento de repartir aguas da miedo porque te pone en lo peor", reconoce.

Finalmente, hacia las 10:30, el tren volvió a ponerse en marcha, aunque no sin dejar rastro del incidente: el chirrido constante de los vagones al avanzar daba la sensación de que algo seguía sin ir del todo bien. La llegada a Vigo se produjo con unos 40 minutos de retraso, cerca de las 11:10.

Retranca gallega para combatir el mal trago

Pese al contratiempo, el ambiente entre los viajeros no se volvió hostil. “Hubo humor, ironía, mucha retranca gallega. Se notaba que todos estábamos un poco desconcertados, pero nadie perdió los nervios”, recuerda Andrés. También quiso destacar la actitud del personal de Renfe: “Lo estaban pasando mal, porque no podían explicar todo lo que pasaba, probablemente por normativa, pero eran amables, atentos, y trataban de dar respuestas”.

La experiencia de Andrés resume lo que muchos pasajeros viven con resignación: la fragilidad del servicio ferroviario frente a imprevistos técnicos y la necesidad de mejorar la comunicación en momentos de crisis. Aunque, por suerte, consiguió finalmente llegar a su destino.

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