Susana Rodríguez Gacio: “El deporte siempre me ha valorado por lo que puedo hacer y no por lo que no”

Rodríguez Gacio ha encontrado en el deporte que la midan por su capacidad, donde ha vivido un 2024 de ensueño, con oro paralímpico, mundial y europeo

Publicado: 26 dic 2024 - 08:00 Actualizado: 17 mar 2025 - 19:01

Susana Rodríguez Gacio: “El deporte siempre me ha valorado por lo que puedo hacer y no por lo que no” | Atlántico

Se declara amante de la Navidad y es de buena ciudad para serlo. A Susana Rodríguez Gacio (Vigo, 1988) también le gusta que la midan por su capacidad y no por su discapacidad. Es lo que ha encontrado en el deporte, donde ha vivido un 2024 de ensueño, con oro paralímpico, mundial y europeo. Un año para recordar en unos bonitos días para celebrar.

Hay dos tipos de vigueses: los que aman la Navidad y los que la odian. ¿En qué equipo está usted?

Yo la amo. A veces se vuelve una época difícil, sobre todo cuando tienes una pérdida familiar, que a todos nos ha pasado. Pero la ilusión siempre vuelve, así que me declaro amante de la Navidad.

Es de buena ciudad para serlo.

Está todo increíble. Mucha gente, mucho ambiente. Las luces ayudan a poner a Vigo en el mapa y a mí me alegra ver a personas de tantos sitios visitando la ciudad. 

También son días de balance de año ¿Puede que 2024 sea el mejor de su carrera?

Pienso que sí. Lo hemos redondeado con la triple corona, que en 2021 no me animé a intentarlo. Fue súper emocionante, productivo en cuanto a resultados y también de aprendizaje, anécdotas y vivencias, que cuando pase el tiempo es lo que nos llevamos.

Para llegar a París tuvo que pasar por la Copa del Mundo de Vigo y por esa caída bajando la Avenida de Europa. ¿Temió que su propia ciudad la dejara sin Juegos?

En realidad no me acuerdo de mucho. Solo que cuando reventó la rueda, me agarré al manillar y pensé “que sea lo que dios quiera” porque no había nada que hacer. Estábamos a merced de la suerte. Lo siguiente que recuerdo es estar en la ambulancia, pero me hablaban y no entendía nada. Se me conectó la cabeza y pensé que si podía mover brazos y piernas sería buena señal. Ahí vi que la médula estaba bien y la cabeza también porque estaba razonando. Ya en el hospital, reconocí la voz de Alfonso, un compañero de triatlón que trabaja en el Cunqueiro, y eso me dio tranquilidad. Ahí mismo se comentó lo cerca que estaba París, pero con el dolor que tenía me daba exactamente igual. Eso sí, cuando me hicieron el TAC y me dijeron que ni Sara ni yo teníamos fracturas, ya volví a pensar en los Juegos. Ahí supimos que íbamos a llegar pero no en qué condiciones.

Afortunadamente llegó para ser campeona paralímpica. Otra vez.

Cada participación tiene su historia y sus emociones. Yo viví en Río los primeros y aunque no hubo medalla, fue una experiencia que me marcó para toda la vida. Ver deportistas con tantas dificultades luchando y siendo felices. Que la gente piensa que por tener una discapacidad no puedes ser feliz. Y los Juegos demuestran lo contrario. Tokio fue especial porque era mi primera medalla y encima, oro. También participé en atletismo. Fue raro porque era la pandemia y no había mucho público. Algo descafeinado en ese sentido. Pero como yo no había vivido ganar con público, para mí fue brutal. Y correr en el centro de París tuvo sus hándicaps, pero el circuito estaba lleno. En la carrera a pie llevábamos una buena ventaja y Sara me dijo donde estaba mi familia y mis compañeros de entrenamiento... Fue brutal. No lo voy a olvidar en la vida. Esa parte de la gente lo hizo más emotivo, pero los dos oros tienen mucho valor.

¿El tiempo ha cambiado su perspectiva de lo que sucedió con el río Sena?

Sigo pensando lo mismo. Competir en el centro de París es espectacular, pero hubo un alto precio que pagar. Fue todo muy caótico: que en la noche previa te llegue un mail a las 4 de la mañana para decirte que se pospone, público que perdió sus entradas, que las informaciones se den tarde... El que mejor supiera gestionar eso, amarraba una parte del botín. Me hubiera gustado que tuvieran algún plan alternativo, pero ahora ya ha pasado todo, yo viví allí uno de los mejores días de mi vida y se me ha olvidado esa angustia.

¿Cómo se motiva para seguir después de haber ganado tanto?

Siempre recuerdo que cuando bajaba del podio de Tokio con la medalla, José Hidalgo -presidente de la Española- me felicitó y me dijo que había conseguido lo más fácil y que ahora venía lo más difícil, que es mantenerse. "Menudo aguafiestas", pensé. Pero, realmente, tenía razón. A mí, de Río a Tokio me fue fácil en el sentido de que había sido quinta y yo quería una medalla. Pero cuando ganas y cumples el sueño de tu vida deportiva, lo siguiente que puedes hacer es igualarlo, pero ya no lo vas a superar. Para mí se volvió complicado porque iba a las carreras con la presión de ganar, pero había perdido un poco la ilusión. Hasta que conseguí reformular los objetivos. Me marqué la meta de ser mejor triatleta en París que en Tokio y que luego me traiga lo que fuera. Además, tengo la suerte o la desgracia de que dependo de alguien para entrenar y las personas con las que trabajo son mis amigos. Eso me hace disfrutar.

¿La veremos en Los Ángeles 2028?

Voy a empezar el ciclo como si lo fuera a hacer entero y se tienen que cumplir dos condiciones. Una, que me siga apeteciendo más entrenar que otra cosa. Porque el deporte de alto nivel requiere un compromiso que seguro que llega un momento en la vida en el que ya no compensa. Y la otra, que me vea bien para pelear por las carreras. Ahora mismo estoy en disposición de ello, así que encaro 2025 como si fuera a ir a Los Ángeles. Pero de aquí a allá, ya veremos.

De futuro nadie sabe, pero de lo ya recorrido, más allá de los triunfos, está ser un referente para personas con discapacidad.

Es bonito. Cuando quieres arrancar en un proyecto buscas referentes y encontrarlos te ayuda a dar ese primer paso. Me siento agradecida de que mi trayectoria haya trascendido a lo deportivo. También lo veo como una responsabilidad. Está muy bien comprobar que con los años, el deporte para personas con discapacidad es cada vez más conocido. Vivir ese cambio es un título muy valioso.

¿Hubo algún momento en el que tomó conciencia de su discapacidad?

La he llevado siempre con naturalidad. En cada época lo vives de forma diferente. Cuando era muy pequeña y alguien me decía que tenía el pelo blanco, le respondía que era albina. O necesito no sé qué porque no veo. Y sabía cómo pedir ayuda. Pero no eres consciente de lo que significa hasta unos años después. Cuando tienes 11, 13, 15. Ahora mismo, es una de mis características y ya está. Pero en el día a día te encuentras situaciones que te dan conciencia de tus limitaciones y del desconocimiento de la sociedad sobre los diferentes tipos de discapacidad.

¿Qué significa el deporte para una niña con discapacidad? 

Cuando empecé, ni en mis mejores sueños habría pensado que iba a ser campeona paralímpica. Para mí, conocer el deporte fue una puerta abierta al lugar donde más igualdad he sentido siempre. Ahí siempre se me ha valorado por mis capacidades y no por lo que no puedo hacer. Eso es muy valioso. Además está la gente que he conocido, las experiencias que he vivido... Y te ayuda a muchas cosas. Yo empecé a viajar sola para ir a competir, aprendes a buscarte la vida en distintas situaciones, a construir día a día para acercarte a las metas, que las cosas no siempre se consiguen... Porque yo ahora llevo un tiempo con buenos resultados, pero el camino para llegar ahí no fue fácil. El deporte te enseña en todas las facetas de la vida. Le debo mucho.

Empezó con el atletismo, se queda a las puertas de Pekín 2008 y prueba el triatlón en 2010. ¿Cómo fue ese proceso?

Yo acabé de casualidad en el triatlón. Buscaba los resultados de unas amigas triatletas que había conocido en el centro en la web de la Fetri y al final, en vez de ir a ver lo que iba a buscar, me enredé en la pestaña de paratriatlón. Había un duatlón en Gijón y pensé que me molaría hacerlo como reto. Acabé reventada, pero me encantó. Y eso me dio ganas de probar el triatlón. Lo hice en Madrid y allí nos anunciaron que había uno internacional en Londres y necesitaban 50 deportistas de distintos continentes para optar al programa paralímpico. El caso es que tenían pocas chicas y nos ofrecieron pagarnos inscripción y hotel. Y allá fui.

Una cosa llevó a la otra.

Pues sí. Y me costó adaptarme porque en atletismo corría el 100, el 200 y algo de 400 y pasé a un multideporte en el que la carrera eran 5 kilómetros. Ser velocista me jugó muchas malas pasadas. No fue hasta 2016 que integré bien todo el entrenamiento. Antes no era capaz de plasmarlo en la competición. Un triatleta tarda unos cuantos años en hacerse.

Curiosamente, en Tokio 2020 logró clasificarse en atletismo y ser la primera que lo conseguía en dos deportes. 

Cuando pasaron los Juegos de Río vimos qué cosas podíamos mejorar para Tokio. Donde más margen creímos que había era en la carrera a pie. En 2018 se me ocurrió hacer pista para progresar. De esta forma me clasifiqué para el Mundial de atletismo en el 1.500 y allí hicimos la mínima para Tokio. Hubo que repetirla en 2021 por la pandemia. De primeras coincidían las dos pruebas y no podía ir, así que moví mar y montaña para invertir el calendario y se pudo hacer. Fue una experiencia muy guay correr en el estadio, aunque estuviera vacío. Su sensación de inmensidad es brutal. Fue especial compartirlo con Celso (Comesaña) porque mucha de la preparación fue con él en Vigo y casi siempre entreno con gente que no viene conmigo a competir.

Todos estos logros fueron de la mano de las carreras de Fisioterapia y Medicina.

Siempre me llamó la atención todo lo que tuviera que ver con el cuerpo humano. Ya desde el colegio. Mi padre fue anestesista, le encantaba su trabajo y a mí me lo transmitió. Empecé con Fisioterapia, aunque también me habría gustado estudiar Farmacia. Pero siempre tuve la idea de Medicina. Buscando información vi que había países con médicos ciegos, así que una vez acabé ‘Fisio’ me fui a Santiago a intentarlo porque no tenía nada que perder.

“Con la triple corona, 2024 ha sido el mejor año de mi carrera”

¿Cómo compagina?

Llevo bastantes años con un día a día exigente. Cuando estudias es más fácil. Trabajando he tenido todas las facilidades que he necesitado, pero es un poco complicado por la particularidad de nuestro trabajo y la situación de la Sanidad Pública. Cada persona que falta repercute en los compañeros. No está siendo sencillo. Quiero prolongar mi carrera deportiva y tengo una responsabilidad grande con ello, pero también la tengo con mi trabajo y soy consciente de que estoy generando un problema. No es fácil ir a trabajar así. La mayoría de los deportistas se incorporan al mundo laboral una vez acabaron sus carreras, pero en mi caso fue antes porque aprobé las oposiciones. Me lo trabajé. Creo que esto no debería crear un conflicto mental y ojalá que en el futuro se tejan opciones para que un deportista no pase por esto.

La Sanidad Pública es un tesoro que está amenazado. ¿Qué se puede hacer para conservarla?

¡Uf! Esta pregunta es la más complicada de toda la entrevista. Efectivamente, la Sanidad Pública es un tesoro. Cuando recorres mundo y hablas con otra gente sabes lo que hay en otros lugares. Por eso pienso que aquí somos privilegiados. Es un problema multifactorial. Por un lado, faltan recursos materiales y humanos. Pero a veces se quieren completar y no hay personas en disposición de realizar esos trabajos. Por mucho que yo quiera traer personal, no tengo de dónde sacarlo, no es posible. También creo que hay una mala utilización de los recursos por parte de la población. Claro que si no eres médico no sabes la potencial gravedad de un problema y es totalmente entendible. No podemos acusar a alguien de ir al médico por algo que luego no sea importante. Pero, como en todo, hay niveles. Y luego, hay muchas demoras con las pruebas. También porque creo que se hacen muchas que no son necesarias. Cada uno debe entender su situación y saber que hay problemas que se pueden mejorar, pero no pueden desaparecer. Yo misma lo viví con el accidente de bici, que me ha dejado una lesión dorsal que no es quirúrgica y que cuando tengo dolor, necesito medicación. Otro asunto es el absentismo laboral, que repercute en retrasos de consultas y demás y es un problema muy grave.

Una curiosidad: ¿qué se siente al ser la mejor del mundo en algo?

A ver… yo no pienso que sea la mejor del mundo. Cuando gano una carrera, pienso que he sido la mejor ese día porque se han dado muchas pequeñas circunstancias. Pero en unos meses va a haber otra y partiremos todas desde el mismo punto. Obviamente, ver que estás ahí varios años me hace sentir plena porque he conseguido todo lo que quería conseguir e incluso más. Estoy orgullosa porque sé que ha habido mucho trabajo detrás tanto mío como de muchas personas que han compartido este sueño como si fuera suyo. Mis objetivos son míos y es difícil encontrar gente que se implique así. En todas mis épocas he dado con las mejores personas para formar parte de mi equipo. Y de eso es de lo que más feliz me siento.

Y para terminar, un deseo para estas Navidades y para el año 2025

El deseo más importante es la salud, tanto física como mental. Una vez la tengamos, del resto ya nos encargaremos.

Contenido patrocinado

stats