Opinión

Crónica de una vuelta anunciada

La vuelta al cole va camino de ser la más corta de la historia. El miedo al Covid-19 ocupará el primer pupitre del aula y acabará desquiciando a padres y profesores con los primeros mocos o décimas de fiebre. Ni todo el hidrogel del mundo, ni las mamparas y la distancia de seguridad de quien sabe cuántos metros podrán frenar la histeria colectiva que se irá contagiando con mayor rapidez que cualquier virus.

Antes de que se le caiga la piel de las manos a los chavales, que deben lavarlas cinco veces al día, antes de que la mascarilla se le quede incrustada para siempre en el rostro, las aulas se irán vaciando sin remisión. No quedará tiempo ni para despedirse con los codos. Los niños y las niñas retomarán el camino al hogar en una crónica de una vuelta anunciada, pero esta vez a casa, donde los padres perderán los nervios definitivamente y la bomba de la conciliación saltará por los aires.
A partir de ahí, sálvese quien pueda. En función de la mayor o menor implicación y responsabilidad de los centros educativos y los equipos docentes, los tele alumnos podrán acertar a hacer la o con un canuto o naufragar en complejos enlaces para maestros autodidactas o tutoriales de youtube, abandonados a su suerte. El desinterés está servido y los padres desquiciados, sin tiempo ni respuestas a las necesidades educativas de sus hijos y poco margen para conjugar el cuidado de la familia con un empleo en la cuerda floja. 

Parecería distópico si no supiéramos ya de lo que estamos hablando o no estuviéramos viviendo la incapacidad de un Gobierno sin ideas ni capacidad de dirección de unas comunidades autónomas descoordinadas. Quiero equivocarme sinceramente y que a nadie le dé un vuelco el corazón al escuchar al niño entrar por la puerta con una gran sonrisa y diciendo “mamá, papá, ya estoy en casaaaaaaa”. 

Te puede interesar