¿Venezuela a cambio de Ucrania?
María Corina Machado, Premio Nobel de la Paz 2025, logró salir de Venezuela pasando una serie de contratiempos que dan material no sólo para escribir una noela sino también para filmar una película de aventuras.
Aunque el galardón -dadas las circunstancias- no pudo recibirlo personalmente, la presencia en Oslo de tan aguerrida mujer sirvió para desenmascarar una vez más a un dictador populista que ha desquiciado las financias nacionales, que se ha robado la Presidencia por medio de un fraude electoral y que, al imponer una férrea represión, ha causado que más de 8 millones de venezolanos se hayan visto a huir del país.
A partir de ahora, la voz de María Corina Machado no será la voz de un opositor más sino la conciencia del dictador Nicolás Maduro que siente que no las tiene todas consigo.
Y es que el hecho de que el bravucón de Donald Trump haya bombardeado en el Caribe a varias lanchas que transportaban drogas y de que en esas misas aguas se encuentre el portaviones “Gerald Ford” (el mayor de la marina estadounidense) es presagio de que estamos en vísperas de importantes acontecimientos.
Todo hace suponer que -salvo sorpresas de última hora- la caída de Maduro sea cuestión de pocas semanas.
Sin embargo, surge una duda que es muy probable que compartan muchos de nuestros amigos lectores: Acostumbrados a las bravatas de Trump, y al ver como durante su primer período ya se había desinado a Juan Guaidó como presidente electo de Venezuela y como todo acabó quedando en humo, lo más lógico ess que pensemos que pudiera volver a ocurrir lo mismo.
¿Por qué no derrocó Trump a Maduro en aquella ocasión?
Es aquí donde lo más sensato consiste en analizar la geopolítica internacional y ver cuales son los intereses creados que impiden que un determinado jefe de Estado pueda tomar la decisión más conveniente.
Hace varios años que Ucrania arde por los cuatro costados y que su presidente Zelensky hace hasta lo imposible para evitar que su patria sea engullida por el oso ruso.
El norteamericano Donald Trump y el ruso Vladimir Putin han sostenido varias conversaciones a puerta cerrada en las cuales han discutido cual es la zona de influencia que corresponde a cada potencia.
Putin quiere anexionarse Ucrania. De eso no existe duda alguna.
Trump desea mantener su influencia en el continente americano apoyándose en la Doctrina Monroe cuyo principio se expresa con la frase “América para los americanos”
Según dicha doctrina, América Latina es para los americanos del Norte o sea para los Estados Unidos.
Como bien dijo John Foster Dulles hace ya más de siete décadas: “Los Estados Unidos no tienen amigos sino intereses”
Según este principio, Trump desea conservar su poder en Hispanoamérica, razón por la cual ve con marcada antipatía de Putin pudiera ser un obstáculo.
Y, por su parte, Putin desea quedarse con Ucrania, razón por la cual ve también con marcada antipatía cualquier ayuda que los Estados Unidos puedan dar a los ucranianos. Se había llegado a una especie de empate que le impedía tanto a Putin ganar la guerra en Ucrania como a Trump ayudar a la oposición venezolana.
Al final, ambos parecen haber llegado a un acuerdo o sea que ni Trump se mete en Ucrania ni Putin apoya a los populistas hispanoamericanos.
Eso explica que Trump esté presionando a Zelensky un plan de paz que consiste en que Ucrania no entrará en la OTAN, en que reducirá sus efectivos militares y en que aceptará que Putin se quede con los territorios ya conquistados sin recibir ninguna garantía a cambio.
Eso explica que Putin mire para otro lado y que no haga nada por impedir que marinos norteamericanos estén hundiendo lanchas venezolanas y que una invasión terrestre se vea como algo inminente.
“Tú me dejas hacer a mí y yo te dejo hacer a ti” parece ser la frase en la que se apoyan los jefes de las dos potencias más poderosas del mundo.
¿Venezuela a cambio de Ucrania?
El hecho de que le hayan concedido el Nobel de la Paz a María Corina Machado parece confirmar esta hipótesis.
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