Óscar Rosa: “Los detectives privados no tenemos pistola ni investigamos asesinatos”
Escritor y detective privado
Óscar Rosa compagina su pasión de escritor con su profesión de detective privado y el podcast "Historias de detectives". El pasado mes puso a la venta su libro De Baker Street al Paseo de la Castellana, donde analiza la historia, la evolución y casos reales de su vocación como investigador privado.
Baker Street y Paseo de la Castellana. ¿Cómo se conectan ambas localizaciones?
Baker Street es un domicilio emblemático ficticio vinculado con Sherlock Holmes. Y el Paseo de la Castellana es donde están las instalaciones de mi empresa familiar. Hacemos así un recorrido pensado para el público, no para detectives privados. Es una investigación, primero de la España antes de 1951, que es cuando se regula la profesión. Luego, pasado ese año y, por último, todas esas preguntas que cualquier persona nos haría a un detective privado, con pequeños casos reales.
¿Es la sociedad desconocedora de la labor de un detective privado?
Sí, somos de las pocas profesiones en el mundo que hay mucho desconocimiento. Y, a la vez, es de las más conocidas porque salen en películas, libros y series. Cada vez que me presentan a alguien y digo que soy detective privado, se hace un monográfico de mí. Acaparo toda la atención y empiezas a romper mitos. No tenemos pistola, no investigamos asesinatos, no podemos investigar delitos públicos. Solo podemos hacerlo en delitos privados. Y no somos espías. Ellos trabajan para el Gobierno y nosotros trabajamos para nuestro cliente, que tiene una serie de condiciones. Muchas veces tenemos que decir que no a un encargo porque no hay un motivo justificado y legal.
¿Existe un límite ético?
El límite es el legal, sobre todo en un país democrático como España. Por ejemplo, existen muchos casos míticos que son los de confianza en la pareja. Yo puedo hacer una investigación. Voy detrás de ellos, consigo fotografiar al sujeto en un parque con otra persona… Pero lo que no puedo hacer es acceder a su mensajería o colocar una cámara en su domicilio. Puedo hacerlo en unas instalaciones públicas. El límite moral soy yo quien lo marco. Si no la veo 100% ética, estoy en mi derecho de no hacer esa investigación a mi cliente.
El detective privado. ¿Nace o se hace?
Mi padre era detective privado, pero en mi mente no estaba el seguir su estela. Estudié Administración y Dirección de Empresas y entré como detective en 2008. Después de tanto tiempo, puedo decir que he nacido para detective privado.
¿Cuál es lo más bonito de su trabajo y lo más difícil?
Lo más bonito es la sensación que te produce un buen trabajo y servir al cliente. Siempre es agradable. Por ejemplo, una clienta contactó con nosotros porque con 50 años no había conocido a su padre. Cuando se realiza ese encuentro, ves a los dos y eres tú el que de algún modo ha servido de conexión o de intermediario, eso es una gran satisfacción. Lo más complicado es que cada caso es distinto. Y puede ser muy tedioso encontrar según qué tipo de información, sobre todo las económicas. Y el cliente puede que no te cuente toda la verdad y te esté engañando. Pasa en temas de manutención y relacionado con niños. Hay que mirar esos casos con mucho detalle.
¿Ya tiene en mente una segunda parte del libro?
Sí. Me encantaría hacer una pequeña biografía de mujeres detectives. Son una realidad desde un boom en los años 20 del siglo pasado. La mujer detective es mucho más paciente y tiene más empatía a la hora de entablar conversaciones. Y tiene un don especial que muchas veces los hombres no tenemos. Sin duda, es un gran valor añadido en la profesión.
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