José Teo Andrés
Triple del Puerto de Vigo
Aquí cada uno a lo suyo. No deja de sorprender cómo las personas pasan de defender una cosa a la contraria, según les interese. Galicia dio luz verde hace unos días a la controvertida y ruidosa ley que pretende regular los beneficios sociales y económicos de los proyectos que utilicen los recursos naturales de Galicia. Esta ley ha conseguido poner de acuerdo a casi todo el mundo para oponerse a los legisladores gallegos. Esta ley no le gusta a nadie.
Lleva a cabo una intervención de facto en dos sectores que están liberalizados por exigencia europea: la producción de electricidad y la comercialización de la misma. El sector de las energías renovables se ve especialmente afectado por esta ley, ya que exige ciertas cosas que atentan directamente contra la libertad de mercado. Por ejemplo, se obliga a que el 50% de la electricidad producida sea vendida en la propia Galicia.
Imaginen que el resto de los territorios de España hicieran lo mismo. Por ejemplo, solo la central nuclear de Almaraz produce 4 veces lo que se consume en toda Extremadura. La central nuclear de Trillo produce varias veces todo el consumo de la provincia de Guadalajara. Son territorios netamente exportadores de electricidad, como le sucede a Galicia, que tiene la suerte de contar con unos recursos eólicos espectaculares. ¿Qué pasaría con los territorios de España que no cuentan con esas capacidades si el resto hicieran lo mismo que Galicia?
No solo eso, sino que ahora se va a exigir a los dueños de los parques eólicos que tengan más de 25 años de antigüedad que repotencien los mismos. Es decir, que quiten la mitad de los molinos que hay ahora y el resto los cambien por molinos nuevos que tengan, al menos, el doble de potencia que los actuales. Y, por si fuera poco, se obliga también a regalar el 10% de la electricidad producida a comunidades energéticas locales, a las administraciones públicas o a empresas localizadas en esa comarca. Y todo esto mientras le intentan convencer a usted de que la generación de electricidad es una actividad liberalizada desde los años 90. No se rían, la ley de verdad pone eso.
El sector de las renovables (en especial la energía eólica) está que trina. Y tienen toda la razón. Sin embargo, están siendo víctimas de su propia estrechez de miras. Muchos de esos que ahora protestan enérgicamente contra la intervención del estado, aplaudían a rabiar cuando esa misma intervención se le aplicaba a la energía nuclear. Les parecía estupendo que el gobierno prometiera cerrar unas centrales que, se supone, actúan en un mercado libre. No les parece estupendo ahora, que se lo hacen a ellos.
El problema de dejar que el estado se comporte de manera caprichosa y arbitraria en el ejercicio de sus funciones radica en que, en algún momento, va a ser caprichoso y arbitrario contigo. Por eso los ciudadanos no deberíamos permitir jamás que el estado se extralimite, porque nunca hay vuelta atrás. El estado es como una metástasis insaciable que crece inexorablemente a costa del esfuerzo de los ciudadanos, pisoteando los derechos de todos y cada uno de nosotros mientras nos dicen que todo lo hacen por nuestro bien.
La ley aprobada en Galicia es más de lo mismo. No se puede obligar a nadie a vender algo a quien no quiere. No se puede obligar a nadie a hacer inversiones multimillonarias de manera arbitraria en algo que es de su propiedad. No se puede obligar a nadie a regalar una parte de lo que produce. No se puede. No hay más. La única diferencia es que yo digo esto siempre y en todos los ámbitos, independientemente de quiénes sean los afectados. Otros lo dicen únicamente cuando los afectados son ellos. Apenas una sutil diferencia.
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