Manuel Orío
Palabra del Rey
Aún hay esperanza. Un mundo tan pretendidamente neutro como el fútbol, aunque no es verdad, porque la mayor parte de las veces se manifiesta de la forma más conservadora posible ante los problemas cotidianos y sus gradas de animación son habitualmente lo más cercano a la ultraderecha, ha dado un aldabonazo al que no se han atrevido otras organizaciones europeas, tipo Eurovisión, por ejemplo, que considera un anatema dejar fuera del concurso a Israel o sanciona cualquier manifestación en contra del Estado hebreo. En la final de la Supercopa de Europa, delante de las alineaciones de París Saint-Germain y Tottenham, se desplegó una pancarta dedicada a Israel que decía: “Dejad de matar niños. Dejad de matar civiles”, y niños refugiados palestinos participaron en la entrega de medallas junto al presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin. Podría decirse que del rey abajo todos y presidentes de clubes como Florentino Pérez, Joan Laporta o Enrique Cerezo, y todos los demás, si les queda algo de empatía y piedad, más allá del interés por vender camisetas, tendrían que hacer lo mismo en sus estadios.
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