La comida basura es habitual en nueve de cada diez niños
Las bebidas azucaradas registran un consumo similar: un 83% las ingiere todas las semanas
El 92 % de los niños en España consume comida basura semanalmente, como hamburguesas, pizzas o patatas fritas, y el 15 % lo hace tres o más veces por semana. Además, el 93 % consume dulces semanalmente, y el 44 % lo hace en tres o más ocasiones. Estos hábitos fueron revelados por la Fundación Eroski, a través de una encuesta realizada a 2.126 niños de entre 8 y 12 años en nueve comunidades autónomas del norte de España. Los resultados muestran una tendencia alarmante en el consumo de alimentos ultraprocesados, ya que también el 83 % de los niños toma bebidas azucaradas cada semana, con un 46 % consumiéndolas tres o más veces, mientras que el 14 % consume bebidas energéticas semanalmente.
A pesar de estos altos índices de consumo de comida poco saludable, el 44 % de los niños reconoce que debería mejorar sus hábitos alimenticios, optando por comer más fruta y beber más agua. Además, un dato preocupante es que el 54 % de los hogares utiliza la comida como premio para los niños, lo que generalmente incluye productos poco saludables como chucherías, dulces o bollería. Este patrón es más prevalente en familias con rentas bajas, donde el consumo de refrescos azucarados alcanza un 7,8 %, mucho más alto que el 0,9 % de la media. Este comportamiento puede estar contribuyendo a la normalización de hábitos alimenticios poco saludables en una generación cada vez más vulnerable.
Afortunadamente, el estudio también destaca que involucrar a los niños en las decisiones alimentarias puede ser una estrategia eficaz para mejorar sus hábitos. El 87 % de los hogares realiza la lista de la compra teniendo en cuenta la opinión de los menores, y el 82 % de los niños participa activamente en la preparación de comidas, lo que podría fomentar un mayor interés por alimentos más saludables. Sin embargo, el 5 % de los niños se salta el desayuno y el 10 % la merienda, lo que puede llevar a un aumento de peso y a hábitos alimenticios poco recomendables, como el picoteo entre horas.
En este contexto, la Fundación Eroski subraya la necesidad de un esfuerzo colectivo para mejorar los hábitos alimentarios desde la infancia, con la implicación de las familias, los educadores y políticas públicas que faciliten la adopción de conductas más saludables. Además, se hace énfasis en la importancia de educar a los niños desde pequeños para que desarrollen una relación más consciente y equilibrada con la comida, que no dependa de recompensas poco saludables o de la disponibilidad de productos ultraprocesados.
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