María Mayán: “Necesitamos más apoyo para transferir los hallazgos en cáncer a la empresa y al paciente”
Investigadora del Centro de Investigación en Nanomateriales y Biomedicina de la Universidad de Vigo
Vigo puede presumir de contar con investigaciones punteras en cáncer. Un ejemplo es María Mayán, que está al frente del grupo CellCom del Centro de Investigación en Nanomateriales y Biomedicina de la Universidad de Vigo. La revista científica Nature Communications acaba de dar a conocer un proyecto en el que coordinó a 20 centros de investigación de toda Europa y que descubrió un mecanismo para atacar células cancerosas. Está pensado para pacientes que presentan resistencia a los tratamientos en varios tipos de tumores. Lo más llamativo es la forma en la que transportan la proteína a la célula cancerosa utilizando unas nanovesículas que actúan como el caballo de Troya de la Odisea de Homero. Esta estrategia terapéutica fue patentada y busca aliados para poder llegar a la cama del paciente. Actualmente, hay casi 19 millones de personas en el mundo diagnosticadas de cáncer y se espera que en 2040 sean 28 millones. “Es una pandemia más”, subraya.
¿Qué problema trataban de resolver?
En los últimos 20 o 30 años con los estudios de los investigadores que trabajan en el ámbito de la genómica y de la genética hemos ampliado muchísimo el conocimiento de la biología del cáncer y , aunque no conocemos todo, nos permitió conocer que hay mutaciones genéticas implicadas en el progreso tumoral y esto dio lugar al desarrollo de terapias dirigidas que cambiaron el panorama del tratamiento del cáncer. La primera se aprobó en 2011. Hasta ese momento solo teníamos quimioterapias o radioterapia y a partir de ahí se empezaron a desarrollar fármacos contra muchas mutaciones. Gracias a eso pasamos a tener pacientes crónicos, pacientes con metástasis capaces de sobrevivir más de diez años, no sabemos si hemos sido capaces de curar el cáncer en algunos pacientes porque todavía es muy pronto. Lo que ocurre es que, igual que con la quimio o la radioterapia, tenemos un problema y es que no todos los pacientes responden a esa terapia o a esa inmunoterapia, y entre ellos un porcentaje importante también acaban desarrollando resistencia al tratamiento. Quisimos abrir líneas de investigación en nuestro grupo para solventar ese problema, eso fue lo que hicimos hace más de 7 años en el laboratorio.
¿Cuál fue el hallazgo?
Identificamos una proteína que nos permitía solventar la resistencia con los inhibidores Braf/Mek y potencialmente con otras terapias. Los tumores también son vulnerables. Sobreviven con mucho daño en su ADN, pero si eres capaz de provocarle más daño o interfieres en su capacidad de reparación al final las células acaban muriendo. Encontramos una diana terapéutica y estudiamos fármacos que nos permitiesen activar esta proteína en las células tumorales, pero no encontramos ninguno.
¿Cómo lo solucionaron?
Nos planteamos una estrategia terapéutica basada en la tecnología de la vacuna del covid, con el RNA mensajero que es como el libro que le das a la célula para que genere la proteína diana. Nosotros utilizamos unas partículas que las células liberan al medio para comunicarse con otras células. Modificamos genéticamente unas células para que liberasen estas partículas con el RNA mensajero y con la proteína dentro de su vesícula y estas vesículas se las damos a las células tumorales que las cogen con mucho gusto porque son vesículas implicadas en la comunicación celular. Ahí se expresa la conexina 43, que frena la reparación de las células cancerosas y las hace sensibles a terapias dirigidas. Por eso los llamamos caballos de Troya.
¿Qué cánceres se beneficiarán?
Lo enfocamos a tumores con una mutación BRAF que son tratados con inhibidores Braf/Mek. Está muy presente en melanoma, más del 50% de los pacientes la tienen, pero también en cáncer de mama, pulmón, colorrectal y otro tipo de tumores. Vimos también que tiene efectos positivos en el cáncer de mama triple negativo y en tumores que se tratan con otros inhibidores.
¿Cuándo llegará esta terapia a la cama del paciente?
Nos llevó siete años sacar este trabajo adelante, pero su aplicación clínica es mucho más lenta. Es una pena porque hay muchos trabajos como este y otros de muchos colegas con resultados muy prometedores, con una prueba de concepto ya muy clara en modelos animales, que no llegan a la clínica, no porque nosotros no queramos, sino porque llevan un proceso muy largo, lleva tiempo y dinero, se necesita un esfuerzo de la Administración para acelerar el procedimiento y que haya empresas interesadas. Nos cuesta llevarlo al mercado porque tenemos que hablar con gente que habla distintos idiomas a nivel profesional, necesitamos ese acompañamiento. Es verdad que ahora la Xunta y el Ministerio están haciendo esfuerzos para fomentar la transferencia, pero aún lo dejan mucho sobre nuestras espaldas. Necesitaríamos algo como el polo biomédico de Barcelona para despertar el interés de los inversores y de las farmacéuticas.
¿Hay mimbres en el Cinbio para crear algo similar?
Estoy en el Cinbio desde hace un año y medio y si estoy aquí es porque es un centro que promueve la excelencia y tiene grupos de investigación muy potentes en el ámbito de la nanotecnología y el ámbito biomédico. A nivel de investigación todo perfecto, pero a nivel de transferencia nos falta un apoyo más. Es un problema de prácticamente todos los centros de investigación a nivel nacional, muy poquitos tienen ese apoyo, excepto si estás en una región como en este caso Barcelona.
"No estamos solo en el laboratorio, colaboramos entre nosotros”
¿Fue muy difícil coordinar a 20 centros de investigación?
La ciencia al final es un trabajo colaborativo, empiezas con algo que tú conoces muy bien y en lo que tienes experiencia, pero luego los resultados te van llevando por otro camino que desconoces y que te obligan a abrir un nuevo campo dentro del laboratorio. Entonces pedimos ayuda a otro grupo para poder avanzar. A pesar de que los investigadores tenemos fama de estar metidos en el laboratorio, no es cierto. Es muy importante ir a congresos, visitar otros centros de investigación, hablar con la gente para conocerla y enseñarle tus resultados porque siempre te dan otro punto de vista. En nuestro caso, una de las principales conclusiones de nuestro mecanismo de acción la obtuvimos hablando con un colega de Santiago en un congreso de Málaga que nos puso en contacto con otra persona. Cuando algo te despierta curiosidad y es algo que nadie ha visto, hace que la gente también quiera ayudarte y participar. Somos bastante colaboradores entre nosotros en la comunidad científica.
¿Qué se siente al poder sacar adelante un proyecto de esta envergadura desde Galicia?
Yo aposté por volver. Me fui a Madrid a hacer la tesis, me fui a Londres a hacer el postdoctoral y luego decidí volver a casa. A veces me pregunto si fue la mejor decisión, porque hacer ciencia puntera desde Galicia y desde España es muy difícil, requiere un esfuerzo importante, porque el nivel de financiación que tenemos aquí no es el mismo que tienen en Alemania, Reino Unido, Estados Unidos o Japón, y competimos con ellos. Supone un esfuerzo más elevado pero hacerlo desde aquí es un orgullo, no solo porque le pones el nombre de Galicia a ese descubrimiento científico, que es una pieza más del puzzle de la biología del cáncer y puede tener repercusión en el futuro en la clínica, sino porque ayudas a visibilizar tu ciudad, a formar a investigadores en la UVigo que pueden tener la oportunidad de trabajar en grupos con proyección internacional o que algún día acabarán en la NASA y podremos decir que los hemos formado aquí. Además, la ciencia atrae retorno económico si tienes apoyo para transferir el conocimiento.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
Lo último
Lotería de Navidad
Vigo busca la suerte: más venta de Lotería que en 2024
Balonmano | Liga Asobal
Por unas felices fiestas