César Antonio Molina: “Seremos jubilados de nacimiento, para la nueva tecnología venimos mal de fábrica”
Licenciado en Derecho y en Ciencias de la Información, fue ministro de Cultura en el Gobierno de Zapatero
César Antonio Molina (Coruña, 1952) visitó ayer el set de Atlántico TV para presentar su último libro, “¿Qué hacemos con los humanos?”. Licenciado en Derecho y en Ciencias de la Información, fue ministro de Cultura en el Gobierno de Zapatero. Profesor de universidad, periodista y escritor, con su última publicación se adentra el mundo digital y de la Inteligencia Artificial con unas conclusiones inquietantes en una reivindicación humanista de la libertad frente a lo que denomina el totalitarismo tecnológico.
¿Tiene respuesta para su título?
Como periodista siempre he procurado buscar títulos acertados. Este define muy bien lo que es el libro: ¿Qué vamos a hacer ante la inteligencia artificial y el Metaverso?, ¿qué les amparará los que estén?
¿Quién está detrás de la IA y de estos avances tecnológicos?
Los controlan Mark Zuckerberg y Elon Musk, estos multimillonarios que dijeron que lo que ganarían sería invertido en el bienestar y en la mejora de la vida de los ciudadanos, pero no lo han cumplido. Se han dedicado a ganar dinero, a tener yates y a interferir en la política como lo hace Musk en la campaña de Trump. Hoy son los más poderosos del mundo, no es ni Putin, ni los chinos ni nadie los supera. Todas las tecnologías dependen de ellos. Hay países que quieren desarrollar su propio sistema, pero no tienen suficiente material. Ya demostraron que la democracia no les hace mucha gracia. Quieren mandar, gobernar, hacer un totalitarismo tecnológico. El ideológico, que existe y lo representa Rusia, China, Venezuela o Cuba, ya se queda a trasmano.
¿Quién los controla?
No se puede. ¿Pagan impuestos? No. Europa se lo exige, los multa y ellos amenazan y cierran las conexiones. Lo tienen todo en sus manos.
¿Se puede entender la sociedad sin esta tecnología?
Una profesora norteamericana especialista definió el concepto la coevolución. El ser humano evolucionó según las leyes de Darwin hasta finales de la segunda guerra mundial. A partir de ahí aparecieron los ordenadores, IBM y otros empezaron a funcionar y la humanidad perdió su condición primigenia en el mundo racional y empezó la coevolución. Compartimos avances que no se pueden llevar a cabo, si no son acompañados por todos estos instrumentos. Al principio íbamos más deprisa, luego nos alcanzaron, ahora van muy por delante de nosotros.
¿La ciudadanía es consciente de que colabora con el desarrollo de este ente?
No necesitan pedirnos nada. Saben lo que pensamos, lo que consumimos. Uno de los capítulos de este libro se titula “El ser humano como materia prima”, ahí explican que no regalan nada. La gente protesta, pero luego hace uso de aplicaciones gratuitas o entra en webs de acceso libre con el ordenador o se comunica por WhatsApp. Esa es su justificación para la toma de datos. Luego venden todos los conocimientos que tienen sobre nosotros. Cada persona da su permiso al entrar en cualquier página. El GPS del Google Maps comenzó localidades de Inglaterra y Alemania. Empezaron a fotografiar casas y coches, cuando la gente se enteró, armó un follón, lo llevó a los tribunales y ganó. Pero Google convenció a los negocios y empresas que esto sería beneficioso para ellos y ahí están. Usan un derecho tuyo sin pedir permiso.
¿Hay marcha atrás?
No. ¿Cómo se va a ir contra esta gente? Es muy difícil. Universidades americanas han calculado que en 2030 habrán desaparecido 1.300 profesiones, que no empleos. Ya han presentado el Tesla que no necesita conductor, ¿qué va a pasar con los taxistas? Pero al margen de los efectos en el ámbito sociolaboral, lo que me interesa es el genocidio existencial. De las emociones, los sentimientos, la fe, el azar, el alma o el libre albedrío nos dicen que no valen para nada y que lo van a resolver. Seremos jubilados de nacimiento porque para la nueva tecnología venimos mal de fábrica. Va a hacer seres humanos sin defectos.
Suena al escenario de Blade Runner.
Todo está escrito, son muy claros y no engañan a nadie. Son como los nacionalistas de izquierda que no engañan, dicen lo que hay y ya está. Mi libro tiene una biografía muy grande donde todo está evidenciado. No es una secta religiosa, ellos son laicos, en tal caso son los dioses. Si alguien dice que vienes mal de fábrica y que van a conseguir un ser humano perfecto te están diciendo que tu dios no tiene el poder tanto poder como ellos.
Pero detrás de ese ‘ellos’ hay personas.
Eso es otro tópico. Dicen que la tecnología está manejada por seres humanos, ¿por quiénes? Yo no sé manejarla. Solo por un grupo, una élite grande de gente, sabe cómo funciona. Los demás no nos dedicamos a eso, somos millones y millones que quedamos al margen. Es como la bomba atómica. ¿Dónde está el botón? Yo no lo tengo, solo cuatro tienen acceso. Aquí pasa lo mismo. Ese control es una ficción.
¿De tanto estirarlo puede dar de sí? ¿Es real la amenaza del gran apagón?
Ellos no amenazan. Lo han explicado y el transhumanismo está muy claro. El tema de la muerte es un defecto de fábrica y lo van a evitar con montones de trasplantes y chips que meten en el cerebro. A través de una conexión con los ordenadores que pueden vaciar memoria y los pensamientos para almacenarla, eso significa no morir.
Suena a ciencia ficción.
La ciencia ficción es un género de la tecnología. Antes era al revés, la IA y los algoritmos eran los géneros literarios de la ciencia ficción. Hoy la literatura se ve superada solo por lo que sabemos, aunque hay un porcentaje elevadísimo de avances que no conocemos y ya se están aplicando. Hay muchos ingenieros de las nuevas tecnologías que Silicon Valley abandonó y escribió un libro con lo que pudo contar, no con todo. Somos conscientes de que vamos por un camino, en parte bueno, ya que supone mejoras para la medicina. Lo importante es mejorar al ser humano, no modificarlo, cambiarlo por otro ser distinto. ¡Ojalá mi libro fuera de ciencia ficción! Pero todo lo que digo está corroborado.
¿Por qué a un humanista le interesó este tema?
Algunos amigos se sorprendieron de que me metiese en el mundo científico que me era bastante ajeno. Pero creo que este es el libro más literario que he escrito. Habló de los temas fundamentales de la literatura, del amor, imprescindible en la poesía, cómo se convierte un instinto violento en algo maravilloso a través de la cultura. Pues ellos dicen que eso se acabó, que en el Metaverso se puede elegir a la pareja perfecta. El otro día en una intervención, una artista plástica creó un hombre en este mundo y luego se casó con él. Va a desaparecer el amor tal y como lo hemos entendido hasta ahora. Yo que he escrito sobre el amor, me van a decir que soy una antigualla, pues no, me rebelo contra eso. De la muerte dicen que ya no va a hablar, el zar no existe. Entonces, ¿de qué voy a escribir? La mayoría de mis libros no valen para nada porque las próximas generaciones no sabrán nada de esos conocimientos. Por eso lo he escrito anteponiéndome a estas ideas.
Fue director de Instituto Cervantes y como defensor del patrimonio inmaterial. ¿Cómo recibe esta visión?
Los últimos años en la universidad las clases de humanidades consisten en explicarle a los alumnos el valor de la existencia, para qué están aquí, para qué vale su vida, por qué merece la pena vivir. En esas edades el tema del suicidio está muy presente y hay que darle un sentido a todo eso. Si lo eliminan, por qué va a ser sustituido. No tienen qué meterse en la vida de los demás, que es su mayor tesoro. Don Quijote le dijo a Sancho no hay mayor valor que la libertad. Zuckerberg en 2012 dijo de sus peores salvajadas, “la privacidad ya no es un derecho”. Si saben tu vida y la pueden publicar, ¿eres libre o no?
Para acabar, en referencia a su última visita a Vigo como titular de Cultura del Gobierno. ¿Le quedó algo pendiente de su paso por el Ministerio?
En Vigo quise hacer la Biblioteca del Estado. Vine en mis varias reencarnaciones y ¿dónde está la Biblioteca? No lo sé.
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