El belén gigante de un escaparate de Travesía, un patrimonio vivo
Pese a su jubilación, Carlos Estévez y su mujer Adelaida Vaquero continúan con la tradición de crear el montaje en el escaparate de su local, ahora propiedad de su hija
Los belenes en Navidad nunca pasan de moda. Vistosos y con muchos detalles, representan el nacimiento del niño Jesús. Algunos, muy elaborados, cuentan con fauna, infraestructuras y musgo para dar sensación de naturaleza.
Un vecino de Travesía, Carlos Estévez, junto con su mujer, Adelaida Vaquero, es el rey de su elaboración, con casi medio siglo de tradición (48 años exactamente) en el negocio de ropa que regentaban hasta su jubilación en Travesía de Vigo,135. “Empecé de pequeño porque en la aldea (cerca de Cangas), había un médico que lo ponía todos los años, pero solo nos dejaba colocar el musgo”, señaló Carlos, que en cuanto pudo, decidió ser partícipe de ese evento navideño en primera persona: “Cuando me casé, en el negocio que tenía, comencé a crearlo con las pocas figuritas que disponía. Aunque no es muy grande por dentro, tenía una cristalera muy amplia que daba a la calle y lo coloqué allí. Gustó mucho”.
Al principio fue muy pequeño, pero de forma totalmente espontánea, la familia del belén creció hasta ya “perder la cuenta de las figuras que tengo”, ni del tiempo que conlleva su colocación: “La verdad es que no lo conté. Si me pagasen, seguramente llevaría la cuenta, pero como lo hago gratis, no me fijé en el tiempo”, bromeó Carlos. Se encuentra expuesto desde la segunda semana de diciembre hasta el 8 de enero.
Poco a poco el belén fue creciendo, y aunque no llegue a alcanzar el situado en el Sagrado Corazón, en Rosalía de Castro, seguramente esté en el top 5 de belenes más extensos de la ciudad: “Compro figuritas cuando las veo y me gustan. No lo hago por conseguir que sea más grande, sino si me llama la atención. Este año tiene como 7 u 8 objetos más que en 2022”. En él se encuentran trabajadores, pescadores, burros cargando con mercancía y, en el centro, el pesebre con José, María y el niño recién nacido. También cuenta con iluminación.
Carlos no es un novato en esto de hacer belenes: “Creo que hago unos 10 u 11 al año para ser expuesto en diferentes iglesias como la capilla de Canido, Nuestra Señora de As Neves en Teis o en San Ignacio de Loyola”. Hubo un tiempo que también decoró el hospital Álvaro Cunqueiro, aunque este año, “la encargada de hacerlo se jubiló y nadie se hizo cargo. Así que me lo devolvieron”.
Tras el cierre del negocio de Carlos por su jubilación, los vecinos ya preguntaban a Carlos sobre el “patrimonio de la calle” que se había convertido el llamativo belén. El problema tuvo una sencilla solución. Hace dos meses, su hija Mónica tomaba el testigo de la tienda de ropa familiar y, medio en serio y medio en broma, estaría “obligada” a ceder parte del escaparate para seguir viva la tradición. Ella no vaciló. “Le dije a mi hija que podría poner medio escaparate para el belén y medio para su ropa. Pero ella me lo dejó todo”, señaló Carlos, que además del niño Jesús, incorporó otro miembro de carne y hueso a su familia: “Ahora tengo menos tiempo porque nació mi nieto, y paso con él mucho tiempo”.
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