La superchería continúa

Publicado: 15 dic 2024 - 01:30

A pesar de las dudas que la sola pronunciación de su nombre inspira, el diputado navarro y actual presidente de la Fundación Pablo Iglesias, Santos Cerdán León, sigue siendo el personaje elegido por Sánchez para servir de correo entré él y el fugado Puigdemont. No es este sujeto especialmente significado por su agudeza política ni por su exquisita formación –estudio Electrónica en Formación Profesional y poco más- pero a principios del presente siglo se introdujo en puestos de cierto nivel en el organigrama socialista y a estas alturas se ha convertido en una de las piezas claves en el núcleo duro del presidente y una de la cuatro personas con mayor influencia en el entramado profundo del “sanchismo”. Lo que toca ahora es conducir las conversaciones con Puigdemont y llevar y traer los mensajes de Madrid a Bruselas y a la inversa que regularizan las relaciones entre ambas instancias. La última de ellas, ocurrida al parecer el jueves, no debió salir como Cerdán esperaba y el nuevo Miguel Strogoff ha vuelto a Madrid advirtiendo a Sánchez que hay que andarse con ojo que el socio belga está que trina.

El aspecto que tiene todo este trajín de idas y venidas es el de magna superchería a pesar de toda la parafernalia construida por el fugado como viene siendo su costumbre y suele ser práctica necesaria a la que acude un hombre más bien vulgar, cobardón, retraído y de una mediocridad aplastante para disimular sus propias y crecientes limitaciones. Puigdemont no tiene carisma, encanto, autoridad o prestigio. No tiene nada de nada salvo su propia condición como resultado de un sorprendente cúmulo de carambolas que le han colocado en una situación que le permiten obtener notables ventajas no solo sin merecerlo sino sin necesidad de hacer esfuerzo para conseguirlas. El toque a rebato de estos días con amenaza de ruptura incluida tiene toda la pinta de un brindis al sol porque si Puigdemont rompe con Sánchez y a Sánchez, privado de este apoyo, se le acaba la mayoría exigua con la que dice que gobierna, el primer damnificado es Puigdemont al que el cuento de la lechera que ha montado se le va a hacer puñetas. El catalán amaga pero sabe que no puede ir más allá. De hecho, tras la trapisonda de la Magdalena, Sánchez maniobra para condonarle la deuda. Una deuda monstruosa que ha contraído el independentismo catalán por gobernar mal y despilfarrar a manos llenas. Que no está mal.

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