Arte de extramuros en Quiñones de León
Doce autores destacan en el catálogo del parque que Mercedes Bangueses publica a los 100 años de su titularidad municipal
“Quiero hacer un homenaje a este espacio único de la ciudad. En los cien años transcurridos desde 1924, cuando el marqués de Alcedo, Fernando Quiñones de León firma el documento de donación a la ciudad, son muchos los acontecimientos que influyeron en la transformación y la mejora del recinto”, como parque municipal Quiñones de León. Así, Mercedes Bangueses Vázquez justifica la nueva catalogación que ofrece sobre el patrimonio vigués que este jueves, 12 de diciembre, cumplió un siglo desde su titularidad pública.
En el artículo que Bangueses publica en “Glaucopis”, el boletín del Instituto de Estudios Vigueses que se presentará el martes, especifica que la finca ocupa 220.000 metros cuadrados, convertidos ahora en parque, jardines y pazo, con elementos de interés en los espacios exteriores.
Entre las piezas que nombra destacan once autores y un anónimo que forman parte del arte de extramuros (en el exterior) de Castrelos, en las que hay representación de autores locales y también de nombre de referencia internacional.
Un caso curioso es el de Silvino Silva, autor de “O amor e o agarimo” (1993), que también firma las fuentes en el acceso al parque. El escultor comparte espacio con su hijo, Silvino Andrés Silva, quien talló también en granito “A fonte da rá”.
Raúl Comesaña Covelo es otro ejemplo de artista de la casa. Con granito de Matamá, realizó por encargo de la Asociación de la Prensa, el homenaje a los trovadores con un conjunto que se encuentra en la parte trasera del auditorio. De su taller salieron la talla monumental de la Virgen del Carmen en la parroquia de Carmelitas y la fuente de As Leiteiras, de O Castro.
Entre los trabajos de cantería no abundan las mujeres, que en la pradería de Quiñones de León están representadas por la fuente de los Delfines de Maribel Mouriño, muy cerca de la balconada del pazo de Concepción Arenal.
En 1953 está datado el relieve de Xoán Piñeiro, “Pensante”, única obra del cangués, incrustada en el muro que separa los jardines históricos. La temática religiosa está muy presente en los rincones exteriores del pazo, la mayoría de autoría desconocida como el relieve de Santo Domingo, en la fachada trasera; la virgen orante en la entrada lateral, procedente de la finca Villa Luz (actual colegio Carmelitas); la Virgen con el Niño, en la rosaleda, donada por Javier Sensat o Santa Ana, en el corredor de los escudos, de Silvino Silva. En el lugar que ocupa habitualmente el busto de bronce del marqués de Alcedo tan solo se encuentra la peana sobre la que descansa. La pieza fue retirada para su restauración.
Obra de Santiago Bonome, fue encargada por el alcalde Adolfo Gregorio Espino en 1925 como agradecimiento, aunque no se inauguró hasta 1933, fecha en que el Concello tomó posesión del pazo. Manuel Coia Franco, de Hío y José Luis Medina, de Valladolid firman las figuras que se descubren en el jardín francés. Las del primero, una sedente y otra en pie, salen al encuentro del visitante en la rosaleda, mientras Medina es el autor de la gran fuente de oca, donde repite los acabados de la hiena y la familia de cabras de la Praza de Compostela.
La historiadora Bangueses finaliza su repaso por el arte que se sitúa en la zona tras los jardines históricos. En un retirado estanque se conserva la imagen central de la fuente de Neptuno del siglo XVIII que lucía en Porta do Sol hasta la apertura de Elduayen en 1890.
Esta obra anónima es considerada la escultura de temática laica más antigua de Vigo. En su entorno se encuentran las tres únicas referencias que quedan de la experiencia artística “Cidade de soños”, que en 2010, comisariado por Cuqui Piñeiro reunió a cinco creadores que intervinieron el paisaje: “Libertad”, de Manuel Ferreiro, “Camino al bosque”, de Álvaro de la Vega y “Ángel” de Paulo Neves.
Avisa de la desaparición de las piezas de Elena Gómez Dahlgren, “Construcción”; “Caminando”, de Rute Rosas; “Composición escultórica”, de Emilia Guimeráns y “Naturaleza transportable”, de Christian Villamide. Desde el Concello confirmaron a este medio que fueron retiradas por motivos de seguridad y deterioro para su rehabilitación. Una vez listas serán reincorporadas.
En su artículo del “Glaucopis”, Bangueses recuerda que las cuatro condiciones que puso el marqués para la cesión de una propiedad que denomina “emblemático”: Castrelos tendría que llamarse Quiñones de León en honor a su hijo fallecido; sería de titularidad municipal a perpetuidad, el pazo albergaría un museo de arte gallego y la finca sería un parque y se tramitaría el reconocimiento del marquesado de Alcedo como Grande de España.
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