Samos: sangre joven en el monasterio más viejo
El benedictino, uno de los tres habitados en Galicia y el más antiguo de todos los existentes en España, ha conseguido renovar su comunidad con la reciente llegada de dos veinteañeros
Una docena de monjes mantienen viva la historia de Samos, el más antiguo de los monasterios de España por su fundación, que data de finales del siglo VI, justo al caer el reino suevo a manos del visigodo, aunque fue abandonado y reconstruido en varias ocasiones, la última a finales del siglo XIX tras medio siglo de vacío luego de la famosa y trágica desamortización que acabó con la vida monacal. El último recuento anota que el mayor de los monjes tiene 94 años, aunque aparentemente se encuentra en muy buenas condiciones, quizá debido a la vida regulada por cumplimiento de la regla de San Benito de rezar y trabajar, con horarios fijos sin importar el día de la semana ni el mes ni la estación. En Samos todo sigue igual y es posible que todavía se mantengan las cosas como están durante algunos años más. ¿Cuántos? Buenas noticias para la comunidad, que relata en primera persona Vicente, un monje de apenas 22 años que lleva algo más de uno en el convento y que dice estar feliz con su vida de retiro. Y no es el más joven, hay otro de 21. Fuera tópicos: ambos son españoles y en el caso de Vicente no procede en absoluto de una familia religiosa, como él mismo confiesa. Ni siquiera es gallego, sino de una ciudad a primera vista tan alejada del monacato como la turística y mediterránea Benidorm. “A mí nunca me gustó mucho la playa, la verdad”, confiesa con una sonrisa durante el recorrido por el interior de los edificios. Preguntado por qué le llevo a Samos, asegura que fue algo parecido a un enamoramiento: visitó el monasterio como turista y se quedó emocionado ante el lugar y el recogimiento. El resto fue muy rápido y hace un año tomó los votos, de momento con caducidad, aunque asegura que su vida actual le llena plenamente. La oración se inicia a las cinco o seis de la mañana, y el resto del día, trabajo, sobre todo en la hospedería y con las visitas. Entre junio y octubre, el monasterio está lleno de peregrinos y visitantes que quieren conocer los claustros y otros espacios históricos como la iglesia o la botica. ¿Cuál es el futuro del lugar? Vicente no se hace ilusiones: “Quizá todos acabarán como San Estevo de Ribas de Sil, que es un hotel. Estuve allí, y la verdad no me gustó que ya no sea un monasterio”, asegura.
Samos, pese a su larguísima historia, es un monasterio relativamente moderno en lo que atañe a la arquitectura. De sus primeros tiempos queda muy poco, apenas un acceso a lo que hoy es la recepción a través de una entrada románica. El resto, muy posterior, barroco y neoclásico, de los siglos XVII en adelante, donde se incluyen los claustros. Además, en los años cincuenta del siglo XX sufrió un terrible incendio que acabó con sus pinturas y obligó a rehabilitar grandes partes de los edificios principales. Al parecer, fue debido a la combustión del alcohol que entonces usaban los monjes para elaborar un licor que desde entonces fue vetado. En su tienda hay repostería llegada de otro monasterio benedictino, como las famosas galletas de nata de las monjas benedictinas de Transmañó, en Rande, y chocolates de gran calidad elaborados por una firma lucense con la marca de Samos. Pero la base de su economía está en las visitas y la hospedería, que funciona a pleno rendimiento, no solo por el Camino de Santiago. “También hay gente que viene a retirarse unos días, para escribir o desenchufarse, no hay otro lugar mejor que este”, confiesa el joven monje Vicente.
Real, gracias al rey Alfonso II, huésped y fundador del Camino de Santiago
La historia de Samos está entroncada con el Camino de Santiago, hasta el punto que se podría decir que forman uno solo. El rey Alfonso II El Casto fue huésped del monasterio a finales del siglo VIII, y le dio el título de Real, que todavía ostenta. El segundo Alfonso es un personaje clave en la historia de la península. Tras ser elegido rey -todavía se mantenían los usos godos- pasó a la acción iniciando la Reconquista y tomando decisiones relevantes. Una, batallar contra los señores del Islam y fijar una frontera en la Meseta norte, que despobló para llevar sus habitantes al norte, a Asturia, León y Galicia. Otra, refundar Oporto, que había quedado abandonada, y fija en el Duero la frontera. Y la tercera, ser el creador de Camino de Santiago: durante su reinado fue cuando se tuvo noticia de la aparición de los supuestos restos del Apóstol en un arca de piedra. El propio rey fue quizá el primero que hizo el Camino, que tomó desde Oviedo hasta Compostela. Y así se inició una ruta europea todavía en plena vigencia. Su estatua se encuentra en la iglesia del monasterio, que esconde otras curiosidades, como las reliquias de santos. La más importante, un hueso (un fémur) que se supone era del propio San Benito, fundador de la orden. A los santos se les acababa descuartizando porque las reliquias tenían enorme tirón popular y eran fuente de riqueza para la iglesia donde se encontraban. Hoy es el Vaticano el que se ocupa de las peticiones de restos de santos, pero siempre muy reducidos o incluso algún cabello. Es el caso de la más reciente, Santa Teresa de Calcuta, la monja que dedicó su vida a los más pobres en la India, fallecida en 1997 años, beatificada por Juan Pablo II en cuanto pudo -en 2003, apenas cinco años después, el mínimo establecido- y canonizada por el Papa Francisco en 2016.
Otra curiosidad: Samos llegó a la prensa internacional hace unos meses durante la celebración del Mundial, cuando se “descubrió” que en los nervios de uno de los claustros se encontraba esculpida la famosa frase de Messi, “Qué miras bobo”, que se ha convertido en una visita obligada, según contaba el joven monje. La explicación está en que se decidió esculpir probablemente en el siglo XVII para instar a los frailes a centrarse en la oración y que no se les fuera la cabeza.
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