Una urna de cristal para Santiago de Compostela
Pues parece que ese es el “camino” que se han marcado la alcaldesa de la capital de Galicia y su equipo de gobierno municipal, los cuales pretenden laminar una ciudad viva y llena de color e historia para devolverla al blanco y negro del ostracismo cavernario con intervencionismos rancios. Quieren ponerle una urna de cristal para que únicamente la podamos observar en postales, como hace un siglo. Empezemos:
Santiago de Compostela, capital administrativa de la Comunidad Autónoma de Galicia, una ciudad declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco gracias a su carácter multicultural y por ser meta de una milenaria ruta de peregrinación: el Camino de Santiago, que desde el siglo IX transformó este paraje del “finis terrae” en punto de encuentro de la fe y el pensamiento del mundo occidental. Y añado más... ciudad de estudiantes, de funcionarios, de peregrinos, de turistas de todas las nacionalidades y capital de todos los gallegos y gallegas.
Pues bien, la actual alcaldesa de Santiago y su grupo de gobierno, en su exacerbado radicalismo político, está empeñada en ponerle puertas al mar en una política municipal de prohibiciones, vetos, tasas y todo lo que suponga volver a la prehistoria económica y social.
Su alcaldesa quiere prohibir las viviendas vacacionales, suspender la actividad de la casi totalidad de las existentes y vetar las libres actividades económicas en bajos en el casco histórico en una intervención del libre mercado que no tiene parangón. Y que según el iluminado del concejal de Urbanismo, lo justifica con “la importancia de proteger el uso de las viviendas” y “proteger el comercio de proximidad”. El mismo concejal de Urbanismo que, conjuntamente con su alcaldesa, no han querido poner en práctica las medidas de flexibilización en el cambio en la normativa que la Xunta de Galicia ha aprobado de adaptación de locales y oficinas para uso de viviendas para contribuir a paliar el grave problema de la falta de oferta de alquiler.
Otro episodio más de sinrazón, como el de querer implantar las tasas turísticas por pernoctar en Santiago. Tasas turísticas a los excursionistas. Tasas y más tasas por ver y visitar lo que es de todos y todas.
Y sobre todo, la injustificable e injusta demonización de las viviendas turísticas, queriéndolas prohibir, o gravar con más tasas o impuestos directos e indirectos. Regular no es prohibir, no lo es, y las viviendas de uso turístico ya están reguladas en Galicia por la Ley 7/2011 y ampliada mediante el Decreto 12/2017 de apartamentos turísticos, viviendas turísticas y viviendas de uso turístico de la Xunta de Galicia. Y es que algunos deberían saber primero diferenciar los usos y obligaciones de un apartamento turístico, una vivienda turística o una vivienda de uso turístico, con lo cual los debates interesados de regular lo que ya está regulado son un absurdo. La inseguridad jurídica y la poca protección que hay para el propietario en el alquiler tradicional derivan cada vez más viviendas hacia el alquiler vacacional.
Galicia es una comunidad autónoma abierta a todos los que deseen visitarla, consumir y gastar en nuestras ciudades y municipios. Y no es entendible, ni justificable, poner puertas al campo ni al mar, en ningún parámetro. Galicia tiene que ser abierta al mundo, en lo económico, en lo laboral, en lo social, y en lo turístico, y quien desde una responsabilidad pública no lo entienda así, que se dedique a otro menester.
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