Erik Noya: “Estoy orgulloso de mis raíces y de representar a A Guarda”

En el nuevo ciclo, el escalador Erik Noya intentará escalar hacia Los Ángeles 2028. Igual que lleva haciendo desde siempre. En la pared del rocódromo. Y en la de la vida

Erik Noya | Atlántico

Erik Noya nació en Caracas (1994), vive en Barcelona, pero gran parte de su corazón está en A Guarda. Allí tiene sus orígenes, allí viven sus padres y allí regresa cuando puede. Como en estas fiestas. Unos días que aprovecha para conectar con su pueblo y en los que visitó Atlántico después de un 2024 a las puertas de los Juegos. En el nuevo ciclo intentará escalar hacia Los Ángeles 2028. Igual que lleva haciendo desde siempre. En la pared del rocódromo. Y en la de la vida. 

¿Cuántas frustraciones hay detrás de escalar una pared de 15 metros en 5 segundos?

Creo que todo el mundo se ha sentido muy identificado con lo que hago porque, para mí, la escalada es un estilo de vida. Y como en la vida misma, muchas veces acertamos y otras fallamos. Por eso, entiendes que el fracaso es parte del éxito y lo normalizas. Es algo que se potencia en la velocidad porque el riesgo de fallar es muy grande. El 95% de los eventos en los que participo no salen como quiero. Es en el otro 5% en el que sí. Estamos acostumbrados a estadísticas fatalistas.

¿Cómo es al principio?

Yo empecé en Venezuela y se trabajaban las tres modalidades a la vez. En España se hace más dificultad y bloque al principio, pero yo espero que con los cambios que está teniendo la velocidad en el mundo, también se empiece con las tres. Yo lo hice con mis amigos, como un hobby. La bola fue creciendo y lo logré. 

Hablando de frustraciones, ¿fue una quedarse fuera de los Juegos?

Claro que sí. Pero es parte de la vida. Intenté pasar página lo más rápido posible, aprender de lo que sucedió, analizarlo, odiarlo, quererlo, llorarlo, disfrutarlo... Vivir el proceso. Fue una preparación de años y hay muchas cosas detrás de clasificarse o no para unos Juegos Olímpicos. Estoy agradecido por ello y, de hecho, mi intención es seguir intentándolo.

En un año olímpico, los Juegos lo monopolizan casi todo. Pero hay más. ¿Qué balance hace de 2024?

Es difícil porque podemos desequilibrar la balanza hacia cualquier lado. Por una parte, me siento satisfecho con los resultados porque se nota el trabajo. Bajar el récord de España a un 5.0 me llena de orgullo. Hubo dos medallas en Copas del mundo, acabé entre los diez primeros del ránking mundial... Es muy difícil alcanzar esos límites. Pero por otro lado, mi principal objetivo era ir a los Juegos y no lo cumplí. No hay que tapar eso con un dedo. Aunque sabíamos el gran riesgo que había, no deja de ser una desilusión.

Y siguiendo con las preguntas clásicas, ¿qué espera de 2025?

Seguir intentando subir la barra. Todos los años hay una competición que marca la pauta. En el 24 fueron los Juegos. En el 25, los Campeonatos del Mundo. Para poder seguir obteniendo las ayudas que da el CSD, tengo que quedar entre los 12 mejores. A mí me gustaría hacer top-10 para seguir viviendo de la escalada. Es un objetivo ambicioso, pero si se juegan bien las cartas y se tiene un poco de suerte es bastante factible.

Y a largo plazo, ¿se siente preparado para quitarse la espina de París e ir a Los Ángeles?

Yo lo voy a intentar. Le estoy poniendo corazón, haciendo los cambios en mi vida que necesito para encauzarme lo mejor posible y claro que me gustaría cumplir con otro ciclo olímpico. Disfruto mucho de mi estilo de vida. Sé que desde fuera se ve como un trabajo duro, con mucha disciplina. Y lo es. Pero no me corto las venas por eso. Me despierto por las mañanas encantado de hacer lo que hago y quiero seguir en esa comodidad, no voy a mentir.

Imagino que eso supone presión.

Es que para seguir necesito el apoyo económico y por eso tengo que generar esos resultados. Es una vida que me gusta, pero sí que hay mucha presión porque si no los consigo, perdón por la expresión, estoy jodido. Tendría que cambiar de curro y eso es mogollón de presión. Pero el deporte no es lineal. 

Una cosa que sí es el deporte es superación. ¿Le veremos bajar de 5 segundos en 2025?

Sí. Es otro de mis objetivos y me gustaría romper esa barrera antes del verano. Es una meta que me planteé con mis entrenadores, así que todos tenemos el foco puesto en ello. 

¿Cuál es el límite de la velocidad?

Con los ADN que tenemos ahora, 4.5 o 4.4 sería un límite exagerado. Pero hay que esperar a que vengan otras genéticas a nuestro deporte. Para ser más específicos: ¿qué pasará cuando en Jamaica empiecen? ¿O en países africanos? Los asiáticos lo han desarrollado mucho. También los rusos. Los americanos, mogollón. Pero cuando seamos aún más globales, me es muy difícil imaginar hasta dónde podemos llegar. Si la secuencia cambia y se pueden pillar otras presas y saltar algunos movimientos con una genética óptima, no sabemos dónde podremos ir a parar. Es una locura. 

La impresión es que su cuerpo es más estrecho que antes. ¿Es necesario ese cambio para estar en la élite mundial?

No lo sé. El fenotipo es variado. En mi caso, soy de los más grandes y no me va mal. Yo no buscaba este cambio. O, mejor dicho, sí lo hice. Pero llegó un punto en el que eso me causaba más estrés que avances. Lo dejamos a un lado, nos enfocamos en otros aspectos siempre con una buena alimentación y así llegué al punto en el que estoy. Digamos que ha sido de forma orgánica. Por eso, no descarto que ésta sea la tendencia que requiere tu cuerpo para poder escalar más rápido. Pero tampoco lo puedo asegurar. Espero que sí y que sea la finura lo que me haga ir más veloz.

No sé si necesario, pero conectar con las raíces como estos días en A Guarda, imagino que es especial.

Es lo máximo. Siempre estoy fuera y conecto muy poco con mi familia. A mi sobrino casi ni lo conocía porque nació el 2 de enero de 2024 y yo tuve que regresar el día 1 porque era año olímpico. Mi trabajo no me deja estar tanto con ellos, con lo que yo considero mi casa... Así que tener este hueco es muy importante para mí. Estoy muy orgulloso de mis raíces y de todo lo que hicieron mis abuelos en estas tierras. Me gusta compartirlo con mi familia y verlo de primera mano. 

Y llevar el nombre del pueblo por todo el mundo.

Se me pone la piel de pollo... Significa representar todo ese orgullo que yo siento por mis raíces y exponerlo. Me llena de alegría y me gustaría hacer alguna cosa más, como llevar la bandera de A Guarda, que la tengo. Estoy muy feliz de hacerlo y no quiero que eso cambie. El siguente paso, que estoy seguro de que es así, es que los guardeses se sientan orgullosos de que haya un Noya por ahí representando al pueblo y trabajando mogollón para dejarlos en alto allá donde vaya.

Y en un ámbito más amplio, imagino que es bonito formar parte de un deporte tan en auge.

Por supuesto. Estoy encantado porque siento que una de mis misiones de vida es promover este deporte en el ámbito de competición, pero también en todo lo social que hay a su alrededor. Trato de trasladar todos los aspectos positivos que tiene el deporte porque considero que es el aporte ciudadano que puedo hacer. Estoy contento de poder expresarme así y que la gente me reconozca por ello. 

También en nuestra zona.

El objetivo es que siga creciendo. A ver si por fin logramos que en Vigo haya un rocódromo de velocidad, montar algo en A Guarda... Abrir nuestra mente en Galicia y darnos cuenta de que el futuro de la escalada es muy grande porque de los deportes olímpicos nuevos, ha sido de los pocos que han escogido de manera inmediata para los siguientes Juegos. Creo que es una buena señal y sería interesante apostar por ello.

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