Tirar el penalti
Dicen los que entienden de fútbol que quien no se atreve a tirar un penalti tampoco corre el riesgo de fallarlos y por tanto solo los que dan el paso adelante tienen derecho a ocupar un lugar en la gloria. Hace unos minutos me he entretenido en ver despacio y con mirada de sabueso las secuencia del saludo entre Georgia Meloni y Elon Musk, uno de los primeros actos protagonizados por la primera ministra de Italia en su viaje a Estados Unidos respondiendo al mandato de la Unión Europea que la ha elegido a ella y no a otro u otra para tratar de enderezar el cauce torcido del río de los aranceles. Meloni ha ido a Estados Unidos representando activamente a Europa en un encuentro de especiales características y encomiendas del más alto significado que han convertido a la jefa del Gobierno italiano y un personaje de primer nivel internacional en el que Europa ha depositado todas sus esperanzas de frenar o al menos dulcificar esta locura a la que Trump nos obliga. No era muy apreciada ella en los ámbitos progresistas del continente ni se la tenía por fiable cuando aceptó en el cargo del presidente de la República para formar gobierno en un país instalado en la inestabilidad como sistema desde que acabó la II Guerra Mundial. Y sin embargo ha aceptado el desafío sabiendo que la trascendencia pasa delante de uno por la vida en una única ocasión y hay que estar en esa estación para tomar el tren que te lleva al reconocimiento futuro. Pedro Sánchez, por su propia voluntad y sin que nadie le dijera nada ni depositara en él las esperanzas de nada, se ha marchado a China componiendo una notable producción para convencerse a sí mismo de que es un líder mundial, pero comparando uno y otro viaje, el asunto no tiene color. Meloni viaja para defender los intereses de la comunidad europea y Sánchez se ha ido a ver qué podía rascar personalmente de una gira cuyo fondo no era otro que la necesidad de afianzarse por uno mismo.
Georgia Meloni puede fracasar y el fracaso compromete a todo el continente, un continente que no debemos olvidar, las respalda y confía en ella porque por múltiples argumentos es hoy la única persona en la Europa atribulada que puede ejercer este papel. Los resultados se verán en un futuro pero por el momento ha aceptado tirar el penalti.
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