La Unión Europa impulsa su lucha contra las “fake news”
Las campañas de desinformación son cada vez más sofisticadas, ya que evaden los sistemas automáticos de protección online y confunden a la audiencia.
El desarrollo de las redes sociales ha impulsado de manera exponencial la comunicación y el comercio a nivel global, pero también ha hecho crecer de manera desmesurada la desinformación y la manipulación informativa.
El estudio “Informe sobre Campañas de Desinformación e Influencia en el ámbito político”, elaborado por la plataforma de seguridad online S2 Grupo, revela diferentes estrategias de manipulación empleadas en internet, los objetivos de muchas campañas de desinformación y las víctimas que suelen ser escogidas.
En España, el caso de la dana de Valencia ha expuesto en gran medida conflictos políticos que ha llevado a dar visibilidad general a numerosas informaciones y cuentas falsas, difundidas a través de redes sociales y videos sin contextualizar.
Entre las operaciones detalladas en el informe destacan casos recientes como “Doppelgänger”, impulsada desde Rusia para difundir propaganda favorable al Kremlin, y “Secondary Infektion”, otra campaña con respaldo estatal ruso. También se han analizado “Pinball”, destinada a promover el reconocimiento de movimientos independentistas en Abjasia y Osetia del Sur. También destaca la campaña “Empire Dragon”, relacionada con el gobierno chino.
Entre los que más están afectando a la Unión Europea está la campaña de desinformación “Copycop”, que involucra la creación de medios fraudulentos en EE.UU., Reino Unido y Francia.
Las técnicas empleadas para estas campañas abarcan desde la suplantación de identidad de medios de comunicación y agencias gubernamentales, hasta la creación de identidades ficticias en redes sociales. Una práctica destacada en el informe es el “blanqueo de información”, donde mensajes falsos son replicados en múltiples webs de un continente para que lleguen a ser considerados noticias en otro.
Para protegerse de la desinformación es importante verificar las fuentes, evitar compartir información sin confirmar su veracidad, contrastar el contenido en múltiples medios para detectar posibles inconsistencias, analizar los mensajes en busca de lenguaje sensacionalista o errores gramaticales y apostar por medios de calidad que actúen como contrapeso a la manipulación informativa.
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