Aquellos bares llenos de historia en Vigo perdidos para siempre

Continúa la “ola” de cierres de algunos de los locales más famosos de la ciudad, que se quedan sin relevo

JTA

Publicado: 15 ene 2024 - 01:30

Almas Perdidas, en la plaza del Berbés, cerró con el inicio del año y no se espera su reapertura.
Almas Perdidas, en la plaza del Berbés, cerró con el inicio del año y no se espera su reapertura.

El kiosco das Almas Perdidas ha sido el último en echar el cierre, hasta ahora, sumándose a una larga lista de pérdidas de bares que se ganaron su derecho a formar parte de la historia de la ciudad. Almas Perdidas era un histórico con mayúsculas, que incluso sobrevivió a un cambio de domicilio, aunque siempre estuvo en el entorno del Berbés. Se llamaba kiosco porque lo era, uno de los que se encontraban dando servicio al puerto pesquero, aunque el mayor de todos ellos. Con la reforma del entorno en los años noventa ganó espacio y se convirtió en un bar.

En su prolongada trayectoria destaca que fue precisamente ahí, en las Almas Perdidas -así llamado por el perfil de la clientela, aseguraban sus dueños- donde se puso en marcha la Festa da Sardiña, cuya primera edición se realizó en el entorno del bar, en los años setenta. Luego creció y se trasladó a Teis, primero a la finca de Doña Fermina y más tarde a la Carballeira da Guía, donde se mantiene desde entonces. Pero todo se inició en O Berbés. Aunque parecía eterno, el bar con el nombre más sorprendente de Vigo también tenía caducidad y echó el cierre con la llegada de 2024.

De Leo Caldas

Mucho antes lo hicieron otros cargados de literatura, como el bar Puerto, en Areal, otro local cargado de años e historia, si bien en su caso se trató de un traslado a la vecina calle República Argentina, aunque con cierto trauma porque el establecimiento original tenía una pátina singular en todo. Era una casa de comidas de las de antes, dirigida al mundo del mar, con bancos corridos en los que los clientes se sentaban al lado de desconocidos, con un hule tapando las mesas y un menú reducido basado en pescado. El intenso olor a frito cubría todo el local, pero todo ello con mucho encanto. El llorado escritor Domingo Villar había fijado a su personaje central, Leo Caldas, como un cliente habitual del Puerto. El primero, en Areal, frente a la paellera.

También echó el cierre en los últimos días de 2023 el restaurante As Cangas, y en este caso por segunda vez. Era un bar en las cercanías del Calvario sin mayor interés hasta que en los años ochenta lo cogió el asturiano Pin y lo convirtió en una sucursal de su tierra con lo mejor de su gastronomía. Duró hasta la Navidad de 2023, en que Pin se jubiló sin continuidad -su familia no quería seguir con el negocio- y decidió cerrar. Había colas para conseguir mesa antes de perder para siempre las famosas fabada y merluza a la sidra, especialidades de la casa de la forma más tradicional, y que precisamente por ello mantuvo sin apenas cambios.

Más allá se sitúan auténticas piezas de la historia local, con el Joaquín a la cabeza, que fue una referencia absoluta para el gris Vigo de los años sesenta y setenta, con un estilo entre francés e inglés. Tras varios intentos por reflotarlo, finalmente el local se cerró y el edificio está ahora en fase de su reconstrucción integral. En el Casco Vello, lindando con el Berbés, también estuvo durante décadas el “Tumba”, un bar -su nombre real era Montevideo- regentado por dos hermanos donde la especialidad de la casa era un bebedizo que daba nombre al establecimiento. Era una especie de licor café muy fuerte y con el toque de la casa, una fórmula ignota.

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