“Los alemanes de Vigo en 1941 tenían que ser nazis”
La escritora viguesa Goretti Irisarri presenta su novela, escrita con Jose Gil, con la comunidad germana protagonista
Es 1941 y el nazismoavanzaba en Europa. José Luis Merinero es censor del Ministerio de Propaganda. Una mañana, al censor se le encarga investigar un misterioso manuscrito titulado “El enjambre”, una trepidante novela autobiográfica donde la traductora Elsa Braumann relata cómo tiene que robar los secretos que una prestigiosa científica nazi esconde en cierto cuaderno rojo. Todo esto es parte de la novela “El enjambre”, la sexta del dúo formado por la viguesa Goretti Irisarri (1974) y el canario Jose Gil Romero que presentarán mañana, sábado, a las 18 horas en la Biblioteca de Nigrán. Irisarri también hablará sobre “el Vigo nazi”.
¿Es Elsa Braumann un personaje real o al menos basado en alguien?
Elsa Braumann es un personaje ficticio. En “La traductora” (su anterior libro) ya aparece, aunque “El enjambre” no es una segunda parte, son dos aventuras distintas. Es una chica normal y corriente y en “La traductora” van a por ella por el encuentro con Franco y Hitler en Hendaya y en esta abandona España, pero un submarino americano la trae a Vigo para hacerse pasar por alemana y robar el secreto.
¿Y el censor?
“El enjambre” es una novela muy documentada. Por ejemplo el proceso de la censura, para entender cómo funcionaba el sistema, Cela fue censor, porque necesitabas serlo para escribir trozos enteros que censurabas. Había una parte que eran curas, pero otra que eran escritores: les daba la oportunidad de ser funcionarios. No es poco.
Lo más llamativo es que ustedes se refieren a la existencia del “Vigo nazi” de 1941. ¿Cómo era?
Todo el mundo sabe que había una comunidad alemana muy fuerte en Vigo, está documentado pero no tan novelado. Era un momento para Vigo muy apasionante: estaba en el medio de la II Guerra Mundial, todos los alemanes estaban obligados a ser nazis, ser alemán en Vigo era ser del partido nazi, eran empresarios muy potentes, y mandaban provisiones o maquinaria. La guerra también es negocio. Era una comunidad muy lujosa, hacían recepciones en Vigo muy fastuosas, por ejemplo a los cruceros alemanes, o a los submarinos, porque España aunque era neutral no lo era en absoluto, había un apoyo muy claro, incluso público en los periódicos. La Legión Cóndor se despidió en Vigo, hay mucha documentación. A la literatura no ha pasado tanto, ni a la memoria histórica. Y eso que en el momento era algo muy público.
¿Descubrieron algo?
Hay algo de medio ficción con una mujer, Lisa Meitner, que era la que creó la fisión nuclear. Hicimos un trasunto de la científica que llega a Vigo y que cambia el curso de la guerra. Es cierto que la inventó esa mujer, que trabajaba en Berlín, pero era judía y mujer. El Nobel se lo dieron a su ayudante, que fue a quien le dio las claves para la fisión. Era una científica que buscaba la verdad, nunca se mostró enfadada, con el tiempo fueron reconociendo sus logros, pero el Nobel se lo dieron a él.
Este libro viene a ser metaliteratura, un libro que habla sobre otro.
Sí, es el juego del manuscrito encontrado, incluso Cervantes lo hizo. Cuando encontramos esa idea fuimos felices. Es un poco la arquitectura de la novela.
Es su sexta novela, ¿habrá más?
Tratamos de cerrar mucho las novelas, pero siempre dejamos un hilo bonito que sea sugerente para una continuación.
¿Cómo se escribe a dúo?
Éramos guionistas y llevábamos años trabajando juntos, eso ayuda, teníamos fluidez de trabajar juntos. Es cierto que nos ha costado mucho encontrar un método para unificar estilos, nos corregimos mucho mutuamente, tanto que tenemos la sensación de que existe un fantasma extra que es el que escribe, una mezcla. A la gente le es difícil atinar: no aciertan qué parte escribe cada uno.
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