Arquitectos profetas en su tierra

La arquitectura fue hasta hace poco un oficio de hombres y eso quedó reflejado en la autoría de las edificaciones que caracterizan a la ciudad monumental. Con todo, gran parte de las firmas son de origen vigués, siendo profesionales que lograron ser profetas en su tierra. Las dos generaciones anteriores de arquitectos dejaron huella con sus obras en el ensanche y muchos también están presente en el callejero. Ahora, desde la web del Concello ponen en valor a este gremio local que diseñó la imagen del Vigo actual.

Los hermanos Gómez Román, Benito (1868-1908) y Manuel (1879-1939) encabezan la lista. El mayor fue el primer constructor vigués con titulación. Ocupó la plaza de arquitecto municipal y dirigió la obra de los desaparecidos mercados de A Laxe y de O Progreso. Su hermano, más bohemio y contestario, tardó en poder firmar sus diseños por no finalizar la carrera. Al fallecer Benito prosigue la Casa Simeón, una de sus obras más destacadas. Militante del Partido Galeguista y vecino de O Calvario, participó en la campaña a favor del Estatuto de Autonomía y en la gestión de la Fundación Penzol y de la editorial Galaxia. El edificio de Casa Galega da Cultura, la Casa de Correos, la Casa Mülder, la fábrica de Alfageme, la Panificadora o la ermita de A Guía llevan su sello. En reconocimiento a toda su labor el pequeño de la familia da nombre a una calle en Canido.

En el mismo barrio también tiene vial otro arquitecto local, Antonio de Cominges Tapias (1897-1987). Fue titular municipal de Santiago de Compostela y de la Caja de Ahorros de Vigo. Se especializó en la construcción de edificios de culto, colegios religios y conventos como la capilla del colegio de Santiago Apóstol, las iglesias de Fátima, O Carme, el Sagrado Corazón de María, San Martiño de Coia ou a A Soledad do Castro. Asimismo es el autor del primer instituto de educación secundaria, el Santa Irene.

José Franco Montes (1879-1939) fundó la Cámara de la Propiedad Urbana de Vigo y ejerció también de arquitecto municipal. Con un lenguaje ecléctico, combina el historicismo con ecos del modernismo, estableciendo un modelo identificable en la residencia y capilla de las Siervas de Jesús o el colegio Santiago Apóstol. En cuanto a inmuebles residenciales destacan el chalet del Pilar en Casa da Xuventude o el edificio Joaquín Pérez Boullosa. Aparece en el callejero, nombrando un vial trasversal a Ramón Nieto, en Lavadores.

Jacobo Esténs Romero (1880-1959) es uno de los grandes desconocidos. Colaboró con Gómez Román en el hospital municipal de Vigo (hoy el Nicolás Peña), además firma construcciones en la alameda como los edificios López Sitja o Gaspar Massó.

Otro clan de arquitectos activos en Vigo lo forman los De la Fuente, ambos Jenaro. El padre, nacido en Palencia, se afincó en la ciudad, donde fue arquitecto municipal y responsable de algunos de los edificios más emblemáticos que se conservan. El hijo, Jenaro de la Fuente Álvarez (1851-1922), vigués de nacimiento, compartió con los anteriores los encargos de una población en crecimiento. Es responsable de los edificios La Peineta, el Garaxe Americano, Candeira o Aurora Polar, además del antiguo estadio municipal de Balaídos y la pérgola de Praza de Portugal, cuyas piezas están repartidas por distintos puntos de la ciudad. Su nombre está presente en una de las principales avenidas de O Calvario.

Francisco Castro Represas (1905-1997) y Antón Román Conde (1909-1998) son el puente entre las dos primeras generaciones de arquitectos vigueses. El primero se considera el representante del racionalismo, al que llegó desde fórmulas eclecticistas. Construyó edificios significativos, pero ya no monumentales como el Ribas, en Marqués de Valladares; el Sanchón, en Policarpo Sanz; el de Cesáreo González, en la Praza de Portugal; el Pernas, en As Travesas o el Albo, en Gran Vía esquina con Urzaiz. Su hijo, Francisco, y de sus nietos, María, Ana Dolores y Francisco continúa el oficio.

Román Conde trajo a Vigo el vanguardismo de Le Corbusier en la iglesia de los picos de O Calvario y su hermana en Navia, que constratan con las líneas rústicas que finalizan el templo votivo del Mar de Panxón. En viviendas pasó de pazos como el de Montecelo o Sensat o las torres de la Caja de Ahorros, incluida la primera de doce plantas de la Avenida Castelao, situado en Praza América.

Agustín Pérez Bellas (1927-1982), Xosé Bar Boo (1922-1994) y Desiderio Pernas (1930-1996) son los principales nombres de la segunda generación que marcaron la edificación de la ciudad antes del desarrollismo de los años 70.

Pérez Bellas, también topónimo en la Seara, colaboró en el proyecto urbanístico de Coia. Su primera construcción fue la vivienda Labra, en la calle Ecuador, 44. A partir de los 60 se dedicó a la obra pictórica. Pidió ser enterrado en el cementerio civil de Pereiró, en el que comparte tumba con su mujer, la también artista, Mercedes Ruibal.

Bar Boo, otro arquitecto que da nombre a una calle en las inmediaciones de la Seara, firmó en el considerado como icono de la arquitectura moderna en Galicia, el edificio Plastibar, en Marqués de Valladares. El policlínico Cíes, la casa de Gerardo Martín, el edificio Plaza de Compostela o la torre Toralla, en la que acabó enemistado con los constructores, forman parte de su legado en Vigo. Cabe mención su implicación social con la fundación de Adega y Alecrín.

Finalmente, Desiderio Pernas contribuyó a modernizar las calles viguesas. Recibió clase de Mies van der Rohe. Intervino en Coia, entre otras con la parroquia de O Rocío. Además, construyó la iglesia de Alcabre, la facultad de Filoloxía o el Banco Simeón, en Policarpo Sanz y acometió la remodelación del teatro García Barbón.

Con otros nombres como Tomás Pérez Lorente (1926-2006), Francisco Yáñez Ulloa (1924-1957) o Fernández Araújo Rodríguez contribuyeron a definir el actual perfil vigués.