La colección Thyssen se queda en España los próximos 15 años
La baronesa llega a un acuerdo con el Gobierno y alquila sus 330 obras por 6,5 millones al año
Carmen Thyssen y el Gobierno firmaron ayer, por fin, el acuerdo para que la colección de la aristócrata permanezca en España. El documento, fruto de años de negociaciones, incluye el alquiler de 330 obras por 6,5 millones de euros anuales durante 15 años y otras ventajosas condiciones. “Por fin. Es un día histórico, estoy muy emocionada” afirmó la baronesa, con lagrimas en los ojos. Su ilusión, declaró, era que las dos colecciones (la suya y la de su marido) “estuvieran juntas”, y desde hoy así continuarán, por lo menos los 15 años que dura el acuerdo.
Desde hoy, el público podrá ver las nuevas salas de la Colección Carmen Thyssen, ubicadas ahora en la planta baja del museo, con acceso directo desde el hall principal, donde se colgaron 170 de las 330 obras incluidas del acuerdo. La colección estuvo 21 años cedida de manera gratuita, al principio solo por un periodo de diez años, pero la falta de acuerdo y los numerosos estancamientos de las negociaciones ralentizaron el proceso.
El contrato inicial de cesión por la Colección Carmen Thyssen incluía casi 800 obras, pero con los años disminuyeron sensiblemente. La aristócrata fue abriendo otros museos (Málaga y Andorra, y en 2023 lo hará en Sant Feliux de Guisols) y vendió grandes obras como “La Esclusa” de John Constable. El seguro de la última prórroga -publicado en el BOE el año pasado- incluía 425 obras, el acuerdo firmado ayer lo reduce a 330. El acuerdo es ventajoso: 6,5 millones de euros anuales durante 15 años, podrá prestar 20 obras para otras exposiciones y vender un máximo de tres obras, aunque ninguna de ellas podrá ser el “Mata Mua”.
FINAL FELIZ PARA LOS THYSSEN
La obra de Gauguin ocupa un lugar especial en el recorrido. Su salida de España junto a otros tres cuadros en pleno confinamiento abrió una de las crisis más graves de todo el proceso de negociación, que hoy, por fin, tuvo un final feliz para la baronesa.
La colección está valorada en 1.703.796.510 euros en el contrato, el “Mata Mua” es la obra más preciada con 250 millones de euros de estimación. Los seguros y el mantenimiento de todos los cuadros corren a cargo del Estado, aunque la baronesa, que ha firmado el acuerdo con una mascarilla con la imagen del “Mata Mua”, cede los derechos de merchandising de las obras.
El hijo de la baronesa firmó el acuerdo junto a su madre, ya que también es titular de las dos empresas propietarias de las obras, Omicron Collections S.L.U y Nautilis S.L. Estas empresas y ambos se reparten los 6,5 millones de alquiler de la colección con unos porcentajes que no han sido desvelados aún, ya que el acuerdo difundido por el Gobierno es un borrador.
“Mi padre me enseño a amar el arte y a compartirlo. Hoy es un día muy especial, fue un largo camino, con muchas dificultades, mentiría si dijera lo contrario, pero lo más importante es que da una garantía de quince años a la colección”, dijo Borja Thyssen ayer tras la firma del acuerdo, un acto en el que no se admitieron preguntas.
Picasso, Gauguin o Monet, entre las joyas del catálogo
La Colección Carmen Thyssen es distinta a la que su marido, el barón Heinrich Thyssen- Bornemisza vendió al Gobierno en los noventa y que es el corazón del Museo Thyssen. Antes de resolver la venta de su colección, el barón dividió su legado entre sus hijos y su mujer para evitar disputas. Durante un tiempo siguió comprando obras, la herencia de su viuda y esas compras conforman la Colección Carmen Thyssen.
El núcleo principal de la colección es la pintura holandesa del siglo XVII, el vedutismo del siglo XVIII, el paisajismo naturalista del XIX, el impresionismo, el postimpresionismo y las primeras vanguardias del siglo XX.
Entre los nombres más destacados se encuentran Picasso, Van Gogh, Juan Gris, Matisse, O’Keeffe, Monet, Delaunay, Gauguin, o Toulousse Lautrec. La muestra incluye tres esculturas de Rodin, que el abuelo del barón encargó al escultor, y tres cuadros de Borja Thyssen.
El “Mata Mua” de Gauguin, pieza central del acuerdo, es una de las más importantes de la colección de la baronesa y uno de sus favoritos, con su nombre bautizó a su barco en Marbella. El cuadro sufrió mil y un viajes hasta llegar a donde está hoy. Su periplo comenzó en Tahití, donde el pintor francés se marchó en busca de inspiración. A su vuelta, el carácter innovador de la obra no despertó muchas simpatías y fue subastada y pasó por distintas galerías y colecciones privadas.
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